Foto Gentileza prensa teatro Coln Arnaldo Colombaroli
Foto: Gentileza prensa teatro Colón – Arnaldo Colombaroli

El Teatro Colón clausuró su temporada lírica 2023 con una nueva versión de “La Ciudad Ausente”, ópera del compositor Gerardo Gandini con libreto de Ricardo Piglia y que, en la puesta que presentó la reggiseur Valentina Carrasco, multiplicó la diversidad de lecturas y significados ya contenidos en el antecedente novelado.

Un universo futurista atravesado por el terror, la distorsión de los medios y la sociedad de vigilancia permiten la construcción de una narrativa pletórica de referencias por fuera de la ficción, pero que en la versión montada por Carrasco, con dirección musical de Christian Baldini, fueron más elusivas que las que se pueden rastrear en la novela o en la versión operística que Pablo Maritano llevó al Teatro Argentino de La Plata en 2011.

Hubo destreza este jueves a la noche para enhebrar un discurso desde la realidad fragmentaria que postula la historia de Piglia. El personaje de la novela es el escritor Macedonio Fernández, que le permite al autor referencias, también fragmentarias, a la tradición literaria argentina. El recorte operístico tiene, todavía, menos estructura. Por lo tanto, más libertad y más riesgo. Las referencias se desvanecen. Sólo se puede tomar un camino propio.

Macedonio es un escritor con un legado construido, sobre todo, desde la narración borgeana, más que de fuente directa. Una figura apuntalada por un anecdotario y una colección de frases ingeniosas (como aquella de que el gaucho era un entretenimiento de los caballos).

Foto Gentileza prensa teatro Coln Arnaldo Colombaroli
Foto: Gentileza prensa teatro Colón – Arnaldo Colombaroli

Sus biógrafos repiten que intentó promocionarse para ser presidente de la República y, ya con menos respaldo, que alcanzó a fundar una colonia anarquista en Paraguay. La primera ambición no la consiguió y la segunda , a su modo, sólo en el universo de Piglia. En cualquier caso Macedonio es el ordenador en la novela para interpelar la tradición literaria argentina.

Entonces tenemos en “La Ciudad Ausente” a Macedonio, su esposa, una mujer amada y condenada a la inmortalidad, prisionera de una máquina secreta que cuenta (y canta) historias. “La mujer de Macedonio, Elena, se está muriendo y él manda a construir una máquina para perpetuarla en forma de recuerdos, en forma de una voz continua que canta”, explicó la directora.

La ópera de Gandini -de quien se conmemoran diez años de su muerte- fue estrenada en el Colón en 1995 con puesta de David Amitín y escenografía de Emilio Basaldúa. Ahora reapareció en la puesta de Valentina Carrasco, que ya tiene cierta prosapia en la lírica internacional.

Si bien aquí colaboró en las puestas de “El gran macabro”, de György Ligeti, y “Edipo”, de George Enescu, su nombre quedó asociado a la imprudente versión reducida -por decir lo menos- de “El anillo del Nibelungo” con el que el Colón cerró su temporada 2012.

Foto Gentileza prensa teatro Coln Arnaldo Colombaroli
Foto: Gentileza prensa teatro Colón – Arnaldo Colombaroli

Aquella vez Carrasco apareció de urgencia para cubrir el abandono de trabajo de Katharina Wagner, la bisnieta del compositor. El Colón no salió indemne de aquella experiencia.

Nada de ello ocurrió en las dos funciones de “La Ciudad Ausente”. El pulso contemporáneo le sienta bien a Carrasco, que administró una puesta de impacto visual, precisa en la iluminación y difícil de resolver en su secuencia logística.

Baldini, próximo al universo Gandini, dirigió a la Orquesta Estable y el reparto incluyó a Oriana Favaro (Elena), Sebastián Sorarrain (Macedonio), Gustavo Gibert (Russo), Alejandro Spies (Junior), André Cofré (Fuyita), Mairín Rodríguez (Ana), María Castillo Da Lima (Lucía Joyce) y Constanza Díaz Falú (Mujer Pájaro).

En cualquier caso, en el final de la temporada, el Colón llevó a la sala principal una obra de pulso contemporáneo, sin la seguridad que arrojan los espacios de experimentación.

Así, el teatro público, sostenido por el Estado, en este caso de la Ciudad de Buenos Aires, concretó con buena respuesta del público la representación de una obra que, por tiempos, preparación y recursos, no sería posible montar de otra manera y que formaría parte del espacio de lo ausente sin la política pública, lo que invita a la reflexión sobre usos, abusos y prejuicios sobre las condiciones de posibilidad de la producción cultural en el país.





Fuente Telam