Desde motines en las cárceles, policías secuestrados, fuga de criminales y saqueos, hasta la irrupción de hombres con fusiles y granadas en un canal de televisión durante una transmisión en vivo, Ecuador vive desde hace dos semanas un estallido de violencia que desembocó en la decisión del presidente Daniel Noboa de declarar un “conflicto armado interno”: ordenó a los militares neutralizar a las bandas narcocriminales. Sin embargo, estos grupos asesinaron el miércoles al fiscal César Suárez a cargo de casos relacionados con narcotráfico, terrorismo y delincuencia organizada.
En diálogo con PáginaI12, el analista político ecuatoriano y académico de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Fernando Carrión, comentó el avance de la situación en el país y explicó las razones por las que el mandatario con dos meses en el poder, no podría replicar el modelo de lucha contra las pandillas instaurado en El Salvador.
–¿Qué representa el asesinato del fiscal César Suárez en la lucha contra el narcotráfico?
–No es un hecho particular: ya asesinaron este año a tres fiscales. La impresión que me da es que se tiende a generar temor en los jueces para que respondan directamente a las necesidades que tienen estas estructuras criminales. Suárez estaba vinculado a casos bastante complicados como la irrupción en el canal de televisión y la causa contra Daniel Salcedo (prófugo de la justicia ecuatoriana acusado en casos de corrupción y vinculado con el narcotráfico), que fue detenido el martes en Panamá.
–¿Cómo y por qué el país evolucionó de esta manera en el negocio narco?
–Podríamos identificar algunos momentos a principios de siglo. En primer lugar, el Plan Colombia firmado en 1999 dio lugar a dos fenómenos de internacionalización. Uno de ellos fue la migración de algunos problemas que se desarrollaban en Colombia hacia Ecuador y Venezuela por el “efecto globo”. Ecuador no producía cocaína, pero a partir de ese momento comenzó a hacerlo. El segundo fenómeno es que los cárteles colombianos tendieron a hacerse más pequeños y a multiplicarse, transformándose de cárteles a bandas criminales. Esto se debió a otro hecho internacional: los atentados terroristas en Estados Unidos en 2001, que hacen que ese país cierre la entrada por aire y por mar y se abra simultáneamente por tierra, que es básicamente la frontera con México. En ese caso los cárteles mexicanos empiezan a tener un peso considerable y se vinculan directamente con grupos colombianos y ecuatorianos en emergencia. Luego, desde 2017 se registró un incremento fuerte de la violencia en Ecuador. En esa época, el país tenía una tasa de 5 homicidios por 100.000 habitantes. El año pasado, esa cifra se elevó a 46, lo que significa que en seis años se multiplicó por nueve. Aquí hay varias cosas. Uno: se contrae el aparato estatal público al extremo de que desaparecen el Ministerio de Justicia que manejaba las cárceles y el Ministerio del Interior, que manejaba la seguridad. Además se contrae el presupuesto. Dos: la dinámica de la violencia también cambia: las grandes organizaciones internacionales, en vez de pagarles a los grupos locales en dólares, lo hacen con droga. Esto hace que los grupos locales se fortalezcan y el mercado interno crece. En tercer lugar, el conflicto entre estas distintas organizaciones es mucho más alto, con lo cual la violencia tiende a incrementarse.
–-¿Cómo evalúa la gestión de Noboa hasta el momento?
–Yo creo que el tema de la violencia está marcando, sin duda, a Ecuador. Y es muy interesante porque todavía no cumple dos meses de mandato. Cuando estalla todo con la fuga de dos de los cabecillas más importantes del sistema carcelario, la legitimidad del presidente se cae. Está la idea en América Latina –y en muchos lugares del mundo– de que los primeros 100 días de gobierno son una especie de luna de miel. Pero Noboa tomó la decisión del estado de excepción, el reconocimiento de que Ecuador vive un “conflicto armado interno” y califica de terroristas a 22 grupos. Me parece que con eso se reposicionó políticamente y se convirtió en una especie de líder nacional, porque la Asamblea Nacional e incluso el expresidente Rafael Correa, hicieron un pronunciamiento de apoyo unánime a sus decisiones.
–-Con la creación de dos cárceles de máxima seguridad anunciada hace unos días, ¿puede Noboa replicar el modelo de lucha contra las pandillas de Nayib Bukele en El Salvador?
–-Lo veo difícil porque lo de Bukele implica tener un control de todo el sistema parlamentario. En este caso Noboa tiene 18 votos de 137, lo que hace que las posibilidades de manejo de la Asamblea para modificar la Justicia, por ejemplo, sean muy difíciles. Lo que sí ocurre es que es interesante vender el modelo de Bukele en abstracto porque es muy conocido por la reducción que produjo de las tasas de homicidio. Entonces, pegarse a esa lógica con la creación de las cárceles lo beneficia. Pero, ¿qué es lo que ocurre? Ecuador se encuentra en estado de excepción desde el 8 de enero con la detención de 2.500 personas hasta ahora. Si esta tendencia sigue así, hasta que termine el estado de excepción, al menos 15.000 personas estarán presas. Esa cifra representa más o menos la mitad de la población carcelaria en el país. Cada una de las cárceles que está planteando el presidente, tienen una capacidad total de 730 personas, por lo que frente a esta demanda creciente, no darán abasto.
Entrevista: Axel Schwarzfeld