El neurolingüista argentino Adolfo García, junto a investigadores de otros países, anunció este viernes que recibió el Premio Ig Nobel, que es otorgado con apoyo de exalumnos de la Universidad de Harvard a trabajos científicos que “primero te hacen reír y después pensar” con el objetivo de “celebrar lo inusual, honrar la imaginación y estimular el interés de la gente por la ciencia, la medicina y la tecnología”.

El reconocimiento lo obtuvo por un estudio neurocientífico sobre habla inversa, en personas que pueden hablar al revés, durante la trigésimo tercera ceremonia anual del premio, una suerte de parodia a los verdaderos Nobel, que se realizó ayer a través de una transmisión web.

García indicó en sus redes sociales: “¡Nuestro estudio sobre habla inversa ha recibido un premio Ig Nobel! Felicitaciones a María José Torres Prioris, Diana López Barroso, Estela Cámara, Sol Fittipaldi, Lucas Sedeño, Agustín Ibañez y Marcelo Berthier. Recibimos el premio de manos de Esther Duflo”.

“El premio lo conceden antiguos alumnos de Harvard a investigaciones que ‘primero hacen reír y luego pensar’. Un momento culminante para nuestro estudio neurocientífico sobre habla inversa”, publicó hoy en la red social X, el director del Centro de Neurociencia Cognitiva de la Universidad de San Andrés, Adolfo García.

La capacidad de procesar lenguaje es un hito distintivo del cerebro humano. Los neurocientíficos llevan mucho tiempo investigando este fenómeno con foco en tareas cotidianas claves como leer palabras, producir oraciones o aprender nuevos idiomas. Sin embargo, de vez en cuando ciertos hallazgos fundamentales provienen del estudio de las habilidades lingüísticas extrañas y absurdas. Tal es el camino recorrido por el neurocientífico argentino Adolfo García en un estudio sobre personas que pueden hablar al revés”, explicó un comunicado sobre la distinción.

El estudio, titulado “Neurocognitive signatures of phonemic sequencing in expert backward speakers” (Registros neurocognitivos de secuenciación fonémica en hablantes inversos expertos) fue realizado por los investigadores galardonados y publicado por la revista Scientific Reports.

“Me enteré de que el fotógrafo principal de una revista farandulesca tenía el hábito de hablar al revés. Por ejemplo, en vez de decir ‘viva el tango’, diría ‘ognat le aviv’. Durante largas sesiones fotográficas con modelos, les hablaba al revés, grababa su pronunciación y luego daba vuelta el audio para pasar el rato entre risas”, explicó García al recibir el premio según el comunicado difundido por el propio investigador. García entrevistó a esta persona y confirmó que su habilidad para hablar al revés era “excepcional”.

Luego descubrió que existía una asociación argentina de hablantes inversos, que se reúnen para conversar mediante frases al revés. De allí surgió un diseño experimental para explorar esta peculiar habilidad.

“Terminamos convocando a varios hablantes inversos y construimos los estímulos más raros de nuestras carreras para que tanto ellos como personas comunes produjeran diversas palabras, frases y oraciones al derecho y al revés”, completó García.

Asimismo, el investigador explicó que el habla inversa es “un excelente modelo para estudiar un aspecto esencial del habla humana: la habilidad de secuenciar fonemas (las categorías de sonidos de una lengua)”.

En ese sentido, explicó que “el habla inversa implica cambiar el orden de los fonemas mientras se mantiene su identidad, por lo que las personas que lo practican constantemente deberían tener patrones cerebrales específicos para manejar sus habilidades elevadas de secuenciación de fonemas”.

Los investigadores evaluaron el desempeño de los participantes en tareas de habla normal e invertida, y luego midieron su densidad de materia gris, la integridad de la materia blanca y la conectividad funcional de sus cerebros. Encontraron que los hablantes inversos, comparados con los controles, “eran mejores al invertir enunciados, pero no presentaban ventajas en el habla normal“.

“Estos resultados revelan que las habilidades elevadas de secuenciación de fonemas dependen de grandes redes cerebrales que se extienden más allá de los clásicos circuitos fonémicos, y respaldan la visión de que el cerebro humano puede desarrollar vías específicas según las exigencias lingüísticas que le imponemos en nuestra vida cotidiana“, concluyó.

Desde 1991, los Premios Ig Nobel distinguen a investigadores en diversas categorías durante una ceremonia patrocinada por la Sociedad de Estudiantes de Física Harvard-Radcliffe y la Asociación de Ciencia Ficción Harvard-Radcliffe.



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