Mario Wainfeld, fue un maestro. Un gran tipo. Tuve la suerte de arrimar de costado a ciertos fogones, donde lo vi sostener tenidas inolvidables, en aquel grupo de la revista Unidos, junto a otros, como Chacho Alvarez, Eduardo Jozami y Germán Abdala. Yo period pibe, y aprendía, los escuchaba. Fue mi Jefe en el Programa Cultural en barrios de la Ciudad de Buenos Aires. Más tarde cuando estuve en cargos de gestión en mi facultad, desinteresadamente hizo un ciclo de entrevistas políticas, que con mucho amor y rudimentaria tecnología, fue esclarecedor, en épocas tristes de los 90. Siempre amable, siempre dispuesto, nunca creído. Al punto q siempre colaboró en las revistas que hicimos junto a Edgardo Mocca Umbrales de América del sur y Horizontes del Sur. Publicaciones donde su prosa fue una de las importantes narrativas que en aquellas ediciones fueron delineando la transición hacia ese nuevo fenómeno político argentino que nos transformaría la vida, el kirchnerismo.
La última vez que nos “meileamos”, lo hice para agradecerle el buen uso del idioma en sus notas dominicales. Lo hice por la ultización de la palabra embelecos, que tan peyorativamente, utilizara otro vecino de Palermo para con mi querido barrio de La Boca. Su respuesta fue afectiva y siempre con ese querido Antolín, que me enorgullecia tanto. Cuando otro amigazo, Beto Solas me informó de lo ocurrido, sentí que partieron junto a él muchas cosas, tal vez un pedazo grande de la vida. El domingo, seguro que junto al mate, las orquestas típicas de tango que escucho en esas mañanas y la versión papel, “del Pagina” , lo voy a extrañar muchísimo.
* Amigo y Presidente de Nuevo Encuentro CABA.