A las afueras de un bar de vermú del barrio de La Chacarita, circula el rumor de que hay un famoso entre los comensales. Tras sortear algunas mesas, el patio que está en el fondo se lo reparten habitués del lugar, una horda de turistas australianos y un extranjero que juega de local. Atravesados por una extraña tarde calurosa, si se toma en cuenta que la ciclotimia climática es la tendencia de este verano junto a los mosquitos. Por más que su outifit evoca el estereotipo del estadounidense fascinado por las tortillas santiagueñas de Constitución o por los vestigios de la bohemia porteña de antaño, Benjamin Biolay hasta con una camiseta de básquet puesta desborda onda. El crooner francés luce la de New York Knicks, lo que puede parecer una elección azarosa. O quizá no. Y es que desde fines de los noventa, tras fichar a Frédéric Weiss, el equipo neoyorquino es la gran vitrina de los basquetbolistas franceses en la NBA.
Sin embargo, es de conocimiento público que el artista que el próximo 20 de enero alcanzará los 51 años de edad es un gran cultor de los deportes. Así como de la política. De hecho, cuando le comentan que esta entrevista es para Página/12, Biolay sorprende al revelar que se bajó la app del diario para seguir las noticias sobre la Argentina. Su idilio con Buenos Aires es tan fuerte que su español mejoró notablemente, por lo que decidió atender a este mano a mano en ese idioma. Siempre con la ayuda de las músicas argentinas de su banda, y aunque por momentos completa las respuestas un poco en francés y otro tanto en inglés. Después de improvisar un show en 2019 en Bebop Club, este jueves 11 de enero a las 20 en Niceto Club, el icono de la chanson volverá a pisar los escenarios porteños para ponerse al día con esos fans que devinieron en amigos e incluso en familia.
“Ahí está el tío Benjamin”, le dice una mujer a su hijo, apenas irrumpen por el lugar, sin percatarse de que está en medio de la entrevista. “Venimos de la gira europea, y ahora volvemos para allá”, explica el músico y actor. “En Niceto básicamente haremos el mismo show que estamos haciendo en Europa, pero con algunos cambios porque Buenos Aires es una ciudad muy especial y siempre invita a que hagamos cosas distintas. Gimena, quien ya es parte de mi banda, estará a cargo de la apertura. Así que tocará dos veces. Ya hizo esto mismo en Francia”. A pesar de que llegó a fines de enero para pasar las fiestas, Biolay pudo percibir inmediatamente el pulso y la energía de la calle. “Me recuerda a esa división que hay en Europa entre católicos y protestantes. Son dos pueblos en un mismo país”, metaforiza. “Leí mucho sobre esa nueva ley, la ‘ómnibus’, y puedo sentir el impacto que tuvo en la gente”.
-¿Y cómo se ve la Argentina desde Francia en este momento?
-Todos los medios franceses tienen la vista puesta en Argentina y en su nuevo gobierno. Allá desconfían de este cambio, se mira con recelo. Esto sucede al mismo tiempo que en Países Bajos también llegó la derecha al poder. Estamos muy expectantes sobre lo que va a suceder.
-Mientras esto acontece acá, Marine Le Pen fue noticia en tu país porque intenta mostrar una imagen más moderada para llegar a la presidencia. En este momento, su partido político, Agrupación Nacional, lidera la intención de voto.
-Ese cambio de discurso es muy peligroso para nosotros. Ahora la derecha francesa también quiere modificar la Constitución, pero no creo que eso sea posible. Tampoco me parece que la actitud de Le Pen sea sincera. No creo que nunca haya sido sincera acerca de sus intenciones reales.
-En tu país, sos considerado un artista tan poético como político. Llegaste a decir que “Cuando uno es cantante, más le vale cerrar la boca” y que “no hay artista que me haga cambiar mi voto”. ¿Por qué creés que los músicos confían en que pueden tener incidencia en la gente al momento de votar?
-El cambio en Francia, en ese sentido, es complejo porque casi todos los artistas son de izquierda. Los que sí se muestran más empáticos con este modelo de derechas son los artistas más grandes. No sólo de la escena musical, sino también de otras expresiones del arte. Recordá que la música francesa está muy influida por el rap. Son cantantes y grupos que provienen de barrios o de villas miserias. Eso inhabilita la posibilidad de que la música pueda apoyar a la derecha. Estoy convencido de que algo así sucede en Argentina. No creo que los músicos hayan apoyado a Milei. Es algo casi imposible.
