El libro “Una nueva vida” de la estadounidense Lucia Berlin (1936-2004), escritora maldita o de culto, de una literatura cruda e intimista rescatada en los últimos años con un éxito sin precedentes, trae ahora, de la mano de una compilación realizada por su hijo Jeff, 26 textos inéditos en español, entre cuentos, ensayos y extractos de sus diarios personales.
En esta nueva entrega que hace Alfaguara de la obra de Berlin puede leerse el lado b de una producción literaria que no fue atendida por más de 30 años, tal vez por adelantada a la época, o por traer consigo una realidad áspera (y una belleza incómoda) en voz de una mujer que usó su propia vida como materia prima.
“Me he enterado de que Ruby está picada porque no la he llamado…, y ahora también Rita Tillet… Maldita sea. Más que nada me apetecería quedarme sentada en las rocas, pero quiero a estas mujeres y siento curiosidad y fascinación por lo mucho que se detesta. Veinticinco años, tres vecinas que viven puerta con puerta. Uf”, se lee en un tramo de “La observadora accidental” que recupera fragmentos de la primavera de 1988, recuperados de su diario de Yelpa.
En “Una nueva vida” hay versiones iniciales o alternativas de cuentos futuros. Los que le valieron reconocimiento 10 años después de muerta, hace de eso ya casi otra década porque fue en 2015 que su “Manual para mujeres de la limpieza” fue el prodigio editorial de tiempos de auge y debate sobre ficción autobiográfica y literatura del yo. Ahí, el relato que da título a la selección que prologó Lydia Davis se estructura a partir de los colectivos que toma la protagonista para llegar a las casas que limpia. Acá, el cuento que abre el compendio prologado por Sara Mesa, fabula una huida imposible.
Para ese cuento, Berlin toma de “Tío Vania”, drama de Chéjov a quien admira, el deseo de empezar de nuevo, libre de todo pasado, pero como “no se puede escapar de quienes somos o, mejor dicho, de quienes fuimos”, escribe Mesa, lo mejor que hace su personaje es “volver a casa con alegría, si es que hay una casa a la que volver”. Toma de Chéjov además, y esto en toda su escritura, el compromiso de no juzgar a sus personajes: en su mayoría mujeres, en su mayoría atrapadas en realidades impiadosas, todas narradas con lucidez y ternura pero sin lugar para la autocompasión.
“Una nueva vida” reúne 15 relatos inéditos en español, 10 de ellos publicados originalmente en sus libros de cuentos pero no incluidos en el “Manual para mujeres de la limpieza” ni en “Una noche en el paraíso” que se consigue en Argentina. Tampoco en “Bienvenida a casa”, la otra publicación de Alfaguara acá, que es una recopilación de cartas, fotos y textos autobiográficos en los que ella estaba trabajando antes de su muerte.
Algunos de los textos acá incluidos solo aparecieron en revistas, como “Suicidio”, donde late el dolor por la muerte de un joven amante que aparece en otro cuentos suyos. Otros ni siquiera habían sido publicados en inglés, como “Manzanas”, el primero que escribió, cuando tenía 21 años; y “Las aves del templo”, donde usa una anécdota real de su primer matrimonio para crear un relato asfixiante de soledad y abandono.
Hay además artículos y ensayos como “Bloqueada”: “una puerta directa al taller mental de Lucia Berlin, que nos hace entender que, cuando un cuento parece que habla de una cosa, en realidad está hablando de otra”, señala Mesa. Los temas de Berlin, lo que escribía irregularmente, de madrugada, cuando sus hijos dormían, son los de su cotidianeidad: el alcoholismo, los excesos, la amistad, la maternidad, el sexo, la literatura, el amor mal llevado, el trabajo, la violencia contra quienes quedan a la intemperie.
“Temas que asoman y que más adelante se desarrollarán por completo, apuntes que se propagan en varias direcciones”, insiste la prologuista sobre estos textos que transmutan su vida en ficción, que en su mayoría “no son borradores” y que incluyen extractos de sus diarios en torno a los que Jeff Berlin sumó información sobre sus génesis.
Su vida
“Luchia, Lusha, Lu-siii-a, Lucía, Luchíí-a”, todos esos nombres que encarnó en su escritura, recibió el American Book Award en 1991. Su mirada fue comparada con la de Raymond Carver (1938-1988), contemporáneo ineludido del canon literario norteamericano, a quien admiró hasta que empezó a “endulzar los finales”, pero las editoriales no volvieron a leerla en serio hasta 2015.
Lucia Berlin, Brown de soltera, publicó seis libros de cuentos usando su vertiginosa vida en beneficio de la literatura. Tuvo tres matrimonios y cuatro hijos en ocho años, todo esto antes de cumplir los 30. Fue la hija mayor de una familia obrera en la que sufrió violencia intrafamiliar y que se mudaba mucho. Vivió en Alaska, Idaho, Montana, Arizona, Texas, Santiago de Chile, donde aprendió español de chica, y de adulta continuó con las mudanzas.
Fue alcohólica. Tuvo un abuelo abusivo y alcohólico en su infancia. Intentó muchas veces desintoxicarse. Tuvo esposos adictos y una madre suicida. Crió a sus hijos prácticamente sola. Debutó con veintipocos y gran reconocimiento en la escritura, ganó el mayor premio de la literatura norteamericana y acto seguido fue la gran olvidada del circuito literario.
Su primer esposo, el escultor Paul Suttman, con quien se casó antes de cumplir 20, la abandonó con un hijo chiquito, Mark, que ya murió, y embarazada del segundo, Jeff, quien ahora hace esta compilación y que, como Mark, participó en compilaciones anteriores de los textos de su madre.
Al segundo esposo, el pianista de jazz Race Newton, lo abandonó por ser adicto a la heroína. Con el tercero, el saxofonista Buddy Berlin, también heroinómano y amigo de Newton, tuvo a sus otros dos hijos: David y Daniel, quienes también participaron en el rescate de textos suyos. Ese cuartero, completo, siempre la recordó con afecto. De Buddy tomaron su apellido los dos mayores, a quienes adoptó como propios.
Tuvo altos y bajos sociales y económicos, Fumó el primer cigarrillo de su vida con el príncipe Ali Kan en una fiesta en Santiago de Chile. Trabajó limpiando casas. Le inyectó heroína a uno de sus maridos adictos antes de ir a parir. Fue una de las profesoras de escritura creativa más populares de la Universidad de Colorado al final de su vida. Murió a los 68 años por cáncer de pulmón. Almodóvar la declaró su musa. El filme “Carne trémula” incluye fragmentos inspirados en sus libros.