De Napoleón, la película de Ridley Scott en cines a partir del 23 de noviembrellevamos más de dos años hablando de ello: de hecho, fue en octubre de 2020 cuando el director, al final del rodaje El último duelo, anunció su próximo proyecto, es decir, una película biográfica dedicada a Napoleón Bonaparte (en el original el título debería haber sido equipaje). Scott se habría encargado de la producción y dirección a partir de un guión firmado por David Scarpa, ya autor de Scott durante Todo el dinero del mundo (inspirado en el secuestro, en la década de 1970, del entonces hombre más rico del mundo, John Paul Getty III). La guinda del pastel fue que el nuevo ganador del Oscar interpretaría al líder y emperador francés (por bufón) Joaquin Phoenix, que más de veinte años después Gladiador luego volvería a ser dirigida por el mismo director.
Así, parece una curiosa coincidencia que, así como desde hace tiempo se habla de la (en curso) producción de la secuela de la superproducción histórica de Ridley Scott (de nuevo en colaboración con Scarpa), salga en cines. Napoleón, que en teoría podría haber sido “el biopic” por excelencia, dedicado a uno de los personajes más destacados de la historia contemporánea. De colosal, en NapoleónSin embargo, está el presupuesto, que debería rondar los 237 millones de dólares: una cifra no oficial que Apple Studios (productores de la película) espera recuperar en taquilla, donde espera ganar 500 millones de dólares. No en vano, la decisión de distribuir la película en los cines, antes en la plataforma de streaming, huele a una auditoría anticipada.
Quién sabe si estas predicciones se harán realidad: curiosidad por la acogida que le dará el público (y la crítica) a Napoleón Es casi mayor que el de los espectadores. Una cosa es segura: la película dará mucho que hablar. En qué términos, está por verse, por qué Napoleón no es la biografía que podrías esperar. Ni mucho menos, porque el tratamiento reservado por Scott (y por la guionista Scarpa, naturalmente) al personaje y a los hechos históricos recuerda más bien a aquel increíble espectáculo paralelo que Casa de Gucci. Esa película, una adaptación del libro de Sara Gay Forden Casa de Gucci. Una historia real de moda, codicia y crimen (La casa de Gucci: una historia sensacional de asesinato, locura, glamour y codicia)), llevó al extremo todo el glamour que puede suscitar la narración de una historia policial en el ambiente de la moda italiana. Napoleónpor el contrario, no parece basarse en absoluto en biografías oficiales ni en libros de texto de historia. La película tiene el mismo espíritu grotesco que Casa de Gucci, aplicado a una de las figuras más importantes de la historia contemporánea, cuyo ascenso y caída se cuenta en casi tres horas (158 minutos para ser precisos). Excepto que en el centro de la historia, más que el personaje histórico, está el hombre. En efecto, una versión precisa de Napoleón “entre bastidores”, es decir, la (también sorprendente) de un hombre profundamente enamorado de una mujer, Giuseppina Beauharnais.
Esta es la perspectiva de Napoleónque más que un biopic histórico, es más bien una melodrama cómicotan grotesco es el registro en ciertos lugares.