Las tensiones eran altas en el Verano de 1862. Belgrado estaba dividida por el control turco y serbio, y un solo incidente fue suficiente para iniciar una pequeña guerra.
Una calurosa tarde de domingo del 15 de junio de 1862, hubo un conflicto entre soldados serbios y turcos que hacían cola para conseguir agua. En la fuente de Čukur el chorro de agua era débil y caía lentamente, lo que provocó una larga cola para abrir el grifo. Los soldados serbios y turcos se pelearon por llegar primero al agua en el calor de un tórrido verano balcánico. Para llegar a la fuente también estaba un niño llamado Sava Petković, del pueblo de Lukovo, cerca de Kuršumlija. Sava había llegado a la capital para aprender el oficio sarraceno. En aquella época era aprendiz de un tendero llamado Aleksa Nikolić.
Según una variante de la historia, en medio de la multitud que discutía, Sava derribó y rompió por descuido una jarra que estaban llenando bajo el grifo. La jarra pertenecía a un soldado turco. Otros testigos como Carlo Perolo, posadero italiano y empleado del consulado italiano en Belgrado, dicen que los turcos pidieron beber agua de la jarra de Sava, a lo que Sava se negó. Existe una tercera versión de la historia, en la que los turcos guardan la jarra de Sava y la reemplazan por la suya. En consecuencia, uno de los hombres respondió golpeando a Sava en la cabeza con una jarra y hiriéndolo gravemente. Otros dicen que un turco sacó su bayoneta y hirió al niño con ella. Algunas fuentes informan que el traductor de serbio y representante ante las autoridades turcas, Sima Nešić, escoltó al herido Sava hasta Aleksa, el tendero. Otros dicen que el niño murió poco después de ser herido cerca de la fuente. Aunque las historias varían, se supone que Sava murió como resultado de sus heridas.
Después de la muerte de Sava se produjo el caos, lo que provocó grandes tensiones entre el Imperio Otomano y Serbia, que en ese momento era una soberanía otomana. Los disturbios se apoderaron de la ciudad cuando los serbios sacaron fusiles de chispa, pistolas, dagas y cimitarras de sus casas para enfrentarse a los turcos en toda la ciudad. Al día siguiente se produjo una tregua y se ordenó a la policía otomana que abandonara la Fortaleza de Belgrado (la zona de Kalemegdan), con el paso seguro garantizado por el gobierno serbio.
Sin embargo, al día siguiente, Belgrado fue bombardeada con cañones otomanos. Esto resultó en la pérdida de más de 50 vidas y más de 300 hogares. En respuesta al caos, las grandes potencias se reunieron y decidieron que las tropas otomanas debían abandonar la Fortaleza de Belgrado, lo que provocó que más de 8.000 musulmanes abandonaran la ciudad el año siguiente.
Hoy en día, la fuente cuenta con una curiosa escultura de bronce titulada “El niño con la jarra rota”, que representa al aprendiz Savo Petković, que perdió la vida. Erigida en 1931, el diseño de la escultura es obra de Simeon Roksandić, inspirado en el movimiento realista serbio. El modelo fue un niño llamado Vlastimir Petković, que casualmente compartía el mismo apellido que la víctima del conflicto.