“No soy un pronosticador de catástrofes ni un futurólogo político; escribo ficción. Es una mirada subjetiva, personal y fulminante sobre la realidad nacional. Invito al lector a preguntarse hasta dónde podemos llegar como sociedad si no hay un cambio de paradigma”, lanza Mariano Ludueña, periodista, realizador audivisual, músico y autor de Nuestra Señora de las Navidades (Muy Bueno Ediciones), una novela que podría definirse como una distopía tumbera ambientada en el conurbano bonaerense pero que en muchos momentos se convierte en una predicción aterradora (en parte) hecha realidad. “Creo que escribí esto por el temor a que suceda. En 2021 no había señales claras de quién sería el próximo presidente: veníamos de la pandemia, estábamos con otros temas en la agenda, pero mi antena captó que algo podría llegar a ocurrir porque esta sociedad distópica que planteo está muy cerca de la realidad que vivimos. Si Argentina no logra encaminar su propósito de vida como país, esta ficción podría llegar a ocurrir. ¿O está ocurriendo?”, se pregunta el autor en diálogo con Página/12.
Nuestra Señora de las Navidades es su primera novela policial y se centra en Rafa, un chico de los márgenes con una infancia atroz que se ve envuelto en los negocios turbios de una banda de sicarios del conurbano y cae preso, pero de algún modo logra sortear las lógicas del sistema. Argentina en 2030: la temperatura supera los 50°, hay sequía y arden los campos. Los humanos sólo buscan la gratificación inmediata y en las primeras páginas se informa: “La debacle comenzó en 2025, durante el segundo tramo del primer gobierno fascista-neoliberal. La inflación y la inseguridad ganaban por goleada a la pobreza y a la desocupación (…) La papa caliente quedó en manos del candidato que prometió reactivar la pena de muerte, encarcelar a los corruptos y dolarizar la economía”.
La historia está situada en algún lugar del oeste del conurbano bonaerense, en una Argentina devastada. Sus personajes son complejos, tienen contradicciones y matices. Sobre esa construcción, Ludueña comenta: “En principio trato de que sean humanos, imperfectos, contradictorios. El personaje puede cometer errores, tener malos hábitos y poseer pequeñas extravagancias interesantes. Tiene sentimientos, conflictos, talentos e intereses genuinos. Observo su realidad cotidiana, el entorno, dónde y cómo crecieron. Los visualizo físicamente y después armo su estructura psicológica, sus creencias, valores, preocupaciones, supersticiones, preferencias, temores o fobias”.
Esta es la historia de un país pero también el relato de una traición entre dos amigos que delinquen juntos, Rafa y Marcos. Ese episodio marca un punto de inflexión en sus vidas y los separa. También hay historias de amor, como la de Rafa y Yoli, o la relación paternal con Cacho, el dueño del imperio criminal para el que trabaja el protagonista. “Son asesinos, criminales, tipos pesados, pero aman y odian como cualquier vecino”, dice Ludueña, autor de otras novelas como Tripland y Rockeros (de esta última se hizo una miniserie) en las que se cruzan dos de sus intereses: la literatura y el rock.
Sobre ese vínculo, apunta: “El rock da muchas historias para escribir. La vida del músico está llena de viajes, anécdotas, amistades, rivalidades, momentos inolvidables, comunión con el público, derrapadas, adrenalina, cansancio, peleas, reencuentros. El rock es una usina interminable de anécdotas memorables, será por eso que hay tantas biografías, ensayos y libros sobre esa temática. En las librerías hay un sector de música y casi todos los libros son de rock. El público de rock consume literatura de rock. Un periodista dijo una vez que ‘los textos de Ludueña son la historia de los Sex Pistols contada por Sid Vicious’. Son historias desopilantes, una auto ficción mentirosa porque juego con un yo narrativo en donde el que cuenta es protagonista: muy bonzo, divertido, ágil, hasta tierno, pero sucio y border”.