Bradley Cooper no era la elección obvia para interpretar al compositor de West Side Story Leonard Bernstein. El actor y cineasta de Nace una estrella, que en su día fue elegido “el hombre vivo más sexy”, no es judío. Tampoco se sabe si es bisexual. Los fans lo recuerdan protagonizando junto a un tigre la película de Todd Phillips ¿Qué pasó ayer? (2009), o como un problemático pero heroico soldado en Francotirador (2014), de Clint Eastwood. También interpretó a un exprofesor bipolar en El lado luminoso de la vida (2012) y puso voz al héroe Rocket Raccoon en el Universo Cinematográfico Marvel. Ninguno tan refinado como Bernstein. Sin embargo, esta semana se estrenó en el Festival de Cine de Londres su biopic del compositor, titulado Maestro. Y ha conseguido demostrar que los escépticos estaban equivocados.

En las semanas previas al estreno mundial de la película en el Festival de Cine de Venecia, en septiembre, Cooper se vio envuelto en un escándalo por la nariz protésica que llevaba para interpretar a Bernstein. La organización estadounidense StopAntiSemitism expresó su indignación por el maquillaje y calificó de “repugnante” su interpretación del compositor. Incluso se le acusó de “robar” el papel al actor medio judío Jake Gyllenhaal, que había intentado montar una película biográfica rival.

Sin embargo, ésta resultó ser una de esas polémicas fabricadas que se derrumbaron en cuanto alguien vio la película. Los hijos de Bernstein defendieron enérgicamente a Cooper, señalando que su padre tenía “una nariz bonita y grande”. El maquillador, Kazu Hiro, se disculpó por “herir los sentimientos de la gente” e insistió en que sólo había intentado retratar a Bernstein de la forma “más auténtica posible”.

En cuanto a la interpretación de Cooper, cualquiera que esperara una grotesca pantomima -similar a la famosa interpretación de Alec Guinness del villano Fagin en Oliver Twist (1948) de David Lean- se sentiría decepcionado. Cooper interpreta a Bernstein como un hombre de extraordinaria gracia, elegancia y brillantez. Es una figura imperfecta: vanidoso, ambicioso e infiel a su sufrida esposa sudamericana Felicia (Carey Mulligan), pero también muy adorable. Es fácil entender por qué tanta gente, desde el público de las salas de concierto hasta sus jóvenes estudiantes de música y los millones de espectadores que veían sus espectáculos por televisión, sucumbieron a su encanto.

Hay una cierta gracia en el modo en que Cooper aborda Maestro. Es el director y la estrella de la película, pero no acapara los primeros planos. La película trata tanto de Felicia como de Bernstein. En movimiento, temperamento y comportamiento, el compositor está muy lejos de los personajes más oscuros de la carrera de Cooper en la pantalla. Siempre parece tener una sonrisa en el borde de la boca. Es amable y divertido.

Al parecer, el propio actor comparte estas cualidades. Quienes trabajaron con él en sus primeros años hablan de su humildad y profesionalidad, así como de su atractivo magnético ante la cámara. El director galés Marc Evans contrató a un Cooper pre-famoso en 2001 para su película de terror My Little Eye. Le dio el papel de un apuesto y fornido “intruso” que llega a una casa en la que se alojan cinco jóvenes desconocidos para una serie de televisión al estilo Gran Hermano. Rápidamente seduce a una de las mujeres.

“Alguien me dijo: deberías fijarte en este joven actor llamado Bradley Cooper”, me cuenta Evans. “Dijeron ‘no ha hecho mucho pero es brillante’. Vino volando. Fue como lanzar una granada en el set. Tanto por la historia como por su energía, alteró la atmósfera claustrofóbica de un reparto muy unido. Tenía un carisma increíble”.

El director apreció la falta de vanidad de Cooper. Parte de la película se rodó a escondidas y sin los permisos necesarios en Nueva Escocia, en pleno invierno. “Estaba totalmente dispuesto”, recuerda Evans. “Tenía un gran sentido del humor. Era muy amable y estaba dispuesto a todo. Tengo muy buenos recuerdos de trabajar con él… no me sorprende en absoluto que le haya ido tan bien después, y no me atribuyo ningún mérito”.

La cineasta y actriz nativa americana Georgina Lightning dirigió a Cooper en otro de sus primeros papeles, la indie Older Than America (2008). Ambientada en una reserva india de Minnesota, la película de Lightning es un oscuro drama con elementos sobrenaturales. Aborda el suicidio, la opresión y el amargo legado de la asimilación forzosa, con Cooper en el papel de un geólogo conmocionado por lo que descubre sobre el genocidio de los nativos americanos.

