El Malba inaugura mañana a las 19 “Cecilia Vicuña. Soñar el agua”, la más completa exposición dedicada a la poeta, artista visual, activista feminista, oriunda de Santiago de Chile y ganadora del León de Oro a la trayectoria en la Bienal de Venecia 2022, en un recorrido por más de 200 obras, que abarcan 60 años de su producción.
“Voy a tratar de no llorar. Es una emoción inesperada estar acá. Yo estuve aquí el día que se inauguró este museo, que fue una gran fiesta, y jamás de los jamases me imaginé que algún día yo iba a exponer aquí. Esto habla de la evolución del arte latinoamericano, de la evolución de este museo y de la evolución de mi propia vida”, arrancó durante la presentación a la prensa, la chilena Cecilia Vicuña (1948), ganadora este año además del Premio Nacional de Artes Plásticas de su país.
Y a continuación recordó el tiempo en que vivió en Buenos Aires, hace muchos años, en el barrio de Barracas: “Publiqué tres libritos de poesía acá en Buenos Aires, todos invisibles. Poder hacer visibles ciertas porciones de la poesía, como la poesía espacial que es el quipu, o la poesía convertida en una ruca para Salvador Allende, esa es mi vida; hacer distintas dimensiones de lo invisible momentáneamente visibles”, desgranó la poeta y artista, en referencia a sus obras, y agradeció al fundador de Malba, Eduardo Costantini, también presente.
“Esta muestra es poesía. Todo es poesía, con forma de performance, de pintura, de collage, de dibujo, de serigrafía, de textil. El corazón de su obra es la poesía”, dijo a modo de bienvenida el curador de la retrospectiva, Miguel A. López, al señalar que la muestra incluye más de 200 obras que van desde los años 60 hasta el presente: “La más exhaustiva hasta la fecha. Cecilia me ha abierto sus archivos y su espacio personal para bucear en ellos”, deslizó.
Apenas ingresar a la sala del Malba, el público se encontrará con la pintura “La muerte de Allende”, una figura que sobrevuela la mayor parte de la exposición, ya que marca “el inicio de la dictadura pinochetista en Chile. Y representa un antes y un después en su obra. Ella siempre fue una creadora de lo colectivo y ese momento fue interrumpido por un proceso de individualización y atomización de la sociedad. Cuando la sociedad entendida como algo colectivo empieza a quebrarse”, narró el curador y recordó que este 2023 se cumplen 50 años de ese golpe de Estado, ocurrido en septiembre de 1973.
Sus dibujos tempranos, también casi al comienzo de la sala, dan cuenta de cómo “el erotismo para ella cumple un rol fundamental. El erotismo ha sido una brújula importante en la obra de Cecilia. Incluso en uno de los dibujos se puede leer que ha escrito la palabra ‘poesía’ en sus genitales”, comentó López.
Estas piezas exhibidas en el inicio de la recorrida se vinculan a su “No manifiesto”, un documento que escribió en los años 60 y que dio origen a la Tribu No, un grupo santiaguino de jóvenes artistas y poetas que, al igual que ella, buscaban expresar su oposición a las fuerzas conservadoras en Chile.
Las improvisaciones de la Tribu No – que consistían en bailar desnudos, hablar durante horas, pintar, tejer, jugar y escribir obras de teatro infantil – estaban influenciadas por los experimentos autorreflexivos que ocurrían en el campo de la poesía pero también por la expansión internacional del happening.
Justo en el centro de la primera sala es posible ingresar a “La ruca abstracta” o “Los ojos de Allende”, una instalación que fue reconstruida especialmente ya que la original se destruyó, presentada originalmente en el Festival de las Artes por la Democracia en Chile, organizado en el Royal College of Art de Londres en 1974.
La obra fue concebida como una “casa espiritual” para Salvador Allende, una construcción precaria con adornos recogidos de las calles de Londres, que incluye en uno de los costados una pintura al óleo del rostro de Allende, sin ojos, como una invitación deliberada para que la gente vea el mundo -a través de esos dos huecos- desde su perspectiva, su compromiso y su sacrificio. Esta obra significó entonces “una manera de continuar aquello que había sido interrumpido por la dictadura de Pinochet”, señaló el curador.
La poesía, como temática, se extiende a lo largo de todo el recorrido y así lo explica la propia Vicuña: “El poder liberador de las palabras es lo que está deseando nacer. Y la única forma en que puede nacer, es mediante actos colectivos. Actos que yo considero quipus. Quipu es una palabra quechua que quiere decir ‘nudo’, y es una forma de escritura. Los pueblos andinos concibieron la inscripción como un nudo que siempre se podía deshacer. Como un nudo que era un signo, un nudo que era un cordón umbilical con el cosmos, con la tierra y con el agua”.
Pinturas, dibujos, textos, serigrafías, collages, textiles, videos, fotografías, instalaciones, libros-objeto, documentos y performances sonoras conforman el itinerario por la obra de esta artista, centrada también en la memoria textil precolombina, las luchas feministas, los derechos humanos y las demandas por la autodeterminación de las comunidades indígenas.
Tal como se puede ver a lo largo de las salas, entre 1973 y 1980, Vicuña produjo una serie de dibujos, collages, videos y performances que examinaban el papel de la poesía en un ambiente de represión política y desapariciones forzadas en Sudamérica y de violencia imperial en todo el mundo.
Allí aparece la serie de “Palabrarmas” que buscaba generar conciencia sobre el modo en que las palabras dan forma al paisaje social del mundo. “Una visión en la que las palabras se abrían para revelar antiguas metáforas condensadas en su interior”, se puede leer en el epígrafe de sala junto a letras como “co-razón” o “men-tira”.
Un ambiente casi a oscuras, de sonidos inquietantes y proyecciones lumínicas en un laberinto de lanas sin hilar que penden del cielo raso y que envuelven al espectador, dan forma a la instalación “Quipu desaparecido”, una inmensa instalación que alude a los secuestros y asesinatos por motivos políticos perpetrados por las dictaduras latinoamericanas del siglo XX. Es la primera vez que esta obra -perteneciente a la Colección Eduardo F. Costantini- se exhibe en América Latina.
Todo el conjunto, en palabras de López, se propone dar cuenta de que para Vicuña “la poesía es la voz de las personas comunes y corrientes”. En marzo de 2022, Vicuña se alzó con uno de los galardones más prestigiosos del universo artístico, el León de Oro de la Bienal de Venecia, que reconoció la trayectoria de sus producciones realizadas con objetos encontrados o materiales de desecho, entretejidos en delicadas composiciones, “un arte precario que es a la vez íntimo y poderoso”, en palabras del consejo directivo de La Biennale.
Por fuera de la sala, en el corazón del edificio, se puede ver finalmente la instalación sitio específico “Quipu menstrual (La sangre de los glaciares)”, originalmente concebida por la artista en 2006 como una forma de expresar su apoyo a Michelle Bachelet, la primera mujer presidenta de Chile.
Organizada por el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile, la exposición temporaria “Cecilia Vicuña Soñar el agua” se podrá visitar hasta el 26 de febrero de 2024 en el museo de Avenida Figueroa Alcorta 3415. Tras su paso por Buenos Aires, se presentará en la Pinacoteca de Sao Paulo de mayo a septiembre de 2024.