Agobiado por la crisis política y la recesión económica, Perú se apresta ahora a enfrentar una nueva versión de El Niño, el fenómeno meteorológico recurrente que suele causar graves daños y que llega otra vez sin que se hayan tomado todas las medidas de prevención necesarias.
De 4.300 millones de soles (unos 1.160 millones de dólares) desembolsados por el Ministerio de Economía como fondo adicional para obras de contención solo se ejecutó 31,3%, situación de la que el gobierno central y las administraciones regionales se culpan mutuamente.
“La plata se ha diluido entre la corrupción, la paralización de las obras y las construcciones mal hechas; se puede decir que los trabajos de prevención han sido un fracaso”, anotó el semanario Hildebrandt en sus Trece en un reportaje de investigación.
Según la Contraloría, de un presupuesto de 50.000 millones de soles (unos 13.500 millones de dólares) dispuestos desde 2017 para realizar obras que afronten las consecuencias de El Niño y otros problemas meteorológicos, solo se notarán los resultados en tres o cuatro años más, por lo que El Niño actual se tendrá que enfrentar con los recursos disponibles.
¡Organizados somos el mejor equipo! “El Puma” Carranza te recuerda que somos #33MillonesUnidos ante el Fenómeno El Niño.
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— Ministerio del Ambiente 🇵🇪♻️ (@MinamPeru) November 26, 2023
El reportaje definió al departamento norteño Piura, con 1,8 millones de habitantes, como “una bomba de tiempo”. En la homónima capital departamental, con casi 500.000 pobladores, solo se intervinieron ocho de 120 cuencas que lo necesitan, los drenajes no están terminados y la mayoría de los puentes está sin reparar.
“En 2017 (en el más reciente Niño fuerte), el río Piura tuvo un caudal de 3.400 metros cúbicos y se desbordó; ahora el río, en estas condiciones, solo soportará 1.400 metros cúbicos; El Niño va a arrasar con todo Piura”, advirtió el decano del Colegio de Ingenieros departamental, Hermer Alzamora.
La situación, aunque relativamente más manejable, también se presenta en Lima y los también norteños La Libertad, Lambayeque, Áncash y Tumbes, los otros departamentos en los que históricamente hubo daños por la presencia del fenómeno.
El Niño, que suele llegar en épocas navideñas -de ahí su nombre-, es un fenómeno meteorológico que produce, entre otras consecuencias climáticas y atmosféricas, el calentamiento de las aguas del océano Pacífico, lo que desata una sucesión de lluvias fuertes que derivan en inundaciones y avalanchas.
En Sudamérica, los efectos se centran en las costas del norte y el centro de Perú, en las del sur de Colombia y en todo el litoral ecuatoriano. Especialmente fuertes fueron los de 1983, 1998 y 2017.
Aunque esas lluvias suelen tornarse especialmente fuertes a mediados de enero, para esta ocasión podrían comenzar en diciembre y prolongarse hasta mediados del otoño, por mayo, según anticipó la jefa de Predicción Climática del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología, Grinia Ávalos.
La extensión del fenómeno en el tiempo implica riesgos adicionales. El multisectorial Centro Nacional de Estimación, Prevención y Reducción de Riesgos y Desastres clasificó ya como riesgo “muy alto” para 2024 a Piura y “alto” a Lima, La Libertad y Lambayeque. En estos tres últimos departamentos viven cerca de 13 millones de personas.
El manejo del presupuesto está a cargo fundamentalmente de dos entes estatales, la Autoridad para la Reconstrucción Con Cambios (ARCC) y la Autoridad Nacional del Agua (ANA), pero ambos son cuestionados por la forma en que manejaron la situación.
La ministra de Agricultura, Jennifer Contreras, que debe responder por la ANA, “no ha estado a la altura, no se ha hecho la descolmatación (retiro de materiales sólidos y sedimentos que impiden el normal recorrido de los ríos) de la zona urbana y eso es plena responsabilidad de su cartera”, señaló el alcalde de la ciudad de Piura, Gabriel Madrid.
De la ARCC, un botón de muestra es que tuvo que rescindir un contrato que había entregado a un consorcio para descolmatar ocho kilómetros del río Piura, pues hasta el 10 de noviembre solo había avanzado en 21% respecto de lo que estaba presupuestado para esa época.
“Estas obras con poco avance van a servir de poco o nada para contener los estragos y efectos de El Niño; si las lluvias comenzaran mañana, solo habría que prepararnos para ayudar a los damnificados; es frustrante”, dijo a Hildebrandt en sus Trece el vicecontralor Luis Alonso Robas.
En provincias como Morropón, en Piura, los pobladores realizaron movilizaciones de protesta contra la supuesta inacción del gobierno central para proteger a poblados como Salitral, Yapatera y Charanal, pero hasta ahora no fueron atendidos por la presidenta Dina Boluarte ni por el jefe del gabinete ministerial, Alberto Otálora.
“La presidenta vino hasta acá y ofreció estas obras, pero nada, puras mentiras y engaños”, lamentó un dirigente gremial de los agricultores piuranos, Arnulfo Adrianzén. “Nuestros cultivos de mango y limón se han podrido porque no podemos trasladar nuestra producción”, agregó su colega Wilmer Chávez.
El Niño había dado señales a lo largo del año. El invierno fue en la práctica muy corto y tuvo varios días calurosos y soleados. En este noviembre las temperaturas fueron elevadas para los promedios de primavera y los expertos ya anunciaron que el primer trimestre de 2024 tendrá calores “insoportables” no solo por el fenómeno, sino por el calentamiento global.
La ausencia de políticas efectivas para prevenir los desastres fue una constante histórica en Perú. Ahora la situación tiene como agravante que el país está hundido en una recesión que no se había visto en este siglo, sin que el gobierno, según sus críticos, dé señales de que pueda cambiar la situación.
“Yo sigo creyendo que Dios es piurano, soy un hombre de fe”, afirmó Madrid al dejar en la Providencia el manejo de una amenaza a la que no se le dio respuesta a pesar de que se la conoce desde siempre.