El influyente filósofo francés René Descartes, famoso por su afirmación “Pienso, luego existo”, murió en 1650 de neumonía mientras se encontraba en Estocolmo como invitado de la reina Cristina. Inicialmente enterrado en Suecia, el cuerpo de Descartes fue trasladado más tarde a Francia. Posteriormente, su cráneo desapareció, probablemente fue retirado en Suecia y vendido, hasta su redescubrimiento en el siglo XIX. Luego fue devuelto a París y finalmente terminó siendo la atracción principal del Musée de l'Homme.
Sin embargo, un polémico estudio de caso de 2020 arroja dudas sobre la autenticidad del cráneo intacto en París atribuido a Descartes. En cambio, los investigadores del Museo Histórico de la Universidad de Lund, en el sur de Suecia, afirman ser propietarios de una pieza que creen que pertenece genuinamente a los restos craneales del gran filósofo. Sugieren que después de la muerte de Descartes, su cráneo sufrió una “explosión de cráneo”, un método obsoleto de dividir cráneos bajo presión para venderlos a múltiples compradores. Además, destacan que el color y la procedencia histórica de su espécimen se alinean más estrechamente con la evidencia documentada en comparación con el cráneo parisino.
A pesar de la controversia, el Musée de l'Homme de París ha mantenido un perfil bajo. Sin embargo, Martin Friess, el director científico de sus colecciones antropológicas, expresó a la revista sueca Filtrar que acojan y alienten todas las nuevas investigaciones científicas sobre la autenticidad de los restos humanos del museo.
Se ha descartado la posibilidad de resolver el misterio que rodea a los artefactos en disputa de Lund y París mediante análisis de ADN. Esto no se debe sólo a que se trata de un proceso destructivo, sino también al mal estado de los restos de Descartes en el cementerio de Francia y a la ausencia de descendientes vivos para compararlos.
Mientras tanto, en el Museo Histórico de la Universidad de Lund en Suecia, su pieza de cráneo, que durante años había ocupado una vitrina modesta, ahora se exhibe de manera destacada y está etiquetada como el “Cráneo del filósofo Descartes”. Descansando boca abajo sobre un pedestal, dentro de su caja dedicada, la porción del cráneo de color beige grisáceo, ligeramente más grande que la palma de la mano de un adulto, constituye una sección del hueso parietal derecho. En su interior lleva una inscripción marrón apenas perceptible que, traducida del sueco al inglés, dice: “Cráneo de Descartes, 1691, número 6”. Este último indica que había al menos otras cinco partes.
Descartes, el filósofo que duda, ahora nos deja dudando hasta los pedazos de sus restos mortales. A medida que su cráneo atraviesa países y controversias, refleja su escepticismo sobre la certeza.