Así como el nacimiento de la radio en la Argentina está asociado al empuje y el trabajo del grupo de radioaficionados conocido en la posteridad como Los Locos de la Azotea –quienes, encabezados por Enrique Telémaco Susini, el 27 de agosto de 1920 realizaron la primera transmisión desde la terraza del Teatro Coliseo–, el Festival Oberá en Cortos surgió por obra y gracia de quienes tranquilamente podrían llamarse “Los locos de las películas”. Mal no les fue, pues el evento misionero tuvo sus primeras funciones en 2003, cuando las consecuencias de la crisis de 2001 todavía se respiraban en el aire, y desde este martes 10 por la noche –cuando en Cine Teatro San Martín se proyecten el corto Santo Rey San Baltazar, de Juan Slobayen, y el largo La crecida, de Ezequiel Erriquez– hasta el sábado estará de festejos celebrando ni más ni menos que veinte ediciones.

Ubicada a 100 kilómetros de Posadas, Oberá es una ciudad con 60 mil habitantes que respira aires juveniles gracias a la amplia variedad de facultades y carreras terciarias que alberga. Allí se concentra la acción de un festival cuya programación está integrada por más de 40 producciones –entre cortos, medios y largometrajes– y una buena cantidad de actividades paralelas, desde talleres comunitarios hasta capacitaciones, pasando por charlas y debates relacionados con las inquietudes artísticas de una provincia que se ha convertido en referente regional en materia de producción. No por nada Misiones tiene, desde 2014, una ley de Promoción Audiovisual que apoya, promueve y fomenta la creación de obras audiovisuales, así como también su difusión y conservación como patrimonio sociocultural.

Basilicia, de Gustavo Carbonell y Gastón Gularte.

“Oberá en Cortos es una iniciativa de trabajadores de la cultura y del sector. Nosotros somos una cooperativa, que se llama Productora de la Tierra, con la que en 2003 hicimos el cortometraje Misiones. Cuando terminamos, mientras desarmábamos las locaciones, empezamos a escribir el proyecto de un festival para presentarlo a la municipalidad y distintas instituciones. Nos propusimos hacer algo que no sea un producto nuestro sino que funcione como un espacio multisectorial con la capacidad de poder laburar en nuestro territorio, y promover tanto el encuentro con las obras audiovisuales de directores de la región como también entre esos realizadores y el público”, recuerda el cineasta e integrante de esa cooperativa Axel Monsú, uno de los “locos” que lleva adelante los destinos de un festival con una fuerte impronta regional, entendiéndose por “regional” el Noreste de la Argentina, Paraguay y el sur de Brasil.

“Desde que empezamos, nuestra bandera es la identidad y la diversidad cultural como un derecho, el hecho de poder plasmar a través del audiovisual nuestra mirada sobre el mundo, nuestra manera de pensar y hablar, y lo que significa ese ejercicio en términos de soberanía. Nosotros ocupamos tierras que eran guaraníes y nos identificamos con un territorio con el que tenemos una cultura originaria común y toda una historia de cruces y demás. Hoy más que nunca nos pensamos como una bioregión. Los ríos nos conectan, y queremos defender el territorio desde el pensamiento y la cultura no solo haciendo obras sino también generando consciencia acerca de lugar donde estamos y qué pasa con los mal llamados recursos”, agrega Monsú. Ese norte curatorial explica tanto la realización del Foro Entre Fronteras, presentado como un espacio para la colaboración y la reflexión regional sobre estrategias para potenciar la producción, cultura y economía creativa en estas áreas, así como una programación con un marcado predominio de títulos filmados en la provincia de la tierra colorada y alrededores.

La apertura estará a cargo de dos títulos con relatos que transcurren en zonas próximas a Oberá. El corto Santo Rey San Baltazar lo hace cerca de la ciudad correntina de Goya, más precisamente en la capilla de la familia Perichón, donde se le rinde culto a San Baltazar a través de una celebración con música, baile y procesión registrada por el realizador Juan Ignacio Slobayen. En el caso de La crecida, la acción se traslada hasta Panambí, un pueblo ubicado en la frontera entre la Argentina y Brasil que pronto quedará sepultado por el río a raíz de construcción de una represa hidroeléctrica, un hecho que obliga a sus habitantes, incluyendo a la familia Zucker, a debatirse entre migrar al país vecino en busca de un futuro mejor o mudarse a un barrio precario recién construido en las afueras.

Geminus, de Fernando Pacheco.

Dentro de los largometrajes programados se destacan, además, los preeestrenos de las producciones misioneras Basilicia, de Gustavo Carbonell y Gastón Gularte; Geminus, de Fernando Pacheco, y Literal, de Alberto Masliah, esta última filmada en Puerto Esperanza y centrada en Manuel, un adolescente que vive con un padre con el que no se lleva nada bien y que intenta que sea el heredero de su coto de caza. La segunda transcurre en Posadas y sigue a Ernesto, un hombre de mediana edad, solitario y taciturno que de noche trabaja de taxista y, bajo la apariencia de una vida mansa, oculta el abismo de una personalidad oscura. La primera, que versa sobre una adolescente hija de inmigrantes ucranianos que se convierte en un símbolo de la lucha por los derechos de las familias rurales, jugará más de local que nunca ya que tuvo su rodaje en Oberá.

Acorde a todo lo anterior, las dos competencias tienen como protagonistas a películas de menos de treinta minutos de duración realizadas en el noreste de la Argentina, el sur de Brasil y Paraguay. Una se llama “Regional Entre Fronteras” y reúne a las brasileñas Amei te ver, de Ricardo García, y Geraçao Alpha, de Débora Resendes; las paraguayas El último campeón, de Katia Acosta, y Transformando desde el ABC, de Melanie Encina, y las nacionales Barata, de Walter Monzón; Entre la niebla, de Cinthia Konopacki; Higinio, de Constanza Pasian y Leandro Zerbatto; Messi, de Camila Acosta y Henrique Lahude, y Ñande espera, de Fernando Cattaneo. La segunda competencia es “Universitario Entre Fronteras” y está integrada por trabajos realizados por estudiantes de la Universidad Columbia del Paraguay, La Facultad de Arte y Diseño de la Universidad Nacional de Misiones, la Universidade Federal da Integração Latino-Americana (UNILA) y la ENERC.



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