“Yo siento que en mi militancia estoy continuando lo que estos chicos hacían”, dice Lautaro sobre los adolescentes detenides desaparecides durante la Noche de los Lápices, uno de los episodios emblema de la última dictadura cívico militar. Como aquelles pibes de La Plata, Lautaro es estudiante secundario, integra el centro de estudiantes de su colegio –Colinas Verdes, enseñanza privada, Témperley– y milita en un espacio político –La Cámpora–. Tiene 15 años, así que todavía no vota, pero habla con sus compañeros que “se sienten libertarios y les cabe (Javier) Milei” así como con la gente de los barrios que recorre en su trabajo social. “Los derechos por los que pelearon los compañeros de la Noche de los Lápices los tenemos que defender, sobre todo, estando presentes, militando la militancia”, reflexiona bajo el sol del mediodía de este sábado en el que en la esquina de Vernet y Siciliano, en el barrio de Villa Centenario, Lomas de Zamora, en la puerta del centro clandestino Pozo de Banfield, en donde estuvieron secuestrados les adolescentes honrados por Lautaro, la militancia política y de derechos humanos conmemoró los 47 años de la noche en que la dictadura feroz se los llevó para siempre.
El 16 de septiembre de 1976 es la fecha que engloba una serie de secuestros que la patota de la Bonaerense comandada por el genocida Miguel Osvaldo Etchecolatz sucedieron en la ciudad de La Plata entre el 8 y el 21 de aquel mes y aquel año. Las víctimas fueron diez jóvenes estudiantes secundaries, arrancades de las casas de sus padres y trasladades a diversos centros clandestinos de detención del Circuito Camps. Muches pasaron sus últimos días en el Pozo de Banfield. Sobrevivieron cuatro, les otres seis permanecen desaparecides. Desde 2006, y por orden del entonces presidente Néstor Kirchner, la fecha emblema es considerada el Día Nacional de las Juventudes.
Entusiasta, Lautaro encabezó el stand que el Frente de Estudiantes de Lomas de Zamora instaló en la pequeña feria que acompañó el aniversario durante el que además se inauguraron las reformas realizadas al recorrido por las instalaciones de la exBrigada de Investigaciones de la Bonaerense que sirvieron de centro clandestino para garantizar su accesibilidad –cartelería y señalética con traducción en braille y códigos qr con relatos en audio– y se descubrió una placa con los nombres de María Claudia Falcone, Daniel Racero, Claudio de Acha, Horacio Ungaro, María Clara Ciochini y Francisco López Muntaner –secuestrades el 16 de septiembre de 1976–, en su homenaje y el de quienes “siguen su legado y día a día luchan por una patria más justa, libre y soberana”. Como Lautaro, que militó la militancia debajo de un gazebo, que se puso contento cuando logró que una chica de 12 años se sumara al frente después de hablar con él y sus compañeres, y que luego se emocionó cuando escuchó los discursos de funcionarios y referentes de derechos humanos que hablaron desde el escenario.
La memoria y la verdad
Sobre un escenario improvisado ubicado en la vereda a la altura exacta de los calabozos del Pozo de Banfield los músicos ciegos de Ensamble Sur cantaron algunos temas, un grupo de mujeres que completaron sus estudios secundarios a través del programa FINES –que se dicta en el primer piso del Espacio de Memoria– recibieron sus diplomas y, luego, el secretario nacional de Derechos Humanos, horacio Pietragalla Corti y su par bonaerense, Matías Moreno, destacaron el aporte “histórico y fundamental” de les sobrevivientes de la Noche de los Lápices Emilce Moler, Pablo Díaz y Gustavo Calotti en la reconstrucción de los hechos, en “evitar el olvido”.
“Gracias a su testimonio hoy podemos estar acá, sin ellos este presente hubiera sido imposible de transitar”, destacó Moreno. “Son aquellos que dedicaron su vida a que esos compañeros no sean olvidados”, sumó Pietragalla Corti, quien invitó a “seguir su ejemplo” en tiempos en los que “algunos que se animan a teorías que ya están vencidas no porque lo dice un partido, un organismo, o un familiar sino porque el Estado argentino decidió juzgar a genocidas y condenarlos, porque la Corte Suprema confirmó esas condenas, porque el Poder Legislativo anuló leyes de impunidad y el Ejecutivo se dedicó a acompañar un proceso de memoria, verdad, justicia y reparación”.
“Debemos tomar un rol de responsabilidad. Tenemos que salir a hablar con esa sociedad que está suicidando su futuro y que no lo sabe. Quienes militamos en derechos humanos conocemos a Victoria Villarruel –la candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza– desde hace años, sabemos que se abrazaba con Etchecolatz y Videla. Pero la gente, no. Déjenme creer que la sociedad no quiere acompañar a esos sujetos, que la sociedad es buena y puede estar enojada, pero jamás va a tolerar lo que busca Villarruel”, advirtió.
Conmovido, Miguel “Tano” Santucho contó que este mediodía era la primera vez que volvía al lugar en donde estuvo secuestrada su mamá, Cristina Navajas, desde que conoció a Daniel, su hermano, el nieto 133. “Hallarlo es una victoria de todos y de todas y de él, sobre todo, que se dedicó a buscarnos. Una victoria en contra del terrorismo de Estado y del plan siniestro de apropiación de bebés que tenemos que continuar porque todavía nos quedan unos 300 que nos faltan encontrar”, remarcó. La ministra bonaerense de Ambiente, Daniela Vilar, inauguró una biblioteca ambiental dentro del Espacio de Memoria que lleva el nombre de Cristina.
Familiares de le pibes y del resto
En primera fila, junto a les sobrevivientes, estuvieron familiares de las víctimas homenajeadas oyendo el discurso. Marta Ungaro, hermana de Horacio Ungaro, tomó al cierre el micrófono para recordar que “un nuevo aniversario es reafirmar el pedido de memoria, verdad y justicia, y de castigo”, y en ese sentido, advirtió que “a un año de haberlo reclamado de frente a los jueces, el responsable de este centro clandestino, Miguel Wolk, sigue en prisión domiciliaria sin pisar una cárcel”. Luego, en declaraciones a este diario, Marta ratificó que “el negacionismo que oímos hoy, que nos respira en la nuca, es una muestra de que a la democracia y la memoria hay que defenderla todos los días, que no podemos descansar tranquilos. Es muy fuerte mirar alrededor de este centro clandestino y descubrir que de todos los vecinos que vivían en todos estos departamentos, nadie haya visto nada. Ninguno nunca se acercó a declarar”.