Tras conocerse los escandalosos robos realizados de manera sistemática en los últimos años en el Museo Británico -cerca de 2.000 objetos históricos pequeños, como joyas y gemas de Grecia y Roma no registradas en su patrimonio-, administradores de la institución exigieron la confirmación de que todos los artefactos de su acervo queden detallados y documentandos en su registro patrimonial.
El pedido se realizó luego de una revisión iniciada por los administradores del museo, que posee alrededor de 8 millones de artefactos históricos en nombre de la nación, después de que a principios de este año se revelara que los artículos habían sido robados, dañados o faltaran, informó el periódico británica The Guardian.
“Los robos causaron un daño importante a su reputación internacional“, indica el diario inglés sobre el museo, nada menos que el polémico portador de la egipcia Piedra de Rosetta y de numerosos bienes culturales expoliados, como los frisos del Partenón que se niega a devolver a Grecia en una demanda ya histórica-, “acusado de graves fallos de seguridad y de documentación inadecuada de los objetos almacenados”.
Además de publicar las recomendaciones realizadas tras la revisión, la institución amplió detalles sobre los sucesos que causaron el estupor internacional y comunicó que los robos se realizaron durante un “período de tiempo considerable”, en tanto que estimó en 2.000 el número de artículos dañados o desaparecidos.
La revisión estuvo dirigida por Sir Nigel Boardman, ex abogado corporativo, Lucy D’Orsi, jefa de policía de la Policía de Transporte británica, e Ian Karet, juez adjunto del tribunal superior.
Las recomendaciones obvias que le hicieron llegar al museo fueron sobre la urgencia de implementar “una política que defina lo que comprende su colección”, para “identificar los objetos no registrados o registrados inadecuadamente dentro de la colección y registrarlos completamente”.
A lo que el museo respondió que este trabajo ya estaba en marcha y que la documentación y digitalización de toda su colección estaría completada en cinco años. Mientras tanto, se está llevando a cabo una investigación policial y un alto funcionario del museo del centro de Londres fue despedido.
La interpretación de los requisantes institucionales, lejos de asumir responsabilidades y reiterando cordiales dispensas, fue que “el Museo Británico fue víctima de robos durante un largo período”, a lo que agregaron: “nos disculpamos nuevamente por haber permitido que esto sucediera”.
“Sobre todo, estamos decididos a emerger de este período como un museo más fuerte, más abierto y más seguro, preparado para el futuro”, dijo George Osborne, presidente del consejo directivo, sobre los robos internos que dejaron al descubierto la poca preparación del museo para velar por los invaluables bienes culturales que conforman su acervo, incluso aquellos expoliados y que se niega a entregar en tutoría a los países que reclaman su herencia y propiedad.
Hartwig Fischer, director del Museo Británico desde 2016, renunció en agosto último diciendo que aceptaba la responsabilidad por el hecho de que el museo no respondiera adecuadamente a las advertencias sobre los presuntos robos de miles de objetos en 2021.
Alrededor de tres cuartas partes de los 2.000 artículos en cuestión habían sido robados o estaban desaparecidos; a otros 350 artículos les habían quitado partes, como monturas de oro para gemas; y otros 140 resultaron dañados por marcas de herramientas, presumiblemente para realizar procedimientos de extracción fallidos, que derivaban en la venta de oro y plata en mercados ilegales.
De los 1.500 objetos desaparecidos o robados, 351 fueron recuperados, en tanto que se identificaron más de 300 objetos más, lo cual significa que pueden ser objetos puestos a la venta en redes o que están circulando por mercados negros.
Quién alertó sobre los robos fue un tal Ittai Gradel, investigador independiente, en 2021, pero el museo consideró en ese momento que la acusación “no tenía fundamento”. Más tarde ese año, una auditoría interna aleatoria reveló que un artículo no estaba en su ubicación adecuada dentro de la cámara acorazada de Grecia y Roma; eso llevó a una auditoría más amplia que para abril de 2022 reveló pruebas de numerosos objetos faltantes. El anuncio público de los robos llegó prácticamente un año y medio después: en agosto de 2023.