Desde Roma
Los movimientos y manifestaciones a favor del fascismo fundado por el dictador Benito Mussolini en la década del 1920, están aumentando en Italia, pese a que la Constitución italiana lo prohíbe desde 1948 y también algunas leyes sucesivas.
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, líder del partido de ultraderecha Fratelli d’Italia (hermanos de Italia), se ha declarado antifascista en algunas oportunidades, pero eso no ha impedido que, entre otras razones, los grupos extremistas de derecha se sientan como más cómodos en el país y crean que pueden quedar impunes y hacer cualquier cosa.
Dos hechos recientes han sido los más llamativos. Uno fue la manifestación del 7 de enero pasado en Roma, en memoria de tres jóvenes neofascistas del Frente de la Juventud asesinados en 1978 por un grupo armado de izquierda, en la calle Acca Larentia del barrio romano del Tuscolano. El encuentro se hizo frente a la exsede del partido Movimento Sociale Italiano, fundado por los fascistas en 1947, y donde murieron los jóvenes. Al menos 200 personas vestidas de negro, el color de los fascistas, levantaron la mano derecha haciendo el saludo romano o saludo fascista, cuando uno de los organizadores gritaba repitiendo varias veces: “Por todos los camaradas caídos” y la multitud respondía “Presente”.
El segundo hecho está relacionado con los hinchas derechistas del equipo de fútbol del Lacio (la región de Roma) que ayer le ganó en el campeonato Copa Italia al equipo Roma, su enemigo deportivo más tradicional. Los “tifosi” – como le dicen en italiano a los hinchas- del Lacio, hicieron saludos y cantos fascistas antes del partido y también después de salir victoriosos. Un grupo de ellos, que se concentró en un puente sobre el río Tíber cerca del estadio, entonaron una canción antisoviética que decía entre otras cosas, “escondida entre los libros de la escuela yo también llevaré una pistola”.
Hubo encontronazos y la policía que estaba allí para controlar la situación, fue rechazada con piedras y palos lanzados por los manifestantes. Poco después de medianoche, un grupo de hinchas del Lacio, encapuchados y con la cara cubierta, entró en un bar donde había romanistas y acuchilló a uno de ellos que está muy grave.
Al menos cinco personas fueron identificadas y denunciadas por la Digos – la policía especializada en antiterrorismo pero también en el accionar de los hinchas-, a través de las filmaciones de las cámaras callejeras y del estadio. La policía también pudo identificar a otras 150 personas, buena parte de ellas de organizaciones extremistas de ultraderecha y filofascistas, como Forza Nuova, fundada en 1997, y Casa Pound, nacida en los primeros años del siglo XXI.
El debate entre el gobierno y los parlamentarios
Después de los hechos del 7 de enero, el ministro del Interior del gobierno de Meloni, Matteo Piantedosi, se presentó ante el Parlamento para explicar lo que había sucedido. “La Jefatura de Policía ha trasmitido a las correspondientes autoridades judiciales las primeras informaciones sobre estos hechos. A los cinco denunciados de Casa Pound se los acusa del delito de apología del fascismo”, dijo el ministro, miembro del partido derechista la Liga y ex prefecto en varias ciudades. Uno de los miembros de la alianza de gobierno y presidente del Senado de Fratelli d‘Italia, Ignazio La Russa dijo en cambio que “sirve más claridad sobre los hechos porque no siempre son apología del fascismo”.
Y ante el pedido de la centroizquierda de “disolver los grupos neofascistas”, el ministro respondió “que los gobiernos precedentes no lo han hecho jamás ”, dando a entender que el suyo tampoco lo haría.
La principal participante en este debate fue la secretaria del Partido Democrático (centroizquierda) Elly Schlein pero también el líder del Movimiento Cinco Estrellas, y ex primer ministro, Giuseppe Conte.
Schlein criticó a la primera ministra Meloni por no haber expresado su opinión públicamente sobre los hechos. “Seguiremos insistiendo para que estas organizaciones neofascistas sean disueltas, como pide la Constitución, porque representan un peligro para la seguridad pública”, subrayó Schlein.
Conte por su parte indicó que “tener una presidente del Consejo de Ministros (es decir primer ministro) que no dice ni una palabra sobre este tema” y que tampoco da ni una indicación a “los ciudadanos italianos para que hechos que hacen la apología del fascismo no estén permitidos, es grave”.
La presidente de la Unión de las Comunidades Hebreas italianas, Noemi Di Segni, de su lado, refiriéndose al 7 de enero habló de una “nostalgia peligrosa”. No se trata “sólo de un recordatorio histórico -declaró- y espero que de parte de la justicia sea confirmada una condena absoluta”.
El caso se discutirá en el Parlamento Europeo
Dado que la alianza de centroderecha (Fratelli d’Italia, Liga y Forza Italia) que gobierna el país tiene mayoría tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, difícilmente el Parlamento italiano tomará medidas que repriman o limiten los avances del neofascismo, a no ser que eso le pueda hacer perder votos.
Sin embargo, el Parlamento de la Unión Europea, a pedido del grupo socialista, discutirá la próxima semana sobre la lucha contra el crecimiento de los grupos neofascistas en Europa, sobre todo después de los hechos ocurridos en Italia.
Según varias fuentes de prensa, el jefe de los liberales del Parlamento Europeo y representante de “Renew Europe” (renovar Europa), Stephane Sejourné, destacó que las imágenes provenientes de Roma “representan algo que no podemos tolerar”. Sejourné se refirió así al saludo fascista que hicieron los militantes neofascistas el 7 de enero pero también este miércoles los hinchas del Lacio en el partido de fútbol.
Para el líder del Partido Popular Europeo, Manfred Weber, “En Europa no hay espacio para el saludo fascista”.
La discusión en el Parlamento Europeo se llevará a cabo el próximo martes, según está establecido en la orden del día difundida a los parlamentarios. Los representantes de Fratelli d’Italia en ese Parlamento han pedido que el tema sea eliminado de la orden del día. Pero hasta ahora ningún otro partido lo apoya, ni siquiera los parlamentarios europeos de la Liga de Matteo Salvini, que forman parte en Italia del gobierno de Meloni.