Alfredo Le Pera y Carlos Gardel constituyeron, tal vez, una de las duplas creativas más fructíferas y contundentes de la música argentina. En solo tres años de colaboración, el letrista y guionista y el cantor criollo compusieron más de treinta canciones –o clásicos imbatibles, mejor dicho- y unieron su talento en varias películas producidas primero en Francia y luego en Estados Unidos, como Melodía de arrabal (de Louis J. Gasnier, 1933) o El día que me quieras (de John Reinhardt, 1935). Alejandro Viola, director de la compañía de teatro y música Los Amados, realizó un trabajo de investigación sobre la dupla y se propuso el desafío de llevar a escena la vida de estos artistas. El resultado es Ardientes Gardel y Le Pera a ritmo tropical, una obra que refleja la particular estética kitsch y latinoamericana de Los Amados, y que se podrá ver los sábados de septiembre (9, 16, 23 y 30) a las 21 en ND Teatro (Paraguay 918).
La obra tiene algunos antecedentes en el recorrido de Los Amados, porque ya habían homenajeado a figuras de la música latinoamericana: habían realizado obras en torno al intérprete y compositor cubano Ernesto Lecuona y también sobre el autor y cantante mexicano Agustín Lara, una de las figuras más importantes del bolero. “Y tenía pendiente pensar en algo que fuera argentino, pero había que darle una vuelta. Porque no era simplemente buscar algunos temas tropicales que hubieran sido compuestos por algún compositor argentino, sino que tuviera una identidad”, cuenta el cantante y actor Alejandro Viola. “Así que hice una larga investigación al respecto y de repente pensé en los temas que habían hecho juntos Alfredo Le Pera y Gardel. Y ahí me di cuenta de que ellos habían trabajado en Francia con diferentes compositores, incluso cubanos, porque la Paramount los juntaba en las películas con otras agrupaciones y compañías que anduvieran por Europa y que también fueran hispanoparlantes”, precisa Viola sobre el principal objetivo: encontrar una contraseña tropical en la obra de Gardel-Le Pera.
“Entonces, en las mismas películas incluían alguna banda cubana, algo muy tropical”, resalta el director de Los Amados. “Ellos también componían trabajando con esta gente y de repente hacían una rumba medio latina. Inauguraron lo que fue la canción melódica o tango-canción. Empieza a juntarse ahí un poco lo melódico que puede tener el bolero; si bien no era acompañado con un bongó empieza a tener esta relación. Ahí comencé a encontrar un vínculo entre lo que ellos hacían en las películas y de alguna manera esta impronta tropical que tenemos nosotros, porque de pronto aparecían en las películas Gardel adentro de un cabaret y mientras estaba hablando en una escena en el fondo se veía a una banda cubana con rumberas y maracas”, se explaya. “En las películas Gardel aparecía con un smoking maravilloso y de pronto se lo veía vestido de gaucho. Los elencos se mezclaban, había españoles vestidos de gauchos”.
La segunda parte del proceso creativo y de exploración tuvo que ver con llevar a terreno propio los clásicos inoxidables que salieron de la cabeza de la dupla: “Cuesta abajo”, “Sus ojos se cerraron”, “Lejana tierra mía”, “Amores de estudiante”, “Por una cabeza”, “Mi Buenos Aires querido”, “Sol tropical”, “Por tus ojos negros”, “Por tu boca roja” o “Quiéreme”. “Todos los temas que cantamos fueron compuestos para las películas”, puntualiza Viola. “Después, Gardel los grabó aparte en sus discos y luego se transformaron en estos increíbles temas, que en ese momento elevaron al cancionero argentino a lo más alto a nivel mundial. A partir de emocionarme mucho con el repertorio sentí que lo podíamos hacer con el cuidado y el respeto con el que hacemos Los Amados todos nuestros espectáculos”, dice.
-De hecho, abordan esta obra a partir de una estética propia y no necesariamente desde el terreno del tango.
-Claro, jugarnos a hacer este repertorio, que no significaba meterse con el tango, porque eso fue lo primero que a lo mejor se reflexiona. No nos metimos con el tango, nos metimos con este repertorio de Gardel y Le Pera, porque ellos mismos ya tenían algo de lo tropical: hay rumba, jota, canción, cosas que tiran a la habanera cubana. Así que eso fue lo que nos tranquilizó: que íbamos por un lado que tenía que ver también con nuestra estética musical. Hay un tema que se llama “Por tus ojos negros”, que lo componen junto a un director de orquesta cubana, Don Azpiazú, entonces ya tiene un sonido de rumba centroamericana. Nosotros lo que hicimos fue transformarlo en una cumbia. Entonces, a partir de elegir los temas del espectáculo empezamos a investigar y ver con qué ritmo podía ir cada uno de acuerdo a lo que yo iba a contar. Porque entre tema y tema voy contando la historia de ellos dos: cómo se conocieron, de qué hablaban cuando componían, qué pasaba en las películas. Y a todo el espectáculo le dimos una identidad argentina.
-¿Cómo trabajaron esa identidad?
–En la primera parte aparecemos todos muy gauchescos pero, claro, somos unos gauchos muy tropicales. Porque siendo Los Amados es como que llegamos a hacer un homenaje a la Argentina, pero no la tenemos muy clara. Entonces, nuestros gauchos tienen unas mangas rumberas y un vestuario lleno de colores. Después hay una segunda parte en la que jugamos más con los colores de la bandera, la escarapela, el sol, el dorado, una parte que tiene que ver con la llegada de Gardel a New York, donde llega la elegancia. Y ahí vamos hilando todo esto con los diferentes temas. Fue pieza por pieza, paso a paso, por suerte también pudimos elaborar los arreglos musicales con Diego Vila, con quien ya habíamos trabajado el repertorio de Agustín Lara y es un especialista en Gardel y Le Pera. Fue un trabajo en equipo muy grande e intenso. Nos llevó un año armarlo. A la gente le gustó mucho el espectáculo. Y para los más jóvenes es una posibilidad de escuchar los temas de Gardel y Le Pera de los años 30 con esta impronta latinoamericana.
-¿Pero fue un desafío extra trabajar a partir de estas dos figuras tan importantes?
-Fue un tremendo desafío porque el temor también estaba. Uno puede tener en la cabeza el tema y querer llevarlo para tal lado. Pero después no sabés qué puede provocar en el público. Todos teníamos en la cabeza más o menos los temas, pero no es un repertorio que habitualmente cantemos. Fue algo muy fuerte lo que nos pasó, porque nos metimos mucho en el trabajo. Y hubo discusiones reales sobre qué hacer y cómo abordar este repertorio. Y por otro lado fue un desafío porque es un repertorio diferente para nosotros que trabajamos más con el bolero. Esto era otra cosa. Y así había que jugarse a crear algo totalmente nuevo. Transformar ciertos temas. Por ejemplo, “El día que me quieras”, todo el mundo lo canta como canción. Hay hasta versiones de Luis Miguel. No se ha cantado nunca con el ritmo del tango, ni Gardel. Incluso “Volver”, que tiene una melodía que claramente podía ir en ritmo de bolero sin perder su identidad. Después ya nos jugamos con cosas más arriba y simpáticas, como el merengue. A “Mi Buenos Aires querido” y “Por una cabeza” todo el mundo los canta como si fuera una hinchada. Se arma mucho baile con eso. Y después algunos temas fueron transformados en clave de son cubano, como “Lejana tierra mía” y “Amores de estudiante”.