Desde Brasilia

Como ocurre en las historias de mafiosos, los pactos de silencio suelen ser quebrados por aquellos personajes incondicionales del jefe de la “famiglia”, de quien conocen informaciones altamente comprometedoras. En Brasil esa constante se repitió cuando el supuesto capo de una organización delictiva, vale decir, Jair Bolsonaro, acabó siendo traicionado por alguien a quien él trataba “como a un hijo”, su exedecán Mauro Cid quien contó con detalles, durante más de 20 horas de interrogatorios policiales, cómo se orquestó un intento de golpe de estado contra Luiz Inácio Lula da Silva. 

En su condición de arrepentido (al uso de los “pentiti” de la Camorra o la Cosa Nostra) Cid dijo haber participado en una reunión realizada en noviembre del año pasado, luego del triunfo lulista en las elecciones presidenciales, durante la cual el entonces presidente discutió un plan sedicioso con los jefes del Ejército, la Marina y la Aeronáutica. Esta fue, hasta el momento, la revelación más contundente contra el exmandatario cuya prisión ya no parece imposible (aunque difícilmente ocurrirá en el corto plazo) y la cúpula de las Fuerzas Armadas.

Tanto es así que a poco de ser conocida la noticia sobre lo confesado por el teniente coronel arrepentido, la semana pasada hubo pronunciamientos oficiales, por parte de las comandancias del Ejército, la Marina procurando tomar distancia del golpe fallido.

Generales

El temblor originado por la confesión marcará la agenda política de esta semana. El martes la Comisión Parlamentaria de Investigaciones sobre el golpe indagará al general Augusto Heleno, un bolsonarista intenso que en diciembre hizo declaraciones amenazantes contra Lula y tuvo a su cargo el Gabinete de Seguridad Institucional, desde el cual se hizo espionaje contra la oposición.

Los congresistas del Partido de los Trabajadores (PT) anticiparon su intención de indagar a Heleno sobre la participación de la cúpula castrense en la reunión con el ex presidente para impedir la toma de posesión de Lula así como el sustento dado por las FFAA al régimen autoritario imperante entre 2019 y 2022.

Miembros de esa misma comisión parlamentaria propusieron citar al general Walter Souza Braga Netto, otro militar con cargos estratégicos durante la gestión anterior, y uno de los que habría coordinado el intento golpista en noviembre y diciembre pasados.

Otro general que está en la mira de los congresistas es Mauro Lourena Cid, un viejo amigo del expresidente, y padre del teniente coronel que aceptó colaborar con la justicia.

Además de requerirles informaciones sobre el golpe, los parlamentarios quieren saber cuanto hay de cierto sobre las participación de los generales en una serie de delitos comunes cometidos para favorecer a la familia presidencial o al gobierno. El más notorio de ellos, aunque no el más grave, fue la apropiación de joyas árabes y su venta ilegal en Estados Unidos.

Un caso del cual faltan explicaciones, y motivó comentarios en el Parlamento, fue el tráfico de casi 40 kg de cocaína en el avión presidencial descubierto por la policía en España en 2019. El responsable por la seguridad de esa aeronave era el todopoderoso general Heleno, quien se jactaba de que nada ocurría en el país sin que él lo supiera.

La reunión

Según la delación del teniente coronel arrepentido Cid, Bolsonaro se reunió en noviembre con los jefes del Ejército, general Marco Antonio Freire Gomes, la Marina, almirante Almir Garnier y el titular de la Aeronáutica, brigadier Carlos de Almeida Batista Júnior en el Palacio de Alvorada. Allí les propuso desconocer el resultado de los comicios ganados por Lula del 30 de octubre y arrestar a jueces del Supremo Tribunal Federal y el Tribunal Superior Electoral. También estuvieron en Alvorada varios generales retirados asignados en los principales ministerios del gabinete presidencial.

Luego del encuentro ninguno de los tres comandantes repudió públicamente el plan. A contrario, guardaron silencio, permanecieron en sus cargos y firmaron un comunicado de respaldo a los bolsonaristas acampados frente al Cuartel General del Ejército en Brasilia, donde se defendía sin rodeos la implantación de un gobierno de facto.

El delator

Por lo pronto se conoce sólo una parte del testimonio dado por el ex edecán Mauro Cid a la policía, el cual fue filtrada a la prensa. La veracidad de las informaciones parece bastante plausible, al menos en lo que respecta a la realización del cónclave de noviembre. Resta saber si el militar omitió datos o procuró lavar las culpas de algunos de los participantes, como el ex jefe del Ejército Freire Gomes.

El acuerdo fue homologado por el Supremo, que autorizó la libertad del imputado y puede reducir su pena, en caso de verificarse la autenticidad de sus declaraciones. Los interrogatorios continuarán.

Bolsonaro acantonado

A la par del plan golpista presentado a los comandantes de las FFAA Bolsonaro permaneció acantonado en Alvorada, donde mantuvo frecuentes reuniones con militares y policías, en su mayoría sin agenda oficial. Para alimentar la furia de sus adeptos reiteró sus sospechas sobre un fraude, nunca reconoció la victoria de Lula y evitó estar el 1 de enero en la ceremonia de transmisión del mando.

