El 28 de marzo de 1976, una patota de fuerzas conjuntas acudieron a la ex sede de la Facultad Luterana de Teología, ubicada en José C. Paz y se llevaron a 19 personas que habían huído de la dictadura chilena años antes y que en el conurbano la Comisión Argentina para Refugiados y Migrantes (CAREF) les había dado asilo. Entonces y durante muchos años, se supo que todas habían estado secuestradas en la guarnición militar de Campo de Mayo durante 11 días y que, al menos unas cuatro habían sobrevivido. Del resto, nada. Hasta estos días, en los que trabajadores archivistas de CAREF hallaron un documento inédito en el que quedó registrado el nombre de cada una de las víctimas y certificado que todas ellas fueron liberadas y partieron al exilio. El papel ya está en manos del Archivo Nacional de la Memoria (ANM). Su presidente, Marcelo Castillo, adelantó que el refugio será señalizado como sitio de memoria.

“Entregamos este documento en la convicción de que tenemos que mantener la memoria, tenemos que seguir buscando la verdad y que se haga justicia”, sostuvo Susana Jacob, presidenta de la junta directiva de la comisión, durante la conferencia de prensa en la que formalmente Castillo recibió el listado con los nombres de los sobrevivientes de aquel operativo de la última dictadura cívico militar vinculado con los crímenes de lesa humanidad que tuvieron lugar en El Campito, uno de los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio que funcionaron en Campo de Mayo.

El documento tiene membrete de CAREF, está encabezado con la leyenda “Lista de detenidos” y enumera, a máquina, con nombre y apellido, las personas secuestradas de diferentes lugares. El primero mencionado es el “Refugio José C. Paz”. Luego, a mano, cada nombre tiene asignado algún país: Gran Bretaña, Canadá, Australia, Dinamarca, Francia, los destinos adonde esas personas fueron exiliadas.

Tras recibir el registro, Castillo destacó su “importancia” como “documento” que da cuenta del horror de esa guarnición militar durante el Terrorismo de Estado, uno de los objetivos que la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación durante la gestión de Horacio Pietragalla Corti se propuso. Por estos días avanza la construcción del memorial que tendrá lugar en lo que será el Espacio para la Memoria proyectado dentro del predio del Ejército, donde además de El Campito –del que solo quedaron cimientos– funcionaron otros cuatro centros clandestinos, por lo menos.

“La documentación y el trabajo de archivo respaldan el ejercicio de memoria, una forma de hacerle frente a los discursos fascistas que hoy nos interpelan con dignidad, porque sabemos que de este lado está la verdad, del otro lado no”, remarcó Castillo. El documento fue así recibido por el ANM que entablará un trabajo articulado con el equipo de querellas de la Secretaría de Derechos Humanos, a cargo de Federico Efron, y el Registro Único de Víctimas del Terrorismo de Estado (RUVTE). “Esta información pasa al área jurídica porque ahora tenemos la responsabilidad de que a estas personas se las reconozca como víctimas y tengan justicia”, puntualizó el titular del archivo. Al momento, solo una de esas víctimas declaró ante la Justicia argentina.

De la conferencia también participaron la directora ejecutiva de CAREF, Gabriela Liguori, y la embajadora de Chile en Argentina, Bárbara Figueroa, quien reconoció a la institución por haber “protegido y contenido” a “muchos de los exiliados chilenos” de la dictadura de Pinochet. “Estar lejos de la patria tiene muchos dolores, y mucho más en dictadura, porque no sabes si vas a poder retornar y si vas a poder volver a tus familiares vivos cuando volvés”, expresó.

Historia de un hallazgo

El documento fue hallado por trabajadores del Archivo Histórico de CAREF entre papeles de la institución. “Lo primero que encontramos fueron tres correspondencias en las que se informaba, a modo de telegrama, sobre los secuestros, los trámites que se estaban haciendo con el ACNUR para la liberación de esas personas y finalmente la nota en la que se anuncia la liberación”, contó a este diario la coordinadora del archivo histórico de la comisión, Aymará Pais. Una trabajadora del ANM –que trabaja en coordinación con el archivo histórico de CAREF– recordó el caso a partir de su investigación con legajos de la Conadep. El rastreo de información llevó a otra trabajadora de la Comisión, quien halló en internet una foto de una familia en el predio de la Universidad Luterana, fechada en 1975. Esa familia integró el grupo de secuestrados el 28 de marzo del 76.

“A partir de esos hallazgos ya contábamos con la identidad de cinco de las 19 personas”, contó Pais, quien no se dio por vencida. “Por conocer el archivo, por trabajarlo, estaba convencida de que tenía que haber una lista de esas personas. CAREF hacía muchas listas pero no de manera sistemática, sino frente a acontecimientos que lo requirieran. Por ejemplo, ante el golpe del 76, se hicieron listas de todas las personas que vivían en cada uno de los refugios por las dudas”, reseñó. No se equivocó. Finalmente, dio con el documento.

Los chilenos

El operativo del 28 de marzo de 1976 en la sede de la Universidad Luterana de Teología, ubicada en la localidad bonaerense de José C. Paz, era, hasta el hallazgo del documento, escasamente conocido. “Este grupo aparecía como un grupo de chilenos, pero no teníamos la identidad de todos ellos. Hoy también sabemos que uno era uruguayo”, advirtió Castillo durante la rueda de prensa. Del papel surge también que en aquel operativo secuestraron a un trabajador del refugio y al secretario ejecutivo de CAREF, pastor Armin Ihle. Una sola de las 19 personas que fueron secuestradas entonces integró el enorme conjunto de casos de violaciones a los derechos humanos que se juzgaron en el juicio por la Megacausa de Campo de Mayo y que tuvo sentencia condenatoria para los 19 acusados, a principios de julio de 2022.

Juan Hankte declaró desde la ciudad de Surrey, Canadá, en el marco de la instrucción del expediente, y su testimonio fue incorporado por lectura al debate. Entonces, contó que llegó desde Chile a Argentina en 1974, con su esposa e hijos y que vivieron en la pobreza durante algún tiempo –él durmiendo en la calle, inclusive– hasta que logró dar con la asistencia de Caref vía Naciones Unidas –a través de convenios con la ACNUR–. Entonces, se instalaron en la Universidad de Teología, en donde la comisión mantenía una de sus siete casas refugio con las que garantizaba vivienda, alimentación, educación y salud de casi la totalidad de las personas y familias provenientes de Chile, perseguidas por la dictadura de Pinochet, atendidas entre 1973 y 1989.

En su relato, Hantke contó que cuatro días después del golpe de Estado en Argentina, “un grupo armado con ametralladoras ingresaron al predio de la universidad” y se llevaron a quienes vivían allí. “Había hombres, mujeres y niños”, precisó. Mencionó que los integrantes de la patota “revisaban todas las habitaciones, buscaban papeles y aún sin encontrar nada los llevaron a un destacamento”, donde los tuvieron “afuera en el cemento, que hacía mucho frío y todo el tiempo los apuntaban”, que le pegaron, que los “apuntaban con ametralladoras”.

“Recordó que luego los llevaron a Campo de Mayo y los tenían encapuchados con una bolsa y atados de la parte de atrás. Que escuchó, durante las noches, que le pegaban a alguien y que una vez alguien fue mordido por un perro que estaba por allí. Dijo que les dieron algo de comer que estaba muy salado como así también que se escuchaban aviones y entre ellos les decían que los iban a llevar a Bolivia o tirarlos al mar”, figura en los fundamentos de la sentencia. Que a los días los ataron “fuertemente” de las manos y los subieron a un camión, que los llevaron a “una comisaría en San Miguel” donde los hicieron firmar papeles, que de ahí lo llevaron a Migraciones y que por intermedio de Naciones Unidas pudieron quedar en libertad después de 18 o 19 días secuestrados.

En la sentencia figuran algunos otros testimonios de vecinos de la casa refugio que acreditaron el operativo. Durante la conferencia de prensa del jueves pasado en el ANM, Jacob también aportó su relato ya que aquel día –”fue un domingo”, recordó– la patota también pasó por su casa. Ella, su esposo y sus cuatro hijos vivían en un chalet en la esquina del predio de la Universidad Luterana, pero ese 28 se habían ido a visitar familia a la ciudad de Buenos Aires. “Cuando bajamos en la esquina de casa veo pasar un camión del Ejército. Cruzamos la calle, estaban nuestros amigos en la puerta. A nuestra casa que la habían dado vuelta y se lo habían llevado a nuestro amigo Pancho. En ese camión los llevaban a todos”, recordó la mujer. El refugio en el predio había sufrido un allanamiento en diciembre de 1975. 



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