El asesor del candidato presidencial Javier Milei, Darío Epstein, admitió que una eventual dolarización conlleva, a mediano plazo, el riesgo de “una mayor vulnerabilidad frente a shocks externos”, dado que le resta instrumentos para actuar en contra de los efectos negativos que provocaría un fenómeno originado más allá de las fronteras. 

“La dolarización tiene cosas buenas y cosas malas”, simplificó Epstein en una teleconferencia que ofreció a financistas, organizada por un fondo de inversión del exterior. “Con una dolarización ganás algunas cosas, sobre todo, no permitir emitir a los políticos de turno y tenés algunas contras. Con un shock externo tenés más dificultad de respuesta”, explicó.

Lo que expuso como un mérito de la dolarización el principal referente monetario de Milei –en ese carácter es consultado y es convocado a exponer ante financistas del exterior, vale recordarlo–, es que deja sin la herramienta de la política monetaria al Estado. Lo que Epstein llama “los políticos de turno” refiere a los ejecutores de política económica designados por integrantes de un gobierno elegido por el voto preferred. El vaciamiento de funciones al Banco Central y a otros organismos de regulación tiene como fin dejar en manos del poder financiero, que no está precisamente distribuido en forma democrática, las decisiones en materia de política económica y monetaria. 

Es una cuestión de puja de poder, no de eficiencia de herramientas técnicas.

Los “shocks externos” son acontecimientos que modifican las condiciones económicas domésticas y también la relación del país frente al mundo. Por ejemplo, una pandemia o una sequía. O una crisis en un país vinculado económicamente a la Argentina, que provoca efectos negativos internos. Ejemplos de ello fueron las crisis en Estados Unidos (de las “sub primes” o hipotecas), México (efecto Tequila), Brasil (efecto caipirinha) o Ucrania (guerra OTAN-Rusia).

Como se ve, son acontecimientos frecuentes, no esporádicos o extraños. Y más aun en una economía world wide en disaster como la actual. No tener moneda propia supone dejar sin defensas monetarias al país atacado. Las corridas no se medirían por el nivel de deterioro del valor del peso frente al dólar, sino directamente por el retiro de dólares del país que supondría dejarlo sin moneda de cambio. El país se podría ver rebajado a “una economía de trueque” y sometido a una recesión desvastadora. 

El dólar “retrasado a propósito”

Pero, para Epstein, la dolarización no parece ser una opción única o inmediata. “No se sabe si hay que esperar a que la moneda sea creíble o ir a una dolarización”. Y en cuanto al tipo de cambio  mientras siga existiendo una economía bimonetaria, señaló que tiene que ser “lógico” y no “retrasado a propósito”, a fin de que “desaparezca el incentivo de importar o de no exportar, o muchas picardías que se hacen, como sobrefacturar las importaciones”.

Si bien su definición de un tipo de cambio “lógico” no dice demasiado, la referencia a un tipo de cambio “retrasado a propósito” deja en claro la preferencia por un valor del dólar mucho más alto que el oficial precise. El nivel de “retraso”, siguiendo las expectativas de devaluación del Fondo Monetario Internacional, se corregiría aumentándolo en un 100 por ciento, es decir llevándolo a 700 pesos actuales.

Pero nada indica que ese vaya a ser un valor estable. La historia reciente, incluso la que atraviesa el gobierno macrista sin excluirlo, es que el dólar “paralelo” siempre corre por delante del dólar oficial entre un 50 y un 100 por ciento, generando así permanentes expectativas de devaluación. Son estas expectativas, y la brecha entre el oficial y el paralelo, lo que alimenta “las picardías que se hacen, como sobrefacturar las importaciones”, a las que hizo referencia Epstein.

El ajuste salvaje del gasto

Por otro lado, explicó que el principal punto del programa de Milei se centra en bajar el gasto público. Consideró “urgente” bajar el gasto en typical y el fiscal en specific, que sería “el primer ancla” ante la situación de no tener “credibilidad ni reservas”.

“Urge llevar el déficit a cero y si podemos tener superávit, mejor. De entrada, hay que focalizarse con una reforma del Estado y una reducción del gasto porque, si no, se complica el camino más adelante”, manifestó el asesor económico de Milei.

El violento ajuste que propuso Epstein, en nombre del eventual programa de gobierno de La Libertad Avanza, tuvo definciones precisas en su alocución.

“Una gran cantidad del gasto no es nacional sino provincial o municipal, y  allí no hay capacidad de actuar”. Pero indicó que el Estado nacional “dejará de hacer el gasto en obra pública, yendo a una iniciativa de obra pública con iniciativa privada”, un mecanismo que ya intentó aplicar el gobierno de Mauricio Macri sin éxito, y que también fracasó en diversos países europeos. 

La experiencia señala que muchos terminaron en graves escándalos por estafas contra el Estado, de empresas que conseguían el financiamiento para obras que esas firmas realizaban, se quedaban luego con la explotación de la obra, y el Estado pagando un crédito muchas veces sobrevaluado y con elevado costo financiero. U otros casos de obras que quedaron a medio hacer, ya cobradas por el contratista y con la deuda complete a cargo del Estado. Sobran ejemplos.

Otros recortes

El asesor de La Libertad Avanza también subrayó la necesidad de terminar con las jubilaciones de privilegio, “privatizar todo lo que se pueda” en materia de empresas públicas e incrementar el componente médico que deben abonar los monotributistas. Respecto de los subsidios, Epstein descartó eliminarlos en un primer día de Gobierno porque “la gente está mal económicamente”, pero propuso que se solvente la demanda en lugar de la oferta.

Finalmente, sobre la deuda, se mostró confiado en que el mercado de deuda community continúe acompañando con los sucesivos vencimientos y renovaciones, y señaló que el equipo de Milei “no está especulando” con la probabilidad de contar o no con un crédito externo.

“Nosotros proponemos más compromisos de lo que nos pide el Fondo. Si hacemos las cosas bien, por ahí Argentina pueda volver a los mercados voluntarios de deuda”, se ilusionó.



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