-Para tu sorpresa, hubo músicos que lo apoyaron públicamente.
-Oh, lamento escuchar eso. Es una pena.
-Desde los años 60, la música acompañó y hasta instigó las transformaciones políticas y sociales. Tanto que llegó a ser vetada, y sus artífices fueron encarcelados y hasta asesinados. ¿Qué pasó ahora con esa dialéctica?
-Creo que aún eso es posible. Aunque sólo lo pueden hacer artistas como Bob Dylan. Es una forma de vida que no todos estamos en la capacidad de sostenerla. En mi caso, tengo una manera de ver la sociedad como si fuera una revista. Como si fuera un periodista. El gran problema que hay ahora es la censura. Si hago una canción con un poco de contenido político, corro el riesgo de que me censuren. Es muy complicado para nosotros incluso hablar. Por manifestar que no me gusta Marine Le Pen, me puede pasar cualquier cosa o me pueden decir de todo. Pero no es un secreto para nadie que ella no es una persona sincera, y que el pueblo francés no la quiere.
-¿Te censuraron a vos o alguna canción tuya en Francia?
-Nunca, nunca. He tenido problemas pequeños, pero cuento con el apoyo de mi compañía de discos.
-Se acaba de cumplir un año desde que la Argentina ganó la Copa del Mundo de Qatar. Cuando alguien escucha tu acento acá, ¿te hace bullying?
-El año pasado fue horrible. Una semana después del triunfo de Argentina, yo estaba acá. Y cuando los conductores de taxis percibían mi acento, para zafar les decía que soy de Bélgica y que Mbappé es un jugador horrible. Me parece que el triunfo de Argentina fue merecido. Desde el inicio del Mundial, todo el peso de Francia cayó en Mbappé. En cambio, Argentina tuvo una estructura más intensa. Todos los jugadores eran importantes. Soy fan de Otamendi y de algunos otros jugadores del equipo.
-Solés decir que Argentina es tu segundo país. ¿Eso te trajo problemas en Francia?
-Allá la gente es tan racista que si hubiera dicho que Marruecos es mi segundo país seguramente me hubiesen querido matar. Pero para los franceses es lo mismo un argentino que un colombiano o un mexicano. Por más europea que parezca Buenos Aires o Santiago de Chile, en mi país, al menos actualmente, no se imaginan nada de eso. Entonces no hay problema con que diga que Argentina es mi segunda patria.
-Tu último disco de estudio, Grand Prix, está inspirado en tu pasión por la Fórmula 1. Dato que no deja de sorprender.
-Oh, sí. Desde que era pequeño, me vuelven loco tanto la Fórmula 1 como el fútbol.
-¿Qué tiene que ver la música con la Fórmula 1?
-La vida es como el sonido del motor. Hay rapidez y un destino. Aparte, la música en el auto para mí es una experiencia sublime. No puedo comprender estar en un coche sin música. Hay canciones que están hechas para ir rápido por la carretera.
-¿Sabías que el automovilismo desata pasiones entre los argentinos?
-Sí, lo sabía. Sigo a un piloto argentino nuevo, de Fórmula 2, llamado Franco Colapinto.
-¿Y a cuál novel piloto francés recomendarías?
-A Charles Leclerc. En realidad, no es francés. Es de Mónaco.
-¿Es cierto que dejaste de seguir la Fórmula 1 tras la muerte de Ayrton Senna?
-Es cierto. No volví a ver más Fórmula 1 durante 3 o 4 años. Fue tan triste la manera en que murió, en vivo y directo en la televisión, chocando contra esa pared. Desde ese entonces, el 1º de mayo tuvo otro significado para mí. Es un día horrible para morir. No te podés morir cuando los trabajadores celebran los logros que alcanzaron.
Pero fue la muerte de otro piloto de Fórmula 1, el francés Juñes Bianchi (tras un accidente en el Gran Premio de Japón en 2014), la que inspiró a este disco. Al igual que el resto de la obra de Biolay, Grand Prix se desenvuelve entre la melancolía y el baile. Aunque si hay un rasgo que distingue a este repertorio por encima de los demás es su acercamiento al rock (o más bien indie), con la intención crooner de Morrissey o de Alex Turner (mandamás de los Arctic Monkeys). “Soy fan de Alex Turner”, revela el artista que en esta ocasión se abocó asimismo al techno pop, algo parecido al acid jazz y propiamente al pop. “Es un disco ciertamente más rockero, pero me pienso como cuando me gustaba el rock en mi época adolescente. Al momento de hacer estas canciones, pensaba en Iggy Pop y David Bowie. Amo a los crooners en el rock. Me parece que están desapareciendo un poquito. Hoy hay sobre todo mucho rap.”