“Era humilde y amable, y realmente hizo una contribución positiva”, dice Lightning sobre el actor. Cuando filmó la película, Cooper ya había acumulado algunos créditos importantes (entre ellos, la comedia de 2005 Los rompebodas). Aún no era una estrella “taquillera”, como dice Lightning, pero ya había fichado en una de las principales agencias de talentos de Hollywood y estaba en una rápida trayectoria ascendente. Older Than America no era una elección obvia para impulsar su carrera: era sombría, de bajo presupuesto y producto de un director novel. No obstante, el actor se entregó al proyecto con el entusiasmo que le caracterizaba.

“No tengo ni idea de su educación en torno a nuestra cultura”, recuerda Lightning. “Dijo que estaba emocionado por poder trabajar con el reparto indígena”. Cooper aparecía junto a Wes Studi y Adam Beach, dos de los actores nativos americanos más reconocidos de Hollywood. “Brad lo hizo muy fácil”, continúa. “Improvisó mucho y aportó muchísimo. Muchos actores indígenas sin formación no saben improvisar. Era increíble trabajar con él porque podía improvisar cualquier cosa”.

Cooper y Carey Mulligan en Maestro.

Cooper estudió en el Actors Studio de Nueva York, cuna de Lee Strasberg y de los orígenes del Método de actuación. En Internet se pueden encontrar imágenes reveladoras de un Cooper con cara de recién levantado que asiste a una clase magistral de Inside the Actors Studio impartida por su ídolo, Robert De Niro. Desde el público, hace una pregunta muy seria sobre la investigación de De Niro para su papel de paciente que sale de un coma en Despertares (1990). Incluso De Niro se sorprende un poco por la intensidad de Cooper. El joven actor tenía una personalidad obsesiva. Después de ver a Daniel Day-Lewis en una cafetería de Nueva York, Cooper se sentaba una y otra vez en el mismo sitio y se tomaba la copa con las dos manos, exactamente igual que Day-Lewis. Era como si esperara que se le pegara algo de la magia del actor británico.

En sus comienzos en Hollywood, allá por el nuevo milenio, Cooper era guapo, talentoso e inteligente. Pero también era extrañamente inseguro, y ha hablado de “sentirse invisible y no lo suficientemente bueno”. En la que probablemente sea su entrevista más reveladora, concedida a su amigo íntimo, el actor y cómico Dax Shepard, en un podcast de 2021, reconoció la ansiedad y la baja estima que lo persiguieron en aquellos primeros años.

J. J. Abrams había elegido a Cooper para el papel de reportero en su serie de espionaje Alias en 2001, pero en lugar de ver la serie como un gran avance en su carrera, Cooper se angustiaba por la respuesta desigual del público a su personaje. Utilizaba su módem dial-up para conectarse a Internet y leer comentarios negativos sobre sí mismo en los tablones de anuncios. Al final, fue a ver a Abrams y le pidió que lo borrara de la serie.

Cooper, entonces, no fue un éxito de la noche a la mañana. Tuvo problemas con el alcohol y las drogas. “Estaba muy perdido y era adicto a la cocaína”, dijo al podcast de Shepard. “Me di cuenta de que no iba a estar a la altura de mi potencial, y eso me asustó muchísimo. Pensé: ‘Vaya, realmente voy a arruinar mi vida; realmente voy a arruinarla'”. A veces, en esos días oscuros, Cooper podía volverse muy violento. “Definitivamente, el último año antes de estar sobrio… Sentía mucho odio por mí mismo y deseaba desesperadamente ser un hombre, y qué mejor manera que herir físicamente a alguien”, dijo.

El actor tardó hasta pasados los veinte años en limpiarse. Tenía 34 años cuando ¿Qué pasó ayer? lo catapultó al estrellato, relativamente tarde para Hollywood. “Ese fue sin duda un punto de inflexión en el que sentí que así era la fama”, cuenta a Shepard. Por aquel entonces vivía en Venice, un barrio de Los Ángeles, en una casa que daba a la calle. Le sorprendió que los transeúntes empezaran a reconocerlo. Todo el mundo parecía quererlo. Aun así, los comentarios negativos permanecían en su mente. Y rechaza tajantemente la idea de que sea un símbolo sexual. Como le confió a Shepard: “Creo que nunca me lo creí… Tenía hechos que respaldaban mi rechazo a esa idea de que era un rompecorazones. Los primeros comentarios que recibí sobre esta película fueron: ‘No es cogible’. Eso fue como… mierda, es muy duro oírlo”.

