La mayoría de las veces, Chile El desierto de Atacama es arenoso, agrietado y rojo. El desierto recibe menos de 1,5 cm (0,6 pulgadas) de lluvia al año, el equivalente a unas seis horas de llovizna ligera. A veces no recibe nada en absoluto. Por lo general, las únicas plantas que viven aquí han tenido suerte con las propiedades inmobiliarias y crecen cerca de uno de los raros arroyos o reservas de agua subterránea o a lo largo de la costa cubierta de niebla.
Otros años, sin embargo, son un poco más húmedos, impulsados por El Niño, un patrón climático que aumenta las lluvias en las Américas. Con unas pocas gotas más de agua, billones de semillas que duermen justo debajo de la arena comienzan a moverse. Envían brotes de los que crecen hojas y capullos. Con el tiempo, franjas enteras del desierto se soltaron, desplegándose en amarillo, rosa, naranja y morado, los colores recorriendo el desierto como acuarelas y los pétalos más numerosos que las estrellas de arriba.
Los chilenos llaman a este fenómeno desierto florido. La avalancha “inusual y explosiva” de vegetación, como la han descrito el científico Andrés Moreira-Muñoz y sus colegas, engendra todo un ecosistema acelerado, con insectos y pequeños roedores corriendo para aprovechar el repentino y colorido festín. Los botánicos, ecologistas y turistas con cámaras no se quedan atrás.
En 2019, Moreira-Muñoz y su equipo revisaron imágenes satelitales de la región para hacer una cronología de las floraciones en Atacama y tener una idea de su extensión, duración e intensidad. Contabilizaron 13 desiertos floridos entre 1981 y 2015, con una duración media de casi seis meses. La más grande, en 2011, se extendía 4.300 millas cuadradas (11.000 kilómetros cuadrados), aproximadamente el tamaño de la Isla Grande de Hawai.
También descubrieron que los sitios se están desplazando a donde no habían estado antes, probablemente debido a cambios regionales en el clima. El cambio climático en general se cierne como una amenaza para las flores silvestres en todo el mundo, y otros factores estresantes como el desarrollo, la agricultura, el desmonte de tierras, las especies invasoras y la minería también contribuyen a la pérdida de hábitat.
Por este motivo, muchos grupos “han querido declarar zona protegida de 'desierto floreciente'” en Atacama, afirma Moreira-Muñoz, “pero es como intentar poner una valla alrededor de un fantasma”. Al final de un desierto florido, las semillas de las flores vuelven a caer en el banco subterráneo y regresan a su letargo, hasta que el siguiente año ligeramente bochornoso las saca de nuevo.
- Rango: Zonas del suroeste del desierto de Atacama, en Chile
- Especies principales: patas de guanaco (Cistanthe grandiflora), garra de león (Bomarea ovallei), conejo (Rhodophiala rodolirion), y muchos más
- Cómo verlos: El desierto florido de Atacama tiende a ocurrir entre septiembre y noviembre en años en los que las precipitaciones han sido (relativamente) altas. Un mirador popular está cerca de la pequeña ciudad de Copiapó en el norte de Chile.
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