A pocos días del inicio del carnaval porteño, que comenzará este sábado y continuará a lo largo de los fines de semana junto con los feriados lunes 12 y martes 13 de febrero, la comunidad murguera anunció que está en “estado de alerta y movilización” frente a la decisión del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de recortar el festejo popular a solo 15 corsos y a más del 40% los cortes en las calles en relación al año pasado.
“El jefe de gobierno porteño, Jorge Macri, decide darle la espalda a su pueblo. Estamos organizando un plan de acción frente a la intención del recortar esta fiesta que es un lugar histórico de resistencia cultural y popular, siempre se ha caracterizado por eso”, manifestó Felipe Fiscina, director del centro murga Los Arlequines de la R y uno de los delegados de las murgas porteñas, un entramado conformado por 130 agrupaciones y 15.000 personas.
“Estamos organizando un plan de acción frente a la intención de recortar el carnaval. Nos quieren reducir a corte de calle y es algo que estamos repitiendo mucho porque así anuncian los festejos del carnaval, no que comienza la fiesta más grande de la cultura en la Ciudad de Buenos Aires, no: nos anuncian como cortes de calles”, se quejó Fiscina.
El delegado indicó que además de los nueve corsos que se realizarán en las calles y avenidas, habrá otros cinco que se desarrollarán en diferentes plazas y uno en el Polideportivo Colegiales.
Los de calle serán en los barrios de Boedo, Mataderos, Villa Pueyrredón, Villa Urquiza, Saavedra, Villa Crespo, Pompeya, Caballito y Villa Lugano. En tanto, los cinco restantes que se harán en plazas se realizarán en el Anfiteatro Parque Lezama (San Telmo), Plaza Ricchieri (Devoto), Plaza Unidad Latinoamericana (Palermo), Plaza Unidad Nacional (Villa Lugano) y Plaza Martín Fierro (San Cristóbal).
– Télam: ¿Cómo viven el hecho de volver a realizar esta fiesta popular en las calles porteñas?
– Felipe Fiscina: Para nosotros volver a festejar el carnaval es una alegría inconmensurable, nos gusta mucho salir a la calle, divertirnos con nuestros vecinos y vecinas, con nuestros propios compañeros de la murga. Es algo para lo que nos preparamos todos los años y no vemos la hora de que llegue febrero. Así que este año, sin lugar a dudas, un año muy difícil, vamos a estar diciendo presente una vez más.
– ¿Estuvo en duda en algún momento la realización de los corsos, teniendo en cuenta el contexto en el que vivimos?
– No estuvo nunca en duda el carnaval. La situación que está atravesando el país, genera incertidumbre pero no tuvimos dudas de que el carnaval porteño iba suceder, tal vez no sabíamos cómo.
– ¿Cuál es el principal desafío este año?
– Este año lo más difícil, como para gran parte de la sociedad, es lo económico, un desafío para el sostenimiento de las murgas. Si bien la murga trasciende lo económico, porque la murga es el juntarnos entre murgueros y murgueras. También es cierto que cuando vos estás pensando -ya lo digo como director no como delegado- cuánto te va a salir un micro (en nuestro caso tenemos a más de 100 personas y utilizamos tres micros), la plata que tenés con el subsidio que nos da Ciudad de Buenos Aires nunca alcanza, entonces hubo que empezar a juntar y hacer rifas para poder salir. Creo que llegamos a febrero bastante armados, porque estamos acostumbrados a transitar el año en pos de poder llegar a sacar nuestra murga, entonces se va armando esa ingeniería. A lo que no estamos acostumbrados es a un 200 % de inflación anual, pero creo que hemos podido saltar esa barrera honrosamente. La murga está para salir en febrero y dar un espectáculo digno.
– ¿Dónde radica la importancia de las murgas y el carnaval, particularmente en este presente?
– La murga porteña es un lugar histórico de resistencia cultual y popular, creo que siempre se ha caracterizado por eso. En pandemia, las murgas porteñas hacían por mes 80 ollas populares en toda la Ciudad de Buenos Aires que asistían a más de 100 mil vecinos y vecinas, uno puede recordar un 2001 donde formaban parte de las asambleas populares. En los momentos de crisis y de necesidad las murgas siempre están, han estado, van a estar. Ahora estamos en un momento muy complejo de crisis, que lo vivimos nosotros en carne propia como ciudadanos y ciudadanas de a pie, y lo percibimos por los vecinos y vecinas que se acercan a charlar. En los momentos de crisis las murgas están y la gente busca las murgas porque nosotros estamos siempre en el territorio. Si hay alguien que tiene territorio real y efectivo son las murgas, están en la plaza todos los sábados y los miércoles y más días inclusive. Las murgas son el barrio, del barrio y la gente sabe eso.
– ¿Cómo impacta en las murgas los cambios que se dieron en la sociedad a partir del uso de las redes sociales y la virtualidad?
– Quizás la avanzada del siglo XXI, la pandemia, la automatización de un montón de cuestiones y la virtualidad, han alejado un poco a la gente de las murgas o a las murgas de la gente. Es un poco un cambio de paradigma, y eso repercute, llega a las murgas, pero si alguien que está en el barrio quiere encontrar a alguien, va a saber que va a encontrar a la murga el sábado a la tarde en la plaza. Y si vos investigás un poquito vas a saber que esta murga estuvo en tal acto ayudando en solidaridad por los chicos del barrio o que fue a la escuela del barrio cuando la invitaron para tocar en un taller de murga o para desfilar junto a lo que hicieron dentro de la escuela primaria o en jardines. La importancia de la murga porteña en lo social está en eso y en lo cultural participamos, hacemos y somos el festejo popular, cultural, barrial, callejero y gratuito más grande de la ciudad. Los vecinos y vecinas se acercan, vienen a jugar con la espuma, vienen a comerse la hamburguesa, el chori y las papas fritas, ahí está el encuentro entre la barriada y nosotros. Somos muchas veces canto de resistencia. En los 70, en los 80, en la dictadura militar seguía habiendo carnaval, seguían estando las canciones de crítica que apuntaban a lo social; las canciones picarescas que te hacen reír, que te sacan una sonrisa cuando estás pasando un mal momento. La murga está para eso, para alegrarte, divertirte y para resistir en los momentos difíciles. Todo eso lo vas a encontrar en un corso. Una murga te va a hacer reír, te va a hacer reflexionar, te va a hacer llorar, pero de emoción, porque quizás la puesta en escena te conmueve tanto que quizás terminas derramando una lágrima.