Es lunes 4 de septiembre por la mañana. Todavía faltan un par de horas para que Victoria Villarruel, la candidata a secundar a Javier Milei en la presidencia del país, diga ante el Salón Dorado de la Legislatura porteña lleno que familiares de secuestrades, torturades, asesinades y desaparecides durante la última dictadura “monopolizan el recuerdo en nombre del comunismo, el marxismo, Montoneros, el Ejército Revolucionario del Pueblo, de una revolución que nadie les pidió”. Pero la violencia en contra de ellos y ellas ya está en el aire y habilita la avanzada. Así entiende Eric Talamo las pintadas que vio ese lunes “bien temprano” en la fachada de la casa donde vive, que es la misma en la que secuestraron a su tío, 47 años atrás: una cruz esvástica y la palabra “kagón” así, escrita con k. “¿Cómo no considerar que son una amenaza a mí, a mi familia, a todo el movimiento obrero con memoria?”, se pregunta.
El tío de Eric es Jorge Oshiro. Era militante del frente estudiantil de la Juventud Socialista de Avanzada, dentro del Partido Socialista de los Trabajadores. Tenía 18 años cuando, la madrugada del 10 de noviembre de 1976, una patota lo arrebató de la casa que compartía con algunos de sus seis hermanos y sus padres, en Villa Ballester, una construcción sencilla en un primer piso, encima de un local en donde hoy funciona una pollería.
En esa misma fachada aparecieron las pintadas antisemitas y negacionistas. Eric las vio el lunes, pero evaluó que pudieron haber sido producidas entre el viernes y el sábado a la madrugada, el mismo día en que un militar retirado amenazó a los integrantes del Coro del Espacio Cultural Nuestros Hijos, de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Así lo indicó en las denuncias que radicó por esos hechos en la Unidad de Investigaciones de Delitos de Lesa Humanidad de San Martín, a cargo del fiscal Martín Garcia Ordáz, y ante la Fiscalía provincial número 10.
“Yo lo asocio a que en esta casa vivió mi tío, secuestrado durante la última dictadura, a que mi mamá y sus hermanos y hermanas declararon en el juicio de Campo de Mayo y a que estos grupos fascistas y organizados se sienten con impunidad y envalentonados, están cerca de ganar la elecciones”, resumió en una reflexión que une la historia de lucha por memoria, verdad y justicia de su familia con la avanzada de Villarruel y su defensa del genocidio hecha propuesta política.
Eric es hijo de Silvia Oshiro, una de las seis hermanas de Jorge. Junto a las otras, Marta y Elsa —quien lo acompañó a radicar las denuncias–, declararon en octubre de 2020 en el marco del juicio por la Megacausa Campo de Mayo, que revisó las violaciones a los derechos humanos de cientos de personas en El Campito, uno de los principales centros clandestinos que funcionaron en esa guarnición del Ejército durante la última dictadura cívico militar. Gracias al testimonio de sobrevivientes, en especial de Eduardo Cagnolo, la familia Oshiro supo que Jorge había pasado por ese campo de concentración. La mamá de Jorge, María Takara de Oshiro, se sumó a las Madres de Plaza de Mayo en 1977.
“En ese juicio condenaron a 19 represores. La esvástica nazi no es cualquier cosa, es una expresión y una agresión política, lo mismo que el kagón con k. Yo no soy kirchnerista, pero estos grupos asocian al kirchnerismo la posibilidad de juzgar y condenar a los responsables de los crímenes de la dictadura”, planteó Talamo, que es trabajador y militante docente en la lista marrón de Suteba y en Política Obrera.
En ese sentido, abogó por la difusión del ataque que sufrió su casa, su familia y él “porque la difusión significa más seguridad para mí y para mi familia. Los negacionistas y fascistas avanzan, pero no les va a ser fácil. Van a tener que derrotar a todo el movimiento obrero, que tiene memoria”.