Nostálgico del régimen militar brasileño iniciado en 1964, admirador de Augusto Pinochet y apologeta de golpe boliviano de 2019, el capitán retirado alentó los bloqueos de carreteras lanzados a comienzos de noviembre para repudiar el “fraude”. Y el 12 de diciembre dio la venia al ataque contra la sede de la Policía Federal en Brasilia a la misma hora en que Lula recibía el diploma de mandatario electo.

Un trumpista

El texto sobre cómo llevar a cabo y dar una apariencia legal al golpe presentado por Bolsonaro, fue elaborado por su asesor internacional Filipe Martins, quien fue funcionario de la Embajada norteamericana en Brasilia y tiene como padrino al diputado Eduardo Bolsonaro, uno de los miembros del poderoso clan familiar.

El consejero internacional ganó prestigio luego de facilitar los contactos con el entorno del expresidente Donald Trump y el ideólogo de la extrema derecha Steve Bannon. Además Martins mantiene una buena relación con el senador republicano Marco Rubio del estado de Florida, donde Bolsonaro se “autoexilió” entre fines de diciembre y marzo pasados. Y desde donde habría monitoreado los ataques al Planalto del 8 de enero.

Capitolio

El proyecto golpista que contó con el aval o al menos la omisión de las FF.AA. se inspiró en la rebelión instigada por republicano Trump contra el demócrata Joe Biden el 6 de enero de 2021. Trump denunció, luego Bolsonaro lo imitó, un fraude. Ese mismo 6 de enero de 2021, y no por cuasualidad, se encontraba en Washington Eduardo Bolsonaro, quien fue recibido en la Casa Blanca.

Desde Washington, el director de la ONG Brasil Office, Paulo Abrao, dijo a este diario que legisladores norteamericanos pusieron la lupa sobre los movimientos del diputado brasileño ante la sospecha de que pudo haber tenido algún nivel de participación con los hechos del Capitolio. Hasta ahora no se habría comprobado nada el respecto, pero hay casi la certeza de que Eduardo siguió recibiendo consejos de Bannon hasta noviembre del año pasado. El gurú de la derecha global habría recomendado incendiar el país para impedir que Lula asuma.

Clan presidencial

El testimonio del ex edecán Cid no ha terminado y desde las oficinas de Bolsonaro, en Brasilia, admiten su preocupación sobre lo que vendrá. Temen que las revelaciones, siempre que estén documentadas, acaben con la prisión del ex gobernante y sus hijos, el diputado Eduardo, el senador Flavio y el concejal por Rio de Janeiro, Carlos, contra quienes hay varios procesos abiertos.

Cid también podría poner en aprietos a Michelle Bolsonaro, la ex primera dama, ya que una de sus misiones ilegales fue pagar cuentas al contado y con dinero de origen no comprobado.

Familia militar

El 18 de agosto, poco después de que Cid decidiera romper el silencio ante la policía, el actual comandante del Ejército, general Tomás Paiva, divulgó un comunicado con “la intención de continuar el proceso de cohesión interna valorizando a la familia militar”. Con ello buscó fortalecer el espíritu del cuerpo, y tal vez evitar más delaciones, dentro de una corporación que participó por entero en el gobierno anterior y dio muestras de afinidad con los dos golpes fallidos: el de diciembre para impedir la toma de posesión de Lula y el de enero que intentó desalojarlo del Palacio del Planalto.

También en agosto pasado hubo una reunión de urgencia entre los comandantes de las tres fuerzas y el presidente Lula. Encuentro del cual se dieron pocas informaciones pero que puso en evidencia el malestar en los cuarteles.

¿El Ejército a salvo?

En la delación del ex edecán Cid se afirmó, según las filtraciones publicadas en los medios, que durante el encuentro de noviembre en Alvorada, el jefe de la Marina, almirante Garnier, dijo estar dispuesto a movilizar sus tropas para impedir la asunción de Lula mientras el comandante del Ejército, Freire Gomes, habría rechazado al alzamiento y advertido a Bolsonaro que podría ordenar su arresto.

Cuando se haya levantado el secreto del sumario se sabrá si eso fue lo realmente dicho y si tiene cómo probar sus afirmaciones.

Por lo pronto la prensa dominante se apresuró a dar por cierta esa versión sobre el ex comandante Freire Gomes, la cual también fue celebrada por el alto mando del Ejército y el ministro de Defensa, Mucio Monteiro. Esta celebración se debe a que, según ese relato, el Ejército como institución no podrá ser tildada de golpista.

Sin embargo esta unanimidad entre las autoridades militares y los medios más poderosos, no es garantía de verdad. Tal vez sea lo contrario.

Los relatos de mafiosos enseñan que hasta el más arrepentido de los arrepentidos suele deformar su versión de los hechos para mantener a salvo a la organización de la que fueron o son parte.

En el caso de Cid, un oficial que sigue en actividad y habría recibido mensajes desde el alto mando del Ejército, es posible que haya a optado por sacrificar a Bolsonaro, cargando sobre él la responsabilidad que todos saben tuvo en el golpe, y dejando a salvo al ex comandante Freire Gomes. Y con ello blindado la imagen del Ejército.  



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