Caminemos Valentina – 4 puntos
Argentina/Chile, 2023
Dirección: Alberto Lecchi.
Guion: Alberto Lecchi y Daniel Romañach, basado en el libro Raza de víboras, memorias de una novicia, de Sandra Migliore.
Duración: 103 minutos.
Intérpretes: Paula Sartor, Roxana Naranjo Robles, Jacinta Torres Molina, Sara Margot, Gabriela Robledo Azócar, Ana Celentano, Lidia Catalano.
Estreno en salas.
“Estamos entrando en un camino sin retorno”, le dice la ex novicia Sandra a Valentina, quien también está a punto de dejar los hábitos, luego de tener sexo por primera vez. La línea de diálogo chirría, como si estuviera fuera de lugar o, en el mejor de los casos, resultara un tanto recargada. La escena llega cerca del final de Caminemos Valentina, dirigida por Alberto Lecchi y basada en el libro autobiográfico de Sandra Migliore Raza de víboras, memorias de una novicia, que narra en primera persona los abusos que ella y otras compañeras sufrieron durante años a manos de una monja experimentada en el seno de la Congregación Educacionistas Franciscanas de Cristo Rey.
En ese sentido, la última película del director de Perdido por perdido, Nueces para el amor y El frasco ofrece las mejores intenciones a la hora de denunciar los trapos más sucios dentro de la comunidad religiosa –el abuso sexual que utiliza el lugar de poder para ejercer la violencia, la pedofilia, la hipocresía, los ocultamientos–, pero los resultados narrativos y artísticos nunca terminan de convencer.
El presente en colores y el pasado en blanco y negro marcan los tiempos en los cuales transcurren las historias: por un lado, Sandra, retirada del noviciado pero aún empleada de la congregación como contadora; por el otro, Valentina, recién llegada y encargada de supervisar en los menesteres contables a Sandra. Más temprano que tarde, el arribo de una serie de emails detallando la denuncia contra la Hermana Bibiana (la chilena Roxana Naranjo Robles), responsable de gran cantidad de abusos contra jóvenes que estudiaban para tomar los hábitos y profesar, dispara los recuerdos de una y de otra. Para que todo quede claro en términos visuales, Caminemos Valentina ofrece una breve secuencia en la cual sor Bibiana observa con deleite y lascivia mientras las muchachas se duchan en el baño colectivo y otra en la cual el abuso sexual es filmado desde detrás de un mobiliario, con la cámara moviéndose como si alguien oculto estuviera observando (¿el ojo de Dios, tal vez?).
La puesta en escena es esencialmente ilustrativa, apenas un vehículo para trasladar el guion firmado por el propio Lecchi y Daniel Romañach. La dirección actoral, en tanto, parece haber destinado todos los esfuerzos a hacer obvio lo evidente, dejando cualquier tipo de sutileza en el tintero. Paula Sartor, como la monja Valentina –en la tradición clásica del cine, con labios ligeramente pintados y cejas depiladas–, y Gabriela Robledo Azócar en el rol de Sandra hacen lo que pueden para que el vínculo de amistad, primero (aunque no exento de ciertas suspicacias), y complicidad y enamoramiento después atraviese la pantalla. Durante la secuencia de títulos de cierre las verdaderas Sandra y Valentina aparecen en una breve conversación recordando hechos de su historia personal y, en esos segundos, aparecen la verdad y la emoción más genuinas.