Si se pensaba que había hecho de todo en su carrera musical, el de Villefranche-sur-Saône, dueño de un humor exquisito, pateó el tablero el año pasado al sacar su primer disco en vivo (registrado a partir de varios shows celebrados en febrero de 2022) acompañado por la Orquesta Nacional de Lyon. La elección de la compañía no fue fortuita: se trata de la institución en la que Biolay dio sus primeros pasos en la música, mientras estudiaba trombón en su conservatorio. À l’auditorium repasa clásicos suyos, en clave sinfónica, entre los que sobresalen “La Superbe”, “Comment est ta peine?”, “Ton Héritage”, su apropiación del tango “Volver” y “Lyon presqu’île”. La reversión de este último tema significó uno de los momentos memorables en la trayectoria del artista galo, cuando el público, de manera espontánea, improvisó el coro. Lo que devino en una especie de consagración.
-¿Por qué decidiste emprender ese proyecto?
-Era un sueño pendiente. Era tocar con una orquesta, pero eran mis canciones las que interpretábamos. Fueron seis noches. De todas formas, esto lo considero como un proyecto paralelo. Como te dije, era para sacarme las ganas. Pero la idea fue de mi productor.
-¿Seguís tocando el trombón?
-Un poquito.
-Podrías hacer como Graham Coxon, una vez más ex violero de Blur, que en su nuevo proyecto The Weave toca el saxo.
-Los guitarristas son muy importantes. El violero de Radiohead, Jonny Greenwood, es el genio de la banda. La voz de Thom es increíble, pero todas las estructuras de las canciones y de la producción son del guitarrista. Siempre tiene entre manos un plan maestro.
-Hiciste chanson, música clásica, pop y rock. ¿Ahora qué te gustaría hacer?
-Me gustaría seguir haciendo chanson, pero en Brasil. Voy a cantar en francés. Es un proyecto que estoy cerrando con Rodrigo Amarante, su banda y otros músicos de Río de Janeiro. Me parece que ése será mi próximo álbum. Mi socio y guitarrista en la banda, Pierre, tiene una casa en Brasil. Y conoce muy bien el país. Te doy la primicia. Quizá en Argentina no guste que ahora haga algo con los brasileños. Espero que no sea el fin del amor.
Las argentinas del equipo
Este jueves, a Benjamin Biolay lo acompañarán en escena las dos músicas argentinas que forman parte de su banda y con las que se encuentra de gira en esta etapa de su carrera. La bajista Nath Cabrera fue integrante a comienzos de los 2000 del grupo No Lo Soporto. “En ese momento era raro tener un grupo de solo chicas, por lo que hoy está bueno que haya más de eso”, dice la artista. “Después hice cosas con Lucas Martí, Marina Fages, Diego Frenkel y Marianela Pelzmajer. Grabé voces para Adicta, y también toqué con Kabusacki y Fernando Samalea”. Por medio del otrora batero de Charly, Cabrera llegó al cantante y compositor francés. “Lo conocí en la época en la que grabó (sus discos argentinos) Volver y Palermo Hollywood. Y en 2017, nos invitó a su tour de verano. En 2022, tras la pandemia, me reincorporé a su banda. Y, al mismo tiempo, tengo un dúo con mi novio, quien vive en Francia. Ya lo daremos a conocer. Este año sacaré algo mío, algo que nunca hice”.
La otra componente es la tecladista Gimena Alvarez Cela. En su recorrido musical, fue parte de los grupos No Lo Soporto y Milhojas. Como sesionista, estuvo con Celeste Carballo, Benito Cerati, Man Ray e incluso con la estrella colombiana de pop Karol G. El año pasado, salió su primer disco solista, Shima (producido por Tweety González), que presentará a manera de acto de apertura en Niceto Club. “Cuando estaba terminando de grabar mi disco, me encontré con Benjamin y me hizo la propuesta de irnos a Francia”, explica quien fuera recomendada por Samalea y Cabrera en 2018. “Aproveché y presenté mis canciones en varias ciudades de España y Francia. Y surgió la idea de abrirle dos shows allá. Pero nunca mostré mi disco en Argentina. Así que ésta será una situación hermosa”.