El negacionismo puede surgir como resultado de agendas políticas con metas concretas. Sabemos que, en la carrera hacia la presidencia, lxs candidatxs están dispuestxs a todo. Es habitual ver u oír los golpes bajos y chicanas entre ellxs. Alguna vez escuché decir: «la política no tiene escrúpulo». Ahora bien, una cosa es no tener escrúpulos y otra muy diferente es buscar alterar o distorsionar la narrativa histórica, con el fin de ocultar o justificar actos de violencia, represión y discriminación cometidos por un Estado. Negar una de las violaciones de DDHH más grandes de Latinoamérica es tremendo. ¿Qué pasaría si tuviera más poder? A cuarenta años de la vuelta de la democracia es peligroso un retroceso como este.

Victoria Villarruel, candidata a vicepresidente del partido Libertario, el martes pasado organizó un acto en la Legislatura Porteña intentando resquebrajar uno de los pocos consensos que, como sociedad, hemos podido construir y sostener: el terrorismo de estado existió y nadie lo reivindica. En su gira mediática, la candidata pasó por el programa de Jonatan Viale y disparó contra Estela de Carlotto, titular de Abuelas de Plaza de Mayo y desmereciendo todos sus méritos y logros a partir del golpe bajísimo de hablar de su hija Laura.

«(…) Carlotto es una gran muestra de la gran hipocresía de la izquierda» le dijo a Viale en la entrevista. No me sorprende este ataque de la candidata, pero me pregunto: ¿qué clase de ceguera o malicia puede oscurecer el hecho ya demostrado de que Laura Carlotto fue secuestrada y asesinada, y gracias a peritos se comprobó que antes de que la mataran se defendió? También está más que probado que estuvo embarazada, que tuvo un niño a término que le fue robado, que su asesinato ocurrió de espaldas y a 30 centímetros de distancia le pegaron un tiro en la cabeza. ¿Esto también entraría, según lo que predica, dentro de la acción de «decirlo todo»?

Estamos acostumbrados que lxs politicxs en campaña digan o hagan barbaridades, pero en los medios de comunicación y sobre todo los que hacen periodismo tienen que privar el deber de contar la verdad.

Fue evidente que la candidata organizó el acto para expresar sus ideas de campaña. Y la verdad, no sorprende su accionar porque, como es de público conocimiento, es una mujer que defendía al genocida Rafael Videla, por lo que demuestra una continuidad de pensamiento. Sí pienso que quizá haya sido subestimada: su estrategia de apropiarse del concepto de memoria es hábil y por supuesto que nadie podría poner en duda el sufrimiento de quienes pierden a un ser querido. El problema es que si nos descuidamos cinco segundos, la consigna de recordar a todos los muertos se transforma en un accionar legítimo del Estado terrorista que ella defiende que estaría actuando para defendernos en una supuesta guerra.

Estela de Carlotto no solo es una mujer valiente e inmensa, es una referente a nivel mundial y las Abuelas de Plaza de Mayo son una institución humanitaria de reconocimiento internacional también. Cabe recordar que Estela encontró a su nieto en el año 2014 en parte gracias a que el dispositivo científico que ellas mismas empujaron mientras buscaban el modo de comprobar el vínculo genético entre un nietx con una abuela, cuando faltaba la información genética de la generación intermedia de las madres y padres desaparecidos. ¡Las abuelas son pioneras en aplicar la genética forense a la búsqueda de sus nietos! El Banco Nacional de Datos Genéticos fue el primer banco de datos genéticos creado en el mundo y fue idea de ellas. De hecho, la famosa secuenciación del ADN mitocondrial fue perfeccionada por una genetista para las abuelas y es la que hoy se utiliza en todo el mundo para recuperar datos de víctimas de violencia de Estado.

Conocemos los discursos de Villarruel en contra de la casta política y de ciertas leyes. Pero atacar una mujer como Estela, que se atrevió a levantar su voz cuando muchos miraban para otro lado, alguien que fue capaz de arriesgar su vida en busca de la verdad y la justicia, indica una falta de empatía espantosa. Meterse con un tema tan doloroso para nuestra sociedad y a 40 años de la democracia es muy violento. Estas heridas siguen abiertas: cada nieto recuperado es un recordatorio para seguir buscando y no bajar los brazos. No sabemos cuántos nietos existen que desconocen su origen, pero sabemos que hay esperanzas de encontrarlxs a todxs.

Es esencial abordar estas actitudes negacionistas y respaldar la investigación y educación basadas en hechos, para preservar la cohesión social, la memoria histórica y garantizar la justicia y el respeto por las víctimas. 



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