En apenas tres días de gestión, el nuevo gobierno libertario concretó su primera emisión de deuda en moneda extranjera. Se trata de un título dirigido a los importadores de bienes y servicios que acumulan deuda a favor con el BCRA. Dicha deuda corresponde a pagos para los cuales la autoridad monetaria en su momento no liberó las divisas correspondientes.

El BCRA ofrece el “Bono para la Reconstrucción de una Argentina Libre (Bopreal)”, que se suscribe al tipo de cambio oficial mayorista y se paga en dólares con opción de rescate anticipado. El plazo de vencimiento previsto es el 31 de octubre de 2027. Se estima que la llamada “deuda flotante” con importadores que podría aplicar para suscribir el nuevo bono supera los 30 mil millones de dólares.

De acuerdo a lo que adelantó Santiago Bausili, presidente del BCRA, la AFIP realizará un filtro para determinar cuánto es la deuda importadora total a solucionar y así evitar avivadas de empresas que ya pagaron sus deudas o si tienen pasivos intrafirma.

La polémica

Alejandro Vanoli, expresidente del Banco Central y director de la consultora Synthesis, sostiene que “es una medida muy prematura, por la cual se van a beneficiar empresas que pagaron sus importaciones accediendo al contado con liqui o que tienen deuda intrafirma o con vinculadas. Yo hubiera avanzado con un registro pormenorizado para ofrecer un tratamiento diferencial. Muchos importadores ya habían suscripto letras en pesos ajustadas por el tipo de cambio, con lo cual no tuvieron perjuicio por la devaluación. Ahora se llevan un bono que pagamos todos, porque es deuda pública”.

Genaro Grasso, economista del Centro Cultural de la Cooperación, explica que “el BCRA ya se había comprometido a dar dólares que no otorgó por los problemas de la sequía. Ahora bien, esta deuda comercial flotante de las empresas no debería ser cancelada en su totalidad. Todos los años, las empresas toman deuda regularmente para financiar sus importaciones y esas deudas se van rolleando. El monto excepcional por la sequía, que sería lo que tiene problemas para financiarse, no es más de 20 mil millones de dólares. De eso, se deberían descontar las deudas comerciales con las casas matrices, porque estas no tienen problemas para renovarse. Y asimismo, si hay financiamiento de bancos nacionales en dólares, se debería instar a su rollover. De modo que el monto de deuda en manos de importadores en situación crítica ha de ser mucho menos significativo de lo que se lo presenta”.

“El riesgo es que esa puerta de cambio de pesos presentes por dólares futuros no se utilice solo para los pesos que deben garantizar una importación, sino deudas financieras, remisión de utilidades e incluso compra de dólares para atesoramiento. Los problemas no desaparecen: el riesgo cambiario de una corrida se transforma en un riesgo soberano de default”, agrega Grasso.

Por otro lado, empresarios pymes endeudados con proveedores del exterior advierten que la medida no les ofrece ninguna solución, puesto que no pueden pagar sus deudas con el bono y, si quisieran vender el título en el mercado secundario, enfrentarían un recorte en el valor.

El economista Martín Kalos, de la consultora EPyCA, considera que “había un problema heredado del gobierno anterior. El BCRA en su momento pateó el acceso a los dólares para las empresas importadoras. Ante ello, las empresas tuvieron que endeudarse para financiar sus operaciones. Acá hay un primer punto: no es que el Banco Central les dijo a las empresas que se hagan cargo e importen al precio que sea. Por el contrario, hubo una promesa de pago que está registrada en el sistema SIRA y en expedientes. Entonces, efectivamente hay un compromiso del Banco Central”.

“Para solucionar este problema heredado se debería dar acceso a los dólares, pero los dólares no están. El otro extremo es decirles: no te lo pago, lo cual incluso puede tener consecuencias judiciales. El Gobierno decidió no dar acceso a los dólares ahora sino dentro de varios años. De modo que pide pesos a cambio de un bono pagadero en dólares, que eventualmente se puede vender en el mercado secundario. Y se agrega un 5 por ciento de tasa de interés. No es una estatización de la deuda, porque la deuda de las empresas sigue siendo privada. Lo que se hace es que se convierte una promesa de pago incumplida en una promesa de pago futura”, analiza Kalos.

Para el economista Leandro Mora Alfonsín, el nuevo bono “da cobertura a un problema que generó el propio BCRA al estirar pagos de importaciones. Es una manera de vender dólares que hoy no tenés, a un tipo de cambio más alto, para cubrir deudas acumuladas, con fuerte componente de insumos para seguir produciendo. En teoría, esos bonos se van a poder liquidar por contado con liquidación y así pagar, pero para eso deberían derogar las trabas de los importadores para acceder al CCL”.

Mora Alfonsín agrega que “las situaciones son muy variadas frente a este contexto: hay empresas que importan con dólares propios que ya tenían y otras que por su tamaño pueden negociar mejor. Las pymes la tienen muy difícil y no pueden estar sin insumos. El problema de fondo es que los proveedores extranjeros perdieron la paciencia y ya decidieron dejar de embarcar insumos a empresas nacionales. Esto pone una tensión enorme, además del ajuste anunciado, a la producción y empleo”.



Fuente-Página/12