Los papeles que conseguía Cooper no solían ser los típicos de protagonista romántico masculino. “No me elegían como el tipo fachero”, recuerda. “Era el compinche en Alias y el idiota en Los rompebodas”. Cooper trató de descartar la idea de que era un rompecorazones. Cuando la revista People lo eligió “El hombre vivo más sexy” en 2011, pensó que era una broma. Tras anunciarse el premio, hubo protestas porque Ryan Gosling debería habérselo llevado en su lugar.

Pero sin esas inseguridades, Cooper no se habría convertido en un actor tan interesante. Puede dedicarse a cualquier cosa. Es un tenista brillante, un músico de talento (ganó dos Grammys, a la mejor banda sonora y a la mejor interpretación de dúo pop, por Nace una estrella) y un chef consumado. También es productor, y ha obtenido nueve nominaciones a los Oscar en menos de una década, cinco de ellas por su trabajo entre bastidores: su papel como productor en Guasón, Nace una estrella, Francotirador y El callejón de las almas perdidas (2021) de Guillermo del Toro le valió ser nominado como parte de sus respectivas candidaturas a Mejor Película. También recibió una nominación al Mejor Guión Adaptado por Nace una estrella (sus nominaciones como actor fueron por esa película, junto con El lado luminoso de la vida, Francotirador y Escándalo americano, la película de estafadores dirigida por David O. Russell en 2013).

A pesar de todo, parece tener el síndrome del impostor. En sus mejores papeles, siempre hay elementos de duda y autocuestionamiento. Es tan propenso a interpretar a desvalidos como a machos alfa. En El callejón de las almas perdidas interpreta a un vagabundo intrigante y tramposo, aunque extrañamente simpático. O como el hombre de mediana edad que vive con sus padres en El lado luminoso de la vida.

Como cineasta, Cooper está mucho más interesado en los personajes que en la narrativa. Es un director de actores que sabe exactamente lo que se necesita para construir una interpretación redonda y psicológicamente rica en la pantalla. Maestro dista mucho de tener una trama tensa. Es tanto un drama al estilo de Escenas de un matrimonio sobre los altibajos de una relación como una biopic de un gran artista. No obstante, la película está rodada con mucha inventiva. Pasó años preparando el proyecto. Tiene muchos momentos que se quedan grabados en la memoria: la expresión de éxtasis en el rostro de Bernstein cuando dirige una gran orquesta; cómo se parece a un niño travieso cuando Felicia (la magnífica Mulligan) lo sorprende con su amante masculino; el extraordinario patetismo de las escenas que lo muestran como un anciano cercano a la muerte.

En las entrevistas, Cooper suele ser muy reservado. Cuando The New York Times habló con él con motivo de Nace una estrella, se negó a responder a preguntas que consideraba demasiado personales o intrusivas. “Si realmente querés conocerlo, no podés sentarte con él y preguntarle”, escribió la entrevistadora y escritora Taffy Brodesser-Akner. “Tenés que ver su película. Tenés que sentirlo. Tenés que estar dispuesto a aceptar respuestas que sean espirituales y no literales”.

Incluso cuando evita las preguntas sobre su vida privada, Cooper siempre está dispuesto a hablar de su trabajo. “Era casi como si Leonard Bernstein, a diferentes edades, estuviera dirigiendo la película”, afirmó recientemente sobre Maestro, sugiriendo que de alguna manera había sido poseído por el hombre cuya historia estaba contando. Es el tipo de comentario absurdo que sus viejos amigos comediantes -Shepard, sus coprotagonistas en ¿Qué pasó ayer? Ed Helms y Zach Galifianakis– nunca le habrían permitido hacer. Pero si Cooper se toma a sí mismo demasiado en serio, probablemente se ha ganado el derecho a hacerlo.

“No podés confiar sólo en tu aspecto”, solía decirle Galifianakis. Es un testimonio de lo lejos que ha llegado Cooper que ahora se hable de él como artista tanto como de uno de los tipos más “sexies” de Hollywood, aunque sea de mala gana.

* Maestro sube a la plataforma Netflix el próximo 20 de diciembre.

Maestro” se proyecta en el BFI London Film Festival los días 9, 10 y 14 de octubre, llega a algunos cines británicos el 24 de noviembre y se puede ver en Netflix a partir del 20 de diciembre.



Fuente Pagina12