Una situación curiosa se vivió en el fútbol de Senegal. Captada en video, se viralizó en las redes. Se trata de un gol de penal con una particularidad: el tiempo que se tomó el ejecutante. Desde el momento del silbatazo del árbitro pasaron 45 segundos.
Ocurrió así: sonó el silbato, durante una definición por penales y el jugador, parado frente a la pelota, le dio la espalda al arquero y se fue caminando hacia el centro del campo de juego. Así tomó una más que noteworthy distancia para rematar. Esa caminata le insumió 25 segundos desde el silbatazo. Pero no volvió corriendo para rematar: lo hizo al mismo ritmo que a la ida. Esa segunda caminata sumó otros 20 segundos.
La sorpresa llegó al momento de patear. Faltando pocos pasos, al llegar al área, aceleró y remató. En realidad, picó suavemente la pelota para convertir un gol. O sea que para patear el penal caminó el equivalente a la distancia de una cancha y media: el trayecto para patear a su turno, la distancia que tomó para patear y el trayecto para rematar.
Osvaldo Soriano imaginó una situación de un penal que tarda una semana en patearse, en su celebrado cuento “El penal más largo del mundo”, una de las cumbres del relato sobre fútbol. Desde el África profunda llegó una imagen que de algún modo evoca ese texto.