Página/12 en El Salvador

Desde ciudad de El Salvador

Sin resultados oficiales, Nayib Bukele, presidente de El Salvador, dijo en su cuenta de X que había ganado la reelección con el 85 por ciento de votos a nivel nacional y también habría logrado 58 de 60 diputados en el Congreso, aunque la Constitución salvadoreña prohibía la reelección inmediata.

Adela Barrera graba con su celular a un grupo de gente tocando tambores y sonando vuvuzelas, mientras rodean a cinco personas que se turnan para bailar dentro del círculo con una pancarta celeste que dice “Nuevas Ideas”. “Cinco más, cinco más”, repite el grupo cuando los tambores dejan de sonar. Son las dos de la tarde del domingo, la hora a la que Nayib Bukele tiene previsto votar. Y en la avenida Olímpica, en el centro de la capital salvadoreña, hay decenas de policías y militares, y cuatro calles llenas de votantes y vendedores de camisetas y gorras con la fotografía de Bukele.

Doña Adela llegó a uno de los centros de votación más importantes de San Salvador que está al aire libre, no para votar, porque eso lo hizo temprano, sino para ganar los 10 dólares diarios que necesita para vivir.

Debe pagar la renta de la casa y la electricidad, y lo que gana vendiendo gorras -sin la figura de Bukele- y sombrillas, apenas le alcanza para reunir para un paquete de productos de limpieza y alimentos no perecederos que lleva cada mes a su hijo recluido en el penal de Mariona, al sur de la capital del país, del quien no sabe nada desde hace 17 meses, cuando un grupo de policías lo detuvo en su casa.

La señora de 52 años no solo está disgustada por tener a un hijo preso en el régimen de excepción decretado por los diputados oficialistas: insiste en que es inocente y no es un pandillero. Su disgusto también es porque esta mañana madrugó para conformar una Junta Receptora de Votos (JRV) y no la dejaron entrar al centro de votación.

Movidas extrañas

El tribunal electoral de El Salvador escogió a Barrera en un sorteo por número de documento, para que fuera la vicepresidenta de la junta en un centro de votación capitalino, pero ni a ella ni al presidente de la junta, que ya habían tomado capacitaciones para ocupar su cargo, los dejaron tomar su lugar en la mesa electoral. Barrera dice que vigilantes con distintivos de diferentes partidos políticos les alegaron que ya estaban ocupados los cinco puestos que la mesa necesitaba.

“Es paja (mentira) que está bueno este país. ¿Cómo está la economía? Todo caro. ¿Y mi hijo? ¿Cuánto vale el paquete de productos?”, se pregunta retóricamente. “130 dólares”, responde.

El bullicio de la avenida Olímpica es fuerte y silencia a Barrera, porque en la cuadra comienzan a desplegarse militares y policías que escoltan una camioneta de la que baja Bukele y dos de sus hermanos; más cerca de Bukele, hay un grupo de seguridad privada. Luego se arma una barrera humana que quiere ver al presidente salvadoreño, que llega con una gorra blanca y saluda a la multitud. Primero vota su esposa y después él. Hay cohetes, música a todo volumen desde parlantes y gente gritando. La escena dura media hora.

Los centros de votación cerraron a las 5 pm. y el joven publicista Bukele se proclamó presidente reelecto con el 85 por ciento de los votos, a pesar de que no hay resultados oficiales. También dijo haber ganado 58 de 60 diputados en la Asamblea Legislativa. Para estas elecciones, la bancada oficialista de Nuevas Ideas reformó el sistema electoral, redujo el número de diputados (antes 84) y cambió del sistema “Hare” al “D’Hondt”, caracterizado por beneficiar a partidos mayoritarios.

La reelección inmediata de Bukele está prohibida en la Constitución salvadoreña. Sin embargo, desde septiembre de 2021, el mandatario tuvo el camino abierto para estar cinco años más en el cargo, ya que el Tribunal Constitucional que sus diputados impusieron tras destituir a los magistrados anteriores, habilitó su candidatura.

“El Salvador jamás tuvo democracia. Esta es la primera vez en la historia que El Salvador tiene democracia, y no lo digo yo, lo dice el pueblo”, dijo el mandatario horas antes de conocer los resultados electorales, en una de las pocas conferencias para la prensa, en la cual los periodistas salvadoreños no tuvieron la posibilidad de hacer preguntas.

Esta declaración surgió cuando un medio extranjero lo cuestionó sobre una nota publicada el sábado en el New York Times, en la que el vicepresidente, Feliz Ulloa, aseguraba que “eliminarían la democracia”.

El primer gobierno de Bukele tuvo la simpatía de los salvadoreños por las medidas de seguridad implementadas a partir del régimen de excepción, impuesto luego de una ola de 87 asesinatos cometidos por las pandillas a finales de marzo.

Mientras el presidente resalta los logros de seguridad de su gobierno y  ha ofrecido a Patricia Bullrich “colaboración” en el tema –sin brindar detalles– las organizaciones de derechos humanos han denunciado a nivel internacional las violaciones que implica que El Salvador viva en un régimen de excepción.

Este régimen prolongado hasta hoy, trajo reformas al sistema judicial que permitieron la militarización del país y facultades para que existan detenciones masivas y que los salvadoreños sean juzgados por jueces sin rostro. El Instituto de Derechos Humanos de la Universidad José Simeón Cañas registra la detención de 75 mil personas, entre ellos el hijo de Barrera.

Desde 1992, cuando El Salvador firmó la paz en su guerra civil, las elecciones no se habían realizado sin que los ciudadanos carecieran de garantías constitucionales. Este domingo, por ejemplo, en otro de los centros de votación de San Salvador, los primeros en votar fueron una ventana de militares que entraron al centro de votación improvisando un desfile.

Las elecciones se realizaron con la participación de 95 observadores internacionales distribuidos en todo el país. La comisión fue encabezada por Isabel de Saint Malo y señaló a las 10 am. que no habían recibido reportes de anomalías, sino que el 99 % de las mesas electorales habían sido instaladas, que había vigilancia de los partidos políticos y que los salvadoreños estaban saliendo a votar.

Pero funcionarios de oposición como Claudia Ortiz del partido Vamos, que competiría por su segundo periodo en la Asamblea Legislativa, denunciaron que hubo Juntas Receptoras de Votos que no estuvieron conformadas por las personas previamente capacitadas y también se refirió a un audio publicado la noche del sábado por un medio independiente en el que se escuchaba a la jefa del gabinete de Bukele, Carolina Recinos, decir en una capacitación del partido Nuevas Ideas a los jefes de centros de votación del tribunal electoral salvadoreño en el exterior, que al gobierno les “convenía y urgía” que la votación en el exterior fuese “masiva y rápida”.



Fuente-Página/12