El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, apeló este domingo a que durante la jornada electoral los ciudadanos alejen su mirada de “la grieta que me hace creer que el otro es mi enemigo” y llamó a poner la atención en la “solidaridad, la fraternidad, la salud y el trabajo”, en la homilía pronunciada tras la lectura del Evangelio de San Mateