La alegría del niño que tuvo su primera pelota de fútbol gracias a Evita vence al tiempo. Una de las figuras más relevantes de las Ciencias Sociales en Latinoamérica sonríe al recordar cómo el peronismo dejó una marca imborrable en su imaginario infantil. El entonces joven sociólogo empezó a transitar el camino hacia el marxismo cuando en marzo del 67 fue admitido para hacer una maestría en la FLACSO de Santiago de Chile. Luego conoció “las entrañas del imperio” al cursar el Doctorado en Ciencia Política en Harvard. En Ciudad de México se convirtió en un “argenmex” y fue consolidando un pensamiento antiimperialista. Después de 17 años fuera del país, regresó a Argentina en 1984. Atilio Boron -que vuelve a sonreír, a los 80 años, cuando afirma que no se arrepiente de nada– publicó A contramano (Akal), una biografía dialogada con Alexia Massholder, en la que repasa la relación entre política e intelectuales en América Latina.
“Cuando llegué a Harvard el tutor me dijo: ‘No trate de ir en contra del sistema porque el sistema lo va a aplastar’”, recuerda Boron a Página/12. “Cuando terminé el doctorado, me mandó una carta el decano en la que decía que la excelencia de Harvard quedaba demostrada porque a pesar de que usted usó un marco teórico tan deficiente como el marxismo su tesis fue aprobada por unanimidad”. El autor de Estado, capitalismo y democracia en América Latina, Tras el búho de minerva. Mercado contra democracia en el capitalismo de fin de siglo, Teoría y filosofía política, Imperio & Imperialismo y El hechicero de la tribu. Mario Vargas Llosa y el liberalismo en América Latina, entre otros libros fundamentales, reflexiona sobre el título de su biografía dialogada.
“Uno ha visto a muchos intelectuales partir de la izquierda y salir corriendo a buscar las aguas servidas de la derecha. Yo fui un chico muy impresionado por el libro de Juan José Sebreli, Buenos Aires, vida cotidiana y alienación, y de repente lo veo alinearse con lo peor de la derecha argentina. El antropólogo mexicano Roger Bartha, autor de una joyita como Breve diccionario de sociología marxista, hoy es un neoliberal contumaz. O Varga Llosa, a quien le dediqué un libro”, precisa el Director del Centro de Complementación Curricular de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Avellaneda.
“La experiencia del peronismo me llevó al marxismo”, subraya Boron, que fue vicerrector de la Universidad de Buenos (UBA) entre 1990 y 1994 y Secretario Ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) entre 1997 y 2006.
-¿Por qué es tan difícil explicar para los propios argentinos, y ni hablar para los extranjeros, qué es el peronismo?
-Yo no creo que e peronismo sea tan difícil de explicar. El Perón del 46 era una cosa. El Perón que está en España y que promueve las formaciones especiales era otro. El Perón que luego nos deja de clavo remachado a Isabelita es otro Perón. El menemismo es otro peronismo. El kirchnerismo es otro peronismo. El peronismo es una especie mutante que tiene un núcleo popular muy fuerte, que es lo que le da la gran permanencia. Es un poco la identidad de los sectores populares en la Argentina; pero no sé si todavía lo es en las generaciones más jóvenes. Me parece que ya no. El peronismo ha dado lugar a sucesivas reencarnaciones con propuestas políticas, sociales y económicas profundamente antagónicas. Tiene un núcleo popular y tiene también una incrustación conservadora muy fuerte y un ala progresista. Según la circunstancia histórica hay un predominio de una o de otro. Ahora estamos en el predominio de lo más conservador del peronismo con Sergio Massa, a quien se tendrá que votar. No es un sapo, es una tortuga la que nos vamos a tener que tragar. Pero no tenemos escapatoria porque estamos ante dos fiscales: uno pide pena de muerte y otro pide perpetua. ¿Qué elegís: que te maten ya o que te den la perpetua? Yo elijo que me den la perpetua, que es Massa, y después vamos viendo qué podemos organizar desde la base.
Boron busca en su teléfono un breve video en el que se muestra a jóvenes de 16 años una foto de Juan Domingo Perón y se les pregunta quién es. Carlos Gardel, un combatiente de Malvinas, “se parece a mi tío” o un actor, respondieron. Solo uno dijo que es Perón. “Estos son pibes que votan; los que tienen entre 16 y 18 años son casi el 2,5 del padrón electoral. Si tomás el sector de 18 a 29 años, representa el 24 por ciento del padrón. Ninguno se acuerda nada de lo que fue la crisis del 2001. Esta es mi preocupación”, reconoce Boron. “Para alguien que nació en el 99, el 2001 es como si le hablaras del ‘76 o el ‘83: tienen alguna noticia, pero nada más”.
Frustración y desencanto
-¿Cómo explicás esta despolitización en los más jóvenes? ¿Qué es lo que la ha causado?
-Lo que la ha causado es la frustración y el desencanto con la democracia. Una democracia que no produce los bienes y servicios que debe producir inevitablemente genera desinterés. Y no solamente en los jóvenes. El nivel de insatisfacción con la democracia en los países desarrollados está por encima del 50 por ciento. En Argentina, Brasil y Chile estamos en el 70, 75 por ciento de insatisfacción, una cifra altísima. El segundo factor es que la política del capitalismo contemporáneo es una política que intencionalmente margina a la gente de la cosa pública. Este es un proyecto muy bien pensado. Sheldon Wolin, un politólogo norteamericano que escribió libros muy importantes, en Democracia S.A. habla de la involución de las democracias en el capitalismo contemporáneo. Wolin plantea que cuando uno mira el comportamiento de los Estados capitalistas contemporáneos comprueba que el objetivo fundamental que los moviliza es proponer una desalfabetización política de las poblaciones porque resulta mucho más cómodo a los sectores dominantes tener a la gente embrutecida. No quieren que la gente participe. La democracia no les da nada a los pibes, no les mejora la calidad de vida, la seguridad, la educación y la posibilidad de acceso a la vivienda; no hay un relato que los conmueva, ¿por qué van a creer que la democracia es el mejor sistema político?
-Esta despolitización beneficia mucho más a una fuerza política como La Libertad Avanza de Javier Milei porque sintoniza mejor con ese discurso, ¿no?
-Claro; tenemos un desafío inmenso. En barrios populares muy carenciados Milei tiene un eco y una respuesta social muy impresionantes, especialmente entre los jóvenes sub 21. Cuando preguntás por qué, te dicen que es porque es el único tipo que dice la verdad y que denuncia “a los hijos de puta”. Los discursos “lavados” de Alberto (Fernández) o de la misma Cristina (Kirchner) ya no captan el interés de los jóvenes. De hecho la Cámpora está prácticamente extinta; existe en las listas en la provincia de Buenos Aires y nada más.
-¿Por qué Unión por la Patria no logra enamorar a los jóvenes?
-Yo creo que no tienen un sentido épico, no tienen un proyecto refundacional de buscar un nuevo orden social. El único liderazgo con cierta capacidad de provocar un cambio, aunque ahora ya no tanto, es Cristina, que se ha marginado bastante del juego político. Sigue siendo la figura más importante, pero no está en la calle. Y no hay reemplazo. La esperanza es que Axel Kicillof gane en la provincia de Buenos Aires y en cuatro años se transforme en una figura; pero la pregunta es: ¿tiene los atributos para ser un líder de masas? No lo sé…