Las librerías y los puestos de libros usados del centro porteño trabajan con una comunidad lectora local que suele ir a buscar rarezas o títulos más baratos pero en el último tiempo son más las ventas a turistas que a esos compradores fieles que se acercaban en busca de material de lectura; además la venta de obras de la propia biblioteca en estos lugares y en redes sociales crece de manera leve pero sostenida.
Considerada la ciudad del mundo con mayor cantidad de librerías, Buenos Aires tiene también sitios históricos y emblemáticos para encontrar joyas como la primera edición de Rayuela, de Julio Cortázar, o la de un libro de poemas de Jorge Luis Borges tal como sucede en Librería de Ávila, ubicada en Bolívar y Alsina, a metros de Plaza de Mayo que es un clásico para buscar libros usados.
Sus libreros cuentan que la forma de encontrar esos títulos es a través de la compra de bibliotecas, los contactan por mail o por teléfono, envían fotos y ahí se decide si van a buscar ejemplares. Sobre cómo se decide el precio al momento de venta al público, en esta librería hay coincidencia con lo que pasa en otras del centro porteño: muchas veces es el 60% del valor del libro nuevo pero si es un libro descatalogado hablan de otros valores.
Sobre Avenida de Mayo al 700 está El túnel, otro clásico de ejemplares de usados donde se pueden encontrar clásicos de la literatura argentina, y comparten con Ávila la idea de que en los últimos meses hay más extranjeros con consultas por compras que curiosos o compradores locales. Los autores más consultados son Cortázar y Borges.
En la zona de Tribunales, sobre la Plaza Lavalle, quienes atienden los puestos de usados coinciden en que el precio que está en la tapa del libro se puede negociar, ya que ahí se pueden encontrar títulos de la editorial Anagrama entre 3.000 y 8.500 pesos, como “Mujeres” de Charles Bukowski pero la prioridad es la venta así que las rebajas son una posibilidad.
¿Los precios de los libros nuevos alcanzando los 10.000, 15.000 o pasando los 30.000 pesos atraen otro movimiento en estas librerías o generan más ofrecimientos de títulos de las propias bibliotecas?
En Ávila y El túnel las compras no son de uno a uno sino que se dedican a comprar bibliotecas o ejemplares de bibliotecas pero en Sudeste, ubicada sobre avenida Corrientes, algunas obras llegan con lectores que se acercan con sus elegidos para vender.
“Si bien es verdad que en estos contextos algunas personas aprovechan para vender libros que ya no van a volver a leer, no suele ser un número significativo.
Lo que sí pasa es que la gente se ve obligada a cortar muchos de sus consumos, y lo primero que corta es en cosas que le dan alegría como ir al teatro, salir a comer afuera o comprar libros, porque no llega a fin de mes y tiene que morfar y pagar los servicios. La situación es preocupante. Muchos de los clientes de Aristipo son trabajadores de la cultura y del Estado, muchos ya llegaban justos a fin de mes”, cuenta Patricio Rago, impulsor de Aristipo, una librería de usados ubicada en Scalabrini Ortiz al 600.
En relación a los precios, Rago explica que para el libro usado “suele quedar atrasado porque su tiempo de venta es mucho más lento que la del nuevo”. En ese punto coincide con la explicación de uno de los libreros de Sudeste que sostiene que ese parámetro de que el título se puede vender a un 50 o 60% del valor del nuevo, es relativo porque los valores pueden alcanzar los 10.000 pesos y no suele haber muchos visitantes dispuestos a pagar esos valores.
“Si un libro fue publicado recientemente, su precio está directamente ligado al precio de venta del libro nuevo, pero para todos los demás libros, son otros factores lo que impactan: la cantidad de libros circulando en el mundo del usado, la cantidad de ediciones, el estado en que está, los subrayados, el interés con el que se lo busca, la importancia del texto, la traducción, etc. Igual la idea siempre es que sean accesibles, que los libros se vendan y que la gente los pueda leer, ese es el espíritu”, cuenta Rago, autor del libro “Ejemplares únicos” en el que profundiza sobre las anécdotas y momentos que atraviesan la compra y venta de obras usadas.
El movimiento actual en Libros del mundo, ubicada en Libertad al 800, es álgido por los turistas pero también por clientes asiduos que se paran a buscar en los estantes ubicados en el negocio pero también en la vereda donde hay mesas con títulos a 800 pesos. Carlos atiende las consultas, que van desde novelas hasta libros de botánica, y destaca a Télam que muchos de los libros que se consiguen por ese valor en la vereda llegan porque hay gente convencida de que eso que trae es una joya, no los contradice y los ofrece a ese valor que atrae a muchos curiosos que pasan y se detienen a revisar.
Una de las libreras de los puestos ubicados en la Plaza Lavalle frente a Tribunales coincide con que muchas veces quienes se desprenden de libros adjudicándoles un precio alto que después no logran vender, de hecho muchas veces llegan a su puesto a ofrecerlos tras largo tiempo ofrecido en redes sociales o plataformas.
Prefiere no decir su nombre pero cuenta que lleva 50 años en la venta de libros y lo que más nota en los últimos meses es que hay muchos que venden sus bibliotecas porque se achican, se mudan o se van del país. En esa zona céntrica, reconoce que después de la pandemia no volvieron a poblarse de la misma manera, muchos trabajan desde sus casas y muchos de los que se acercan a consultar y comprar libros son turistas.
A unos pasos, César, de otros de los puestos aporta que los turistas persiguen títulos de Borges o Cortázar pero también ejemplares de “La razón de mi vida”, de Eva Perón, o libros que tengan a Diego Maradona en la portada.
Juan Pablo Correa, impulsor del proyecto de compra de libros usados Mastronardi, advierte que en redes sociales ve más gente desprendiéndose de parte de su biblioteca, sin embargo al momento de indicar una característica de esta época es la proliferación de ferias de libros usados como la FLU (Fiesta del Libro Usado) que tuvo dos ediciones: una primera en 2022 y otra en 2023 que llegó a convocar a más de 42.000 personas.
Darío Avendaño, librero de Rascolnikoff, un espacio de libros usados y nuevos ubicado en Alsina 760 en la localidad bonaerense de Burzaco, cuenta que el interés que prevalece es el de los manuales escolares o libros pedidos en la escuela que se suelen intercambiar. Si bien ellos también trabajan con novedades, lo que prolifera en este último tiempo son los usados.
Con respecto a los precios, Avendaño destaca que no hay un criterio preciso: a veces el usado se vende al 50 o 60% del nuevo pero depende si se trata de una novedad o un libro ya fuera de circulación.
Sin parámetros fijos en relación a los precios, los libros usados cobran protagonismo en un contexto de aumentos e inflación en alza y son una alternativa para conseguir nuevas lecturas más allá de la impronta de la novedad.