Messi puede jugar en modo Miami, en ojotas, con una camisa colorinche y una sombrilla bajo el brazo. Pero de pronto acomoda la pelota, la acaricia con la zurda, la pone contra el palo y liquida la cuestión, y hace acordar al partido contra Uruguay que también abrió con un tiro libre. Y trae recuerdos de México en Qatar, de Irán en Brasil, de Ecuador en la última fecha de la eliminatoria para llegar al Mundial de Rusia, de tantas veces que encontró la llave cuando todas las puertas parecían cerradas. 

La gente que llenó el Monumental se llevó esta nueva perla, pero no fue lo único. También se fue con los ojos llenos de Cristian “Cuti” Romero, por lejos el mejor jugador de la cancha, y demostró estar en un momento extraordinario. Marcó, quitó, llegó siempre a tiempo, puso el alma en un par de cruces salvadores y se ganó merecidamente tres o cuatro ovaciones,  porque además de todo tuvo un par de excelentes apariciones en ataque.

La gente no se pudo llevar un gol de Lautaro Martínez, que cumplió una buena actuación. El palo le impidió su mejor aparición en el área. Tampoco se pudo llevar un gol que culminara una gran jugada, porque hubo una de Messi que hizo salir la pelota muy cerca, y hubo otra de Tagliafico que rozó el travesaño, y una en el final que fue la más linda de todas pero Galíndez le tapó el tiro final a De Paul. 

Y otra cosa que se llevó la gente fue la sensación de fiesta en el final,  porque en lugar de meterse atrás a sostener colgado del travesaño el 1-0, defendió con la pelota y fue tras el segundo gol que merecía.

De todo un poco se llevó la gente, además de los tres puntos en el debut de las eliminatorias ante un rival que va a ser duro para cualquiera.



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