Boca se probará esta semana ante los dos grandes del fútbol cordobés. Este martes en el estadio Mario Kempes se enfrentará a Belgrano por la Copa de la Liga. Y el domingo lo hará en Mendoza ante Talleres por los cuartos de final de la Copa Argentina. Pero en verdad, todo lo que suceda desde ahora y hasta el sábado 4 de noviembre será una gran previa para la final de la Copa Libertadores ante Fluminense en el fabuloso Maracaná de Río de Janeiro. El séptimo título de América desvela y obsesiona a los dirigentes, los jugadores y a los millones de hinchas xeneizes. Y todos los cañones ya están apuntados a ese objetivo deportivo e institucional que desde 2007 se le viene negando.
Si aquella vez, el aporte de Juan Román Riquelme para la conquista fue tan deslumbrante como decisivo, ahora, las atajadas de Sergio “Chiquito” Romero están en el mismo plano. El arquero detuvo seis de los once tiros desde el punto penal que le ejecutaron en las definiciones ante Nacional de Montevideo, Racing y Palmeiras e instaló a Boca en la duodécima final de América de su historia. Pero tampoco debería obviarse la notable eficacia de los ejecutores boquenses que anotaron doce de los catorce remates: sólo erraron Guillermo “Pol” Fernández ante Nacional y Edinson Cavani contra Palmeiras.
En ese temple para convertir y atajar en las definiciones y de ningún modo en la calidad de su juego radica la auténtica fortaleza que ha llevado a Boca a la final. Por lo que es muy posible que el técnico Jorge Almirón apueste a definir la Copa desde los once metros. Sin perder de vista que en caso de empate con Fluminense al cabo de los noventa minutos, habrá alargue y recién después los penales. Nadie cambia lo que resulta exitoso y Boca ha demostrado sentirse comodo planteando los partidos de la mitad de cancha a su propia área. Incluso, con las salidas de Merentiel y Barco en el segundo tiempo ante Palmeiras, Almirón acomodó demasiado pronto a su equipo para la épica del aguante. Pero como le terminó saliendo bien, nadie le cuestionó nada.
Podría exigírsele otra postura a un equipo de la inmensidad de Boca. Pero es tal la fiebre que provoca la Copa Libertadores que cualquier recurso (lícito desde luego) valdrá para ganarla. A su manera, Boca puede salir campeón de América porque Fluminense tiene muy buenos jugadores y un goleador en estado de gracia como Germán Cano. Pero está muy lejos de ser una superpotencia futbolística, Aunque como local, goleó a River 5 a 1 en la fase de grupos, le ganó con lo justo 2 a 0 a Argentinos en octavos y 1 a 0 a Olimpia en cuartos y empató 2 a 2 en semifinales con Internacional de Porto Alegre, con un gol de Cano de espaldas al arco. O sea, no barre a los rivales.
A ese equipo que será local en la gran final, Boca le opondrá su saber estar copero, el peso de sus colores y de su historia y las atajadas de “Chiquito” Romero. Si con eso llegó hasta aquí, ya no hay razón para cambiar, solo para creer. Como creen los boquenses cuando llega la hora de los partidos grandes.