“Le hubiese podido hacer sombra a Gardel, pero nunca sirvió para nada, ese alcohólico con patas, vago empedernido, maldito jugador. Y con ese me fui a casar, su voz melosa, la promesa del tango, decían, y yo ingenua, mirándolo con mis ojos de ternero degollado, impedida de verlo todo: me arrimaba a sus hombros y me enredaban los acordes de su voz profunda, ronca, cavernosa. Idiota, yo. Y ciega. Y ahora me viene este espanto: que dónde está Montes. Y yo qué voy a saber. Debe andar por ahí, tirado en algún tugurio, abrazado a algún colchón, o debajo de algún puente, la mañana despertándolo con su luz oblicua y él con sus párpados todavía cerrados, ignorando el día, escondiendo un rato más sus ojos estropeados, de borracho”, comienza “Dónde está Montes”, uno de los cuentos del nuevo libro Me verás caer (Tusquets) de Mariana Travacio.
Luego de sus exitosas novelas Como si existiese el perdón y Quebrada, que la consolidaron como una de las escritoras más singulares de la literatura latinoamericana actual, en Me verás caer, Travacio ofrece una nueva cara de su original obra. En cinco relatos y 160 páginas, la autora da cuenta de historias de mujeres que afrontan un momento de crisis en sus vidas y de cómo se las arreglan para seguir adelante en un mundo que les es absolutamente cruel. Entre un pasado mejor y un futuro con incertidumbre, las protagonistas de estas páginas (madres, hijas, amigas) recorren el presente haciendo equilibrios entre sus pesares y sus quehaceres.
Mariana Travacio nació en Rosario en 1967, pasó su infancia en Brasil; es escritora y psicóloga. Fue docente de psicología forense en la UBA. Sus cuentos han sido publicados en antologías y revistas de Argentina, Uruguay, Brasil, Cuba, España y Estados Unidos. Parte de su obra fue traducida al inglés, al sueco, al italiano y al portugués. Escribió los libros de relatos Cotidiano, Cenizas de Carnaval y Figuras infinitas y el Manual de Psicología Forense. Recibió reconocimientos literarios en concursos nacionales e internacionales.
Amores que no son, el pasaje de la niñez a la adultez, promesas que no se cumplen, trabajos de cuidado que agotan, redes de amistad, quiénes somos y a dónde vamos, así como la soledad y la muerte son algunos de los temas que aborda Travacio con una escritura simple y cotidiana que anuncia las situaciones a la vez que las denuncia. La escritora se mete en la psicología de sus personajes que se debaten entre lo que sienten y lo que deberían sentir, entre el deber ser y el deseo y en todos los relatos, el agua juega un papel trascendental: el mar, el río, el llanto, parecieran cobrar vida para ayudar a sus protagonistas a atravesar sus crisis. Los cuentos son como fotografías de diferentes momentos de las vidas de sus personajes que logran salir a flote gracias a las redes feministas: las amigas, las madres, las abuelas, las compañeras de trabajo.
Según declaraciones a la prensa, Travacio pensó el libro como un conjunto de relatos que se hilvanan entre sí, que se van entretejiendo como una trama coral: “componiendo una familia de mujeres un poco bizarra, un poco rara”.
Como en sus libros anteriores, escribe sobre la vida y la muerte como dos caras de la misma moneda. Los climas de desazón, tristeza, desgano e incertidumbre pero también de júbilo, de esperanza, de redes de sostén y satisfacción, son narrados por Travacio de una manera hipnótica, que atrapa y envuelve en el mismo instante en que se empieza a leerla. “Toda escritora que perdura con el paso del tiempo es aquella que busca ofrecernos una verdad que no se asemeja a la realidad ni al adorno, sino a la literatura. Y Mariana Travacio lo logra”, dijo sobre este libro, la escritora, socióloga y economista mexicana, Brenda Navarro.