Marcos Galperín, el ceo de Mercado Libre, tuvo una idea brillante para crear una empresa. Pero su firma, que ofrecía un mercado de venta de productos por Internet y que ya se amplió luego a otros rubros, salió del garage que él mismo cuenta haber tenido como bunker, gracias a frondosos subsidios del Estado. Esa base permitió, además del crecimiento económico que experimentó Argentina post 2004, la transnacionalización de una firma que hoy supera en valor a los gigantes corporativos nacionales que venden al mundo, como Arcor y Techint.
Refugiado políticamente en una lujosa mansión en el Uruguay -exilio que se activó casi a la par de la derrota de Mauricio Macri en las presidenciales del 2019-, quienes lo frecuentan contaron a Página I12 que el empresario entró en una estado de “fobia con Argentina”, con quejas muy duras sobre las supuestas mayores regulaciones a empresas que impuso el Gobierno Nacional.
Además, parece haber quedado lejos su identificación con el macrismo, con quien compartían la idea de la meritocracia como punto de partida de las posibilidades de empresas y personas físicas. A Macri siempre le gustó Galperín porque lo veía “como un emprendedor”, pero el multimillonario hoy coquetea con las ideas libertarias, algo que siempre militó desde su empresa, que lleva en su nombre explicitada una idea: los negocios se hacen sin trabas ni controles del Estado.
No quiere saber nada con el país, de hecho, lo han invitado a dar muchas charlas y a todas se negó”, contó alguien que habla seguido con “el uruguayo”, mote que le pusieron los que con sorna se burlan de su exilio al país vecino. A los más íntimos les cuenta que “la mejor perspectiva de la región está en Brasil” y que hay que apostar ahí. En el país que hoy gobierna Lula Da Silva, Mercado Libre y Mercado Pago ya llegaron a ser hasta sponsor de los más grandes equipos de fútbol de primera y ascenso, algo que nunca aceptó hacer en el país que alimentó a su empresa desde el inicio.
Mercado Libre nació en 1999, tras más de 20 años que Galperín utilizó para cranear una idea, a todas luces, brillante. Durante el Gobierno de Néstor Kirchner, un Galperín que carreteaba empezó a usufructuar -lo haría por años- los beneficios que otorga la Ley de Promoción de la Industria del Software, promulgada en el año 2011. Esa norma le daba beneficios a firmas que producen y exportan software, cosa que Mercado Libre no hizo ni hace (vende on line) pero igual lo usó. Tan evidente fue la trampa con los subsidios que llegó un momento en el que el Estado le hizo un reclamo formal para que devuelva 500 millones de pesos por el uso de un esquema no autorizado con el que pagaba nada más que 14 por ciento de IVA, cero Ingresos Brutos, una desgravación de Impuesto a las Ganancias y un 60 por ciento menos impuestos al trabajo.
Estas cuestiones son las que han generado una bronca muy grande sobre en industriales nacionales, que la yugan a diario sin tanto beneficio. Los cruces más conocidos de Galperín fueron con los ceos textiles, a los que aún los llama “prebendarios”.
Los “uruguayos”, Lacalle y el nexo con Macri
Desde su casa en José Ignacio, una mansión muy cercana a la de Mirtha Legrand, Galperín entusiasma ceos para plegarse al tour “impuestos free” que ofrece el país vecino. Por eso, cuentan, le gustan las ideas de Javier Milei, aunque no se anima aún a militarlo en público, sobre todo porque conserva muchos amigos en el macrismo.
Cuando algunos ceos críticos deslizan que Galperín le muerde la mano a la patria que le da de comer, él asegura que es Uruguay el que hace punta con la política de captación de ceos nacionales. Verdad no le falta: tanto el embajador uruguayo en Argentina como el propio presidente Luis Lacalle Pou tiene reuniones periódicas con hombres y mujeres de negocios para ofrecerlas radicación al otro lado del charco. Algunos ya instalados allí hasta hacen la picardía de cruzar por la zona de Carmelo, donde no quedan registrados y pueden habitar sin el plazo de seis meses que se les pide a todos los formales.
La idea de Galperín de irse pegó tanto que cada vez son más los gestores de las bondades impositivas de Lacalle Pou. Y aquí aparece, no casualmente, Milei. Hace unos meses, el libhertario viajó a Colonia para tomar contacto con el proyecto de polo tecnológico y urbano “+Colonia”. Lo llevó el gestor de la obra, el empresario argentino Eduardo Bastitta. Lo que buscan hacer allí es, concretamente, “la ciudad argentina”, como la llaman en Uruguay por la idea de darles cobijo a ceos nacionales en una zona muy cercana al territorio naciona. Una especie de puerta de ingreso al Uruguay más profundo.
Como se verá a continuación, Bastitta -de quien las malas lenguas afirman que le prometió a Milei dos departamentos a cambio de la visita- es un personaje particular que no solo conecta con Milei y los ceos en el Uruguay, sino con el primer migrante moderno argentino a terreno vecino, Marcos Galperín.
El chat de Galperín, de macrista a libertario
Cuando Macri se lanzó a renovar mandato en 2018, Galperín le armó un grupo de Whatsapp llamado “Nuestra Voz”, que funcionó como una especie de plataforma virtual de campaña del PRO. Con la derrota de Macri, el chat cayó en desgracia pero se revitalizó con el resurgir de Milei.
Hoy, hay dos empresarios muy activos militando a los libertarios, tanto que se abrieron un sub grupo de Whatsapp “Nuestra Voz Dolarización”, en el que debaten las ideas de Milei. Y no es casualidad: uno es el propio Bastitta, quien llevó a Milei a Colonia. El otro, Gonzalo Tanoira.
El dueño de Citrícola San Miguel, principal exportador de cítricos del mundo, fue un feriviente militante del PRO pero ahora pondera la dolarización que ofrece Emilio Ocampo, uno de los asesores de Milei. En el macrismo se enojan con Tanoira por la migración ideológica y no es para menos: el ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, supo ponerle a Macri el apodo de “Mister Lemon”. ¿De dónde surgió? del lobby que el entonces presidente argentino hacía por los negocios citrícolas de Tanoira.