Tras correrse del foco durante algunas ediciones, la lluvia volvió a ser protagonista en Cosquín Rock. El domingo, casi en paralelo a la apertura de puertas (a las 14:30), el cielo cordobés descargó un poco de su furia. La suficiente como para generar problemas en los horarios, a tal instancia que los shows de algunos escenarios se atrasaron varios minutos. Apenas escampó, el sol volvió a salir, pero con mayor ferocidad. Fue por eso que, sobre el suelo embarrado, parte del público sacó a relucir cualquier cosa para cubrirse o para abanicarse. Justo en ese instante, el pionero del trap argentino, Neo Pistea, se presentaba en el Escenario Norte. Si bien venía haciendo alarde de su reinvención rockera, a partir de la publicación de su disco Nea (lo que provocó que armara una banda), esta vez regresó a sus raíces sonoras y performáticas: actuó acompañado por un DJ.

El día anterior, el trap argentino estableció un punto de inflexión en el festival y en su propio gen. Si alguien dudaba de su capacidad para transgredir o de su agotamiento, después de todos estos años intensos, Dillom se encargó de poner las cosas en su lugar. Todo un acto de valentía, lo más punk de los últimos meses. Hasta Andrés Calamaro, quien fue criticado por confesar que votaría por el actual presidente argentino, salió a respaldar a la figura del colectivo Rip Gang. “Dillom es el mejor artista actual y es mejor persona”, escribió el cantautor en la red social X. “Es hip hop y rock […] Tiene que decir lo que quiera sin pensar, dejar que salga lo que sea”. Pese a que la música urbana fue protagonista en la grilla de la segunda jornada, sus referentes no bajaron ningún tipo de línea política en esta oportunidad. Pero eso no restó en las expectativas que hubo sobre sus actuaciones.

En el Escenario Norte, respaldado por un trío, Milo J dejó en evidencia una vez más su condición de novel baluarte de esa movida: tiene 17 años y una capacidad fuera de borda para la reflexión musical y generacional. Y además tuvo de invitada a Soledad Pastorutti para hacer “Cuando ya nadie te nombre”, clásico de Horacio Guarany. Un rato después, en el Escenario Boomerang, actuaron más componentes de la Rip Gang.: empezó Odd Mami, flirteando con el indie y el pop, y le siguió el MC Muerejoven, quien compartió su set con su colega y compañero de crew Ill Quentin. De nuevo en el Escenario Norte, YSY A mostró su veta orientada a la música electrónica y al hyperpop. Hace rato que venía pidiendo cancha para consumarla, como buen revolucionario de la escen, pero recién pudo explayarse en su nuevo álbum, El after del after, al que le dedicó buena parte de su recital.

Ciro y Los Persas fueron los más convocantes. Foto: Télam.

Este Cosquín Rock también significó el regreso de Duki. En esta ocasión, se subió al Escenario Norte en calidad de cabeza de cartel, apoyado por una banda implacable con la que recorrió los diferentes matices de una carrera (erigida en clave de rock, reggae, trap y música dance) que no para de hacer historia. Si antes de su desembarco en River le temía al futuro, quedó claro que el destino está en sus manos. Y si alguien sabe sobre eso es Slash. El violero se presentó en el Escenario Sur, ubicado al otro extremo del aeródromo de Santa María de Punilla, junto al exquisito vocalista Myles Kennedy (juntaron fuerzas desde 2011) y a una terna de músicos (aunados bajo el nombre de The Conspirators) con los que nada puede fallar. Lo demostraron el viernes en Buenos Aires, en el Movistar Arena, y lo ratificaron en Córdoba, a lo largo de hora y media.

Este proyecto, defensor de la raigambre del heavy metal y del hard rock, ya tiene cuatro álbumes publicados (el último se titula 4, y es de 2022), que se abocaron a repasar. Pero también hubo espacio para que pudieran tocar un par de temas de Slash, como “Back from Cali”, y hasta un cover de Guns N’ Roses: “Don’t Damn Me”. Si bien no es la primera vez que actúa un artista anglosajón (de The Offspring a LP), Cosquín Rock es un festival tradicionalmente orientado al rock argentino. Mientras el guitarrista ofrecía semejante ceremonia musical, las banderas que en el mismo lugar le habían hecho el aguante a El Bordo o a Las Pastillas del Abuelo desaparecieron por completo. Se habían mudado al Escenario Boomerang para bancar a Los Tipitos, que tuvieron la mayor convocatoria de ese espacio, seguida bien de cerca por el grupo indie pop El Zar.

Del medio centenar de artistas que participaron en la segunda fecha del evento, el que más quorum tuvo fue sin duda Ciro y Los Persas, quienes deleitaron a la multitud con un repertorio abultado de clásicos. Eso sucedió en el Escenario Sur, poco luego de la caída de la tarde. En ese mismo horario, pero en el Escenario Montaña, Catupecu Machu también revisitaba sus hits cabalgando sobre esas dos baterías que son parte fundamental de esta vuelta al ruedo. Antes de los liderados por Fernando Ruiz Díaz, por allí estuvieron El Kuelgue y Estelares, cuyo show fue adobado por una propuesta de casamiento en medio del público. Más tarde, los mendocinos Usted Señalemelo ofrecieron su primer recital nocturno en el festival y Peces Raros le armaron la pista de baile al DJ estadounidense Steve Aoki (estrella del EDM y compulsivo tirador de tortas en sus sets) y la argentina Anita B. Queen.

Las Pelotas es la única banda que estuvo en todas las ediciones.

Ruiz Díaz volvió a aparecer, pero en el Escenario Sur. Como invitado de Las Pelotas en “El ojo blindado”, luego de que lo hiciera Pity Fernández (Las Pastillas del Abuelo) en “No tan distintos”. Al cantante y guitarrista de la banda, Germán Dafuncchio, se lo vio incómodo en su performance por temas de sonido. Una rareza, porque el festival sonó bien, en general. Pero ya habrá chance para la revancha: sigue siendo la única banda que estuvo en todos los Cosquín Rock. Los mexicanos Molotov no participaron tantas veces, pero igual juegan de locales, y volvieron a dejarlo de manifiesto en su regreso al evento. A las Bourbon Sweethearts les bastó con esta edición para decir lo mismo. Es más: no podían creer la cantidad de público que fue a verlas a La Casita del Blues. El trío femenino sabe evangelizar a punta de jazz, swing y blues. Y lo mejor de todo es que lo hace con repertorio propio.

Si el sábado el género protagonista fue la música tropical, el domingo el Escenario Paraguay hizo énfasis en su programación en el reggae. El jamaiquino Don Carlos y el italiano Alboroise fueron sus figuras internacionales, mientras que Alika, Mimi Maura y Dancing Mood hicieron las veces de embajadores nacionales del género. Al mandamás de este último ensamble se le pudo ver igualmente poniendo su trompeta al servicio de Damas Gratis, en el cierre del Escenario Norte. Al mismo tiempo, Pablo Lescano deleitaba a la multitud (acudieron más de 45 mil personas en la segunda fecha, superando a la asistencia del día anterior) con una ráfaga de cumbia: no sólo villera, sino también amazónica, colombiana y mexicana. Lescano es todo un catedrático en la materia. Esto acontecía mientras la fiesta Bresh esperaba su turno para despedir a un festival que no le teme a las crisis. 



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