Las naftas y el gasoil aumentaron este viernes, previo al recambio del gobierno y en el cuadro de mayores expectativas de devaluación del dólar oficial. Shell y Puma empujaron los precios un 15 por ciento en promedio en todo el país, mientras YPF se plegó con un aumento mayor, de un 25 por ciento en promedio. En diversas oportunidades, el presidente electo, Javier Milei, afirmó que apuntará hacia “una fluctuación libre para lograr el equilibrio de precio con la paridad de exportación”. Esa convergencia se traduce en fuertes aumentos.
Shell, que controla a la petrolera Raizen, fue la primera en incrementar el precio un 15 por ciento promedio en todo el país, durante la mañana del feriado. Luego se sumó Puma, con una suba similar, y se esperaba que las demás estaciones de servicios hicieran lo mismo durante el día. Al mediodía fue el turno de YPF, que ajustó el precio un 25 por ciento en promedio. La empresa estatal lidera casi el 60 por ciento del mercado interno de naftas y a partir del 10 de diciembre será presidida por Horacio Marín, un hombre de carrera de la empresa Tecpetrol, perteneciente al grupo Techint. Tecpetrol no participa en el downstream petrolero, no tiene refinerías ni puntos de venta, de modo que no habría conflicto de intereses, confiaron fuentes del sector a Página/12.
Con los aumentos de este viernes, la nafta súper en la Ciudad de Buenos Aires (CABA) acumula un alza de 167,7 por ciento en el año. Si se contemplan ajustes inflaciones de dos dígitos para noviembre y diciembre, la nafta incluso habrá quedado atrasada contra la suba general proyectada para 2023. En YPF, los nuevos valores de referencia de la nafta súper para CABA quedaron en 404 pesos (versus 311 pesos hasta el jueves), 499 pesos la premium, 426 pesos el gasoil y 543 pesos el gasoil premium.
Según las palabras de Javier Milei, el nuevo gobierno espera equiparar el valor de los combustibles con el precio internacional. “Esto tendrá un doble efecto adverso, pues las naftas empezarán a aumentar a raíz de subas en los mercados globales y por el impacto de la devaluación cambiaria”, advirtió Hernán Letcher, director del Centro de Economía Política Argentina (CEPA). Para el especialista, las expectativas de devaluación juegan un rol central en este último aumento: “si el dólar oficial aumenta a 700 pesos el lunes, entonces restará un aumento adicional del 75 por ciento para equiparar con el precio interno, que está en torno a 1,1 dólar el litro de nafta súper”, afirmó.
En tanto, para Genaro Grasso, economista del Departamento de Economía Política del Centro Cultural de la Cooperación (CCC), podrían darse incrementos adicionales en los combustibles “luego de la quita de subsidios a las tarifas de los servicios públicos, por ejemplo, que encarecerán los costos del sector”. “Esos subsidios además se mantienen en políticas como el barril criollo o Plan Gas.Ar que permiten tener un petróleo barato y que también serían discontinuadas”, agregó. Otra posibilidad es que el gobierno regule los aumentos controlando los impuestos a los combustibles, medida que utilizó tanto Mauricio Macri como la gestión de Sergio Massa.
Impacto
De acuerdo con Letcher, el impacto inflacionario de esta suba de combustibles tiene tres partes: “por un lado habrá un efecto directo a partir del consumo minorista de naftas, pero el ajuste también impactará indirectamente sobre el precio de los alimentos (dado que el 30 por ciento del consumo de gasoil se destina a levantar la cosecha agraria) y por último habrá otro efecto indirecto a partir del encarecimiento del costo de logística de los demás bienes de la economía”. Por otro lado, cabe considerar el impacto en la tarifa del transporte público.
Grasso agregó que “Milei confía en que una caída de la demanda pondrá coto a la suba de precios, pero esto no es así y lo vimos en 2018 y 2019, que tuvimos recesiones importantes con aceleración inflacionaria”. En este sector en particular, la oferta está concentrada en seis grandes jugadores, es decir, no es un “mercado competitivo” sino concentrado donde los precios los fija el productor.
“Si por la desregulación, el impulso inflacionario en noviembre y diciembre es como se espera (en el orden del 20 a 25 por ciento), entonces en tres meses la inflación acumulada será del 70 por ciento”, calcula Letcher.