SOBREVIVIENTES – DESPUÉS DEL TERREMOTO 7 puntos

Konkeuriteu yutopia; Corea del Sur, 2023

Dirección: Eom Tae-hwa.

Guion: Eom Tae-hwa y Lee Shin-ji.

Duración: 130 minutos.

Intérpretes: Lee Byung-hun, Park Seo-joon, Park Bo-young, Kim Sun-young.

Estreno exclusivamente en salas de cine.

Si bien no logró pasar el filtro de los electores, Concrete Utopia fue el largometraje elegido por Corea del Sur para competir en la sección internacional de los premios Oscar. Con el mucho más genérico título local Sobrevivientes – Después del terremoto, el tercer largometraje del realizador Eom Tae-hwa llega a las salas de cine argentinas con una receta bien aprendida y ajustada: una situación fuera de lo común como excusa para la descripción de usos y costumbres. Una cruza de cine de género –película catástrofe, suspenso y una pizca de acción– con sátira social, drama psicológico y otros condimentos típicos en la cinematografía de la península. Si bien la gacetilla de prensa hace hincapié en el hecho de que los protagonistas están encarnados por los actores de Parásitos y El juego del calamar, dos de los más grandes éxitos surcoreanos de los últimos años, lo cierto es que la carrera de Lee Byung-hun atraviesa más de dos décadas de producción con títulos indispensables como Joint Security Area (el más jovencito Park Seo-joon es también el protagonista de la reluciente serie El monstruo de la vieja Seúl).

A diferencia de los típicos prolegómenos del cine catastrófico, que suele dedicarle el primer tercio de metraje a la presentación de personajes, con sus virtudes y miserias, Sobrevivientes va a los bifes sin mediaciones, luego de una secuencia de títulos que recorre velozmente el desarrollo de los edificios de departamentos después de la Segunda Guerra Mundial hasta la proliferación de las torres de lujo del presente. El terremoto que destruye la capital coreana ya ocurrió y habrá tiempo para algún que otro flashback que permita la ostentación de los efectos especiales, pero lo que le interesa a Eom no es tanto la destrucción como las reacciones humanas luego del desastre. Todo se vino abajo excepto el complejo de edificios Hwang Gung, que se yergue entre las ruinas como un tótem que resguarda del frío y los peligros de la intemperie. Si en el pasado el edificio no podía competir con otras torres más lujosas, ahora se ha convertido en el único símbolo de estatus del nuevo orden.

El guion plantea más temprano que tarde el centro de gravitación narrativo. Ante la falta de comida y agua potable, es imperioso racionalizarlos, y para ello se hace necesario tomar una decisión poco amable. Luego de conformar una suerte de consorcio de emergencia, la votación secreta no deja lugar a dudas, y se decide echar a aquellos que no son propietarios, esos seres humanos que vagan por el palier de entrada en busca de algo que llevarse a la boca o bien son cobijados solidariamente por algún dueño, y transformar el lugar en una comunidad más reducida. Se elige a un líder delegado, que pasa de la timidez a tener el carisma de un dictador, y a un grupo de hombres encargados de la seguridad; se define una sección de alimentos y otra de salud. Una micro sociedad exclusiva que continúa con las viejas costumbres en el espacio reducido del edificio. La “utopía de concreto” del título original.

Y se sale a buscar comida entre las ruinas, en locales sepultados por el cemento (comida enlatada, aunque el hallazgo de unas jaulas con perros permite la ironía a partir del cliché), con el peligro permanente de morir aplastados o caer ante el ataque de algún grupo de ”forasteros”, los de afuera. A falta de originalidad, que tampoco la necesita, la inteligencia de Sobrevivientes descansa en la feliz combinación de elementos sin que ninguno de ellos se imponga en exceso. Sin cargar las tintas, el film no esquiva la metáfora de la crítica a las elites –y el rápido ascenso de un neofascismo necesario para sostener el statu quo–, pero lo adereza con subtramas personales, algún secreto oscuro del pasado y un sentido del humor solapado que asoma la cabeza aquí y allá. En otras palabras, de lo mejorcito de los (muchos) relatos postapocalípticos vistos durante el último año.



Fuente Pagina12