Para Ana María Figueroa la decisión de la Corte Suprema de hacerla “cesar” en su cargo en la Cámara Federal de Casación Penal fue “un supremo acto de violencia institucional por razones de género”. Así lo definió. Había cumplido 75 años, la edad jubilatoria, el 9 de agosto y el Poder Ejecutivo había pedido la renovación de su pliego por cinco años más, como habilita la Constitución. Pero los cuatro supremos decidieron no esperar al acuerdo del Senado, dilatado entre trabas políticas, mediáticas y corporativas. Declararon que de ahora en más jueces/zas caen automáticamente en sus funciones si no les renuevan el pliego antes de su cumpleaños. “No admito la doble vara ni aunque venga de la Corte” dijo, y advirtió sobre “un disciplinamiento” dirigido “al Poder Judicial independiente”, entre muchas definiciones en una entrevista con esta cronista “Hagamos Algo con Esto” en Splendid990. 

–¿Le soprendió la decisión de la Corte?

–La verdad que me sorprendió mucho porque una como persona del Derecho siempre toma en cuenta los precedentes. El Presidente de la Nación había pedido la prórroga para mí, había ingresado en el Senado y había tenido aprobación de la Comisión (de Acuerdos). Conforme el Consejo de la Magistratura nacional ante este tipo de procesos correspondía esperar a que termine el trámite, donde el Senado podía aprobar o denegar el acuerdo, y mientras los jueces podían continuar en sus funciones con todas sus atribuciones jurisdiccionales y administrativas. Pero en mi caso se decidió de pronto que cesara en mis funciones a partir del día anterior al que cumplo los años. El nuevo nombramiento, estableció la Corte, debería ser anterior a que el magistrado alcance los 75 años. Con una argumentación de dos renglones dicen que “de lo contrario no habría límites temporales para la realización de ese nuevo nombramiento con la absurda consecuencia de que el límite etario se tornaría inoperante”. Entonces decide la Corte con un supremo acto de violencia institucional, que creo que es por una cuestión de género, que yo cese en mis funciones conforme al artículo 99 inciso 4 de la Constitución, cambiando de pronto un criterio sin fundamentación y aplicando el cese automático por razones de edad, cosa que no se había hecho nunca en Argentina. O sea, por un acto administrativo hacen cesar a un juez de la república que está sentado en ese lugar por un acto federal complejo donde intervienen el Consejo de la Magistratura, el Ejecutivo de la Nación, el Senado de la Nación. Es una cuestión de gravedad muy importante. 

–Junto con las razones de género que usted señala, ¿por qué querían que usted se fuera de Casación? Esa intención la asumió la Corte, pero se vio dentro de la Cámara, en la oposición política y ciertos medios. 

–Que una sea una mujer muy independiente, que crea en la justicia independiente, que sea autodeterminada, que sea fuerte, con sólidas convicciones, que no me puedan encontrar ningún fallo contradictorio porque saben siempre como opinaba porque ante fallos idénticos fallaba de la misma manera, quizá molesta al Poder Judicial. 

–¿Había cuestiones políticas de fondo? 

–Yo tuve en los 61 minutos de mi exposición en la comisión de acuerdos del senado un conjunto de preguntas que fueron todas de la oposición a las cuales contesté adecuadamente. Pero la bancada de la oposición no quería que me renovaran el pliego, tanto es así que no se prestó quórum cuando estuvo sometido el tema a tratamiento. 

–¿Pero tuvo impugnaciones? 

–Ninguna. Ni en el proceso que hizo el Presidente de la Nación ni en el proceso de publicidad que hizo el Senado. Es más, la oposición misma reconoció en el acto que yo estaba defendiendo mi posición ante las preguntas que me hacían, que no tenían ninguna objeción técnica ni ante el contenido de mis fallos. La una cuestión eminentemente política, no les gustaba. 

–¿Se sintió presionada por los medios que la trataron de estar “atornillada” a su cargo y que ahora dicen que se está victimizando?  

–(Se ríe). Son muy creativos, que quieren que les diga. Seguro que hubo una campaña mediática para sacarme del cargo, hay que abrir los diarios y darse cuenta. 

–Hoy (por el sábado) La Nación dice que ahora que usted se fue, quienes eran sus compañeros de la Sala I, Diego Barroetaveña y Daniel Petrone, van a revocar los sobreseimientos de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y sus hijos en el caso Hotesur-Los Sauces. Si estaban decididos ¿Por qué no lo hicieron antes? 

–Claro, podían haberlo hecho muchísimo antes. Por la reforma del Código Procesal Penal de la Nación, hay un artículo que incorporaron, el 30 bis, según el cual los fallos pueden salir con dos votos coincidentes. Yo pasé mi voto hace meses. No era la que estaba sentada arriba de los expedientes. A lo mejor no les habrán gustado mis fundamentos. Necesitan cesantearme y ser parte de ese proceso. Porque ojo, con ningún juez que llegó a los 75 años se hizo algo así. Por ejemplo, en el caso de Eduardo Riggi, yo estando como presidenta de la Cámara de Casación Penal no hubiera permitido jamás que se mande una nota a la Corte Suprema diciéndole que podía implicar su cese. Lo que pasa es que ahora momentáneamente estaba en la presidencia Mariano Borinsky y evidentemente no tuvo mi actitud. Lo que se hizo fue empujar a un colega (ella misma) a ver cómo hacer para que lo desplacen. 

–¿Pero por qué? 

–Hay que preguntarle a Borinsky por qué lo hizo. A Barroetaveña, Petrone, Gustavo Hornos, por qué mandaron un oficio a la Corte Suprema cuando yo ya había mandado un oficio anterior al Consejo de la Magistratura, el órgano constitucional que administra el poder judicial, donde informaba que había cumplido los 75 años. No sé por qué fueron tan diligentes para encabezar este expediente y lograr tener este resultado en una decisión administrativa con la que se creó una categoría de desigualdad de jueces con estabilidad hasta el día anterior a cumplir los 75 años y jueces sin estabilidad a partir de que cumplen esa edad si no tienen previamente el acuerdo del Senado. Acá hay una alerta muy grande hacia el Poder Judicial independiente. Es una metodología que pone en tela de juicio la validez de los actos de los jueces. Y me pregunto qué pasa con todos los jueces anteriores a mí. Como el caso de (Ricardo) Bustos Fierro, a quien demoraron siete años y ocho meses en darle el acuerdo, período en el que estuvo firmando y decidiendo, siendo juez electoral, y nadie lo cuestionó. ¿Qué pasa con los otros jueces que estuvieron desde un año, cuatro, cinco o nueve meses (sin obtener el nuevo acuerdo) y ordenaron condenas, privaciones de libertad…? 

–Usted denunció que recibió presiones del gobierno de Mauricio Macri. ¿Esta situación con usted se debió a presiones (sobre sus colegas)?  

–No lo puedo probar, pero es probable. Puedo decir cómo actuaron algunos medios de manera descarnada y mentirosa contra mi persona, estas son las consecuencias. Algunos jueces le tienen más miedo a los medios de comunicación que a la Constitución Nacional, eso es grave. 

–Esta semana hubo dos reuniones en Casación por su situación, ¿cómo fue tratada? 

–Mal, muy mal. El único colega que rescato de los que estuvimos presentes en el acuerdo, porque Angela Ledesma estaba en Lima, con licencia, es Alejandro Slokar, que me pidió disculpas por el trato de todos los jueces. Convenientemente y como no me podían rebatir los argumentos, el juez (Javier) Carbajo dijo que tenía que ira una consulta médica, y se hizo un cuarto intermedio. Al otro día el juez Borinsky también tenía otra consulta médica, y pasamos a otro cuarto intermedio. Yo tengo la convicción de que fue porque estaban esperando la resolución de la Corte. 

–Usted que conoce bien Comodoro Py, ¿con qué próximo gobierno cree que estarían más a gusto la mayoría de los jueces/zas? 

–Tendría que hacer una encuesta. Lo que puedo decir es que hay muchos jueces que me han dado su adhesión absoluta, pero en el ámbito de los chats particulares siguen teniendo temor, porque lo que han hecho conmigo es un claro disciplinamiento. Hay gran poder de persecución en algunos sectores. 

-El gobierno de Alberto Fernández no implementó cambios en el sistema de justicia, ni lo logró el Congreso. ¿Qué es lo más urgente que hay que cambiar? 

–La Corte Suprema en primer lugar. Tenemos una Corte que es el único superior tribunal de justicia de las tres américas que no tiene ninguna mujer. Es grave, es una Corte machista. Conforme las resoluciones de la Corte se va disciplinando al poder judicial de manera burocrática. Es muy importante tener una Corte plural, con más miembros. Una Corte que no se entrometa en las atribuciones de los otros poderes. Con esta decisión se entromete en atribuciones del Ejecutivo de dar nuevas designaciones y en las del Senado respectos de sus tiempos si no obtuvo quórum. No es cierto que este trámite iba a se ineficaz, como dice la Corte. El Consejo de la Magistratura había establecido para quienes estuvieran en proceso de acuerdo, se tomaba el año de ingreso del pliego y el posterior. 

–Como especialista en derechos humanos ¿cómo analiza el recrudecimiento del negacionismo reflejado, por ejemplo, esta semana en el acto de la candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza, Victoria Villarruel? 

–Lo analizo como algo muy grave. En septiembre del 73 me recibí de abogada, y durante 50 años me dediqué a los derechos humanos, de género, al derecho internacional… Siempre digo con orgullo que Argentina es el país líder en todo el planeta en el juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad y los programas de Memoria, Verdad y Justicia y reparación. Dar marcha atrás con esto es gravísimo para el país y la región, porque se pueden reavivar las ideas autoritarias y cuando se produce el advenimiento del autoritarismo, todos estamos en riesgo (…) Será muy difícil si esto avanza en nuestro país, después de tantos muertos y desaparecido (…) Los profesionales del Derecho no importa donde estemos, si en el ejercicio liberal de la profesión, en la magistratura, en las universidades, en investigación o como funcionarios, tenemos una responsabilidad distinta a otras profesiones. Hay veces que se producen vueltas hacia la derecha o intentos como sucede en todo el mundo. Tenemos que estar fuertes y convencidos de qué es lo que hay que hacer en beneficio de la sociedad y la ciudadanía. No admito la doble vara ni aunque venga de la Corte Suprema. Lo que digo respecto de los machistas, me resulta necesario expresarlo: los machistas no se reconocen como tales, pero vemos cómo actúan. Conmigo han actuado de manera distinta por mi condición de mujer. Y porque nunca me panquequeé ni tuve doble vara ni hice saltos interpretativos según las consecuencias. Me aplicaron un criterio y una vara distinta. Si yo hubiera sido un varón, no se hubieran animado. Pero no cambiaría en nada lo que hice en toda mi trayectoria. 



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