El equipo de cultura de La Libertad Avanza suma nuevos nombres a días de la asunción presidencial de Javier Milei. El cineasta y escritor Javier Torre será el presidente del Fondo Nacional de las Artes (FNA), un organismo autárquico y descentralizado del Ministerio de Cultura de la Nación que, a partir del próximo lunes, “motosierra” mediante, será degradado a Secretaría. El mundo de la gestión pública no le es ajeno al director de la película Las tumbas, una versión libre de la exitosa novela homónima de Enrique Medina. Torre fue director del Centro Cultural San Martín de 1983 a 1988, durante la presidencia de Raúl Alfonsín, y estuvo dos años en el área de Letras en el FNA cuando la presidenta era Amalia Lacroze de Fortabat, en el gobierno de Carlos Saúl Menem.
“El Fondo es una institución con una dinámica muy interesante y moderna desde sus orígenes, de modo que mi intención es darle una impronta de mucha más apertura y apoyo a los jóvenes, y a los creadores que lo necesiten”, cuenta Torre a Página/12. “Tengo mucha experiencia para trabajar en la austeridad, e incluso en la adversidad, así que creo que podré moverme con la energía necesaria. Estaré abierto para escuchar a todo el mundo. Si bien es muy diferente a lo que fue el Centro Cultural San Martín, donde se creó algo fantástico casi sin fondos, voy a buscar los caminos necesarios”, agrega el hijo de Leopoldo Torre Nilsson, uno de los directores más importantes y representativos del cine argentino. Torre (Buenos Aires, 1950) respira cultura desde la infancia. En alguna entrevista recordó que cuando el escritor colombiano Gabriel García Márquez estuvo por primera y única vez en la Argentina en 1967 presentó Cien años de soledad en la casa de su padre, “un hecho poco conocido” en el que “Babsy”, como apodaban a su padre, enfrentó al joven colombiano porque entonces le parecía “un escritor de derecha que generaba una estética conservadora con su narración”.
Torre se reunió con la arquitecta Diana Saiegh, la actual presidenta del Fondo Nacional de las Artes, para encarar la transición. En ese encuentro, que calificó como “muy amable”, le ofreció a Saiegh que lo acompañara en el Directorio del organismo, que incluye las áreas de Arquitectura, Artesanías, Arte y Tecnología, Artes Audiovisuales, Artes Escénicas, Diseño, Letras, Música y Patrimonio, pero la actual presidenta rechazó la propuesta. “La conozco desde hace mucho y en su momento le presenté un libro. Mi estilo quizás no es el de ella, pero hubo mucha cordialidad y buena onda”, subraya el autor de La gloria (Corregidor), novela tejida con fragmentos biográficos, crónica familiar y libro de viajes que indaga en un momento cumbre del cine de habla hispana cuando en 1961 dos películas en español conquistaron los máximos galardones en el Festival de Cannes: la Palma de Oro para Viridiana, de Luis Buñuel, y el Premio de la Crítica Internacional para La mano en la trampa, de Torre Nilsson.
Todavía no puede confirmar los nombres de quienes integrarán el Directorio del FNA a partir de su gestión porque, advierte, no está firmada su designación oficial. “Imaginate que es como ofrecer trabajo a los actores sin tener la película organizada. Se entiende, ¿no?”.
Licenciado en Letras de la Universidad de Buenos Aires, comenzó su itinerario cinematográfico en 1972 cuando escribió el guion de La maffia, película que dirigió su padre. Una década después debutó como realizador con Fiebre amarilla. Varias de sus películas están conectadas con la literatura y el arte argentino como Un amor de Borges, basada en el romance entre el autor de El Aleph y la escritora Estela Canto, un filme que obtuvo varios reconocimientos, el Premio al Mejor Director en el Festival Internacional de Miami y el premio a la mejor película en el Festival de Cine de Trieste. También dirigió El juguete rabioso, inspirada en la novela homónima de Roberto Arlt; Las tumbas, una versión libre de la novela homónima de Enrique Medina; Lola Mora, una biografía de la escultora argentina protagonizada por Leonor Benedetto; Vereda tropical, en la que toma al escritor Manuel Puig en los últimos días de su exilio en Río de Janeiro; y El derrotado, adaptación de la novela homónima de su padre, publicada por Jorge Álvarez editor en 1964.
Su filmografía se completa con El camino de los sueños, y El almuerzo, en la que reconstruye el encuentro en mayo de 1976 entre el dictador Jorge Rafael Videla y escritores como Borges y Ernesto Sabato, quienes reclamaron por la situación de escritores desaparecidos y encarcelados, como Haroldo Conti y Antonio Di Benedetto. “Mis películas nunca tuvieron apoyo del Fondo. Siempre fueron independientes o producidas, por ejemplo Las tumbas por Página/12, Argentina Sono Film o yo mismo”, aclara el realizador.
El Fondo Nacional de las Artes se financia con los ingresos que provienen del dominio público pagante, establecido por la Ley 11.723. Los fondos que el organismo destina para fomentar y apoyar el trabajo de los artistas con becas a la creación y subsidios al teatro, la música, las artes plásticas y la escritura, entre otras actividades culturales, no dependen del presupuesto del Ministerio de Cultura, que a partir del 10 de diciembre se transformará en Secretaría. En un contexto en el que se anunció un fuerte recorte del gasto público, ¿qué función tendrá el FNA ante el ajuste que se viene? “El Fondo recauda una suma importante de dinero; Diana (Saiegh) no sabía cuánto, pero yo creo que es mucho dinero y quiero averiguar bien cómo es el manejo. Lo que haya se gastará austeramente en artistas y promoción de la cultura acá y en todo el país”, responde Torre, autor de las novelas Rubita, Quemar las naves y Las noches de Maco, del libro de relatos El placer inglés y de la obra de teatro El embalsamador, que fue distinguido con el Diploma al Mérito en el rubro Cultural por la Fundación Konex en 1991.
-¿Habrá despidos en el Fondo Nacional de las Artes o se mantendrá la planta de trabajadores tal como está?
–Aprendí desde niño a respetar a la gente de cine y luego de la cultura toda. No se me pasa por la cabeza echar a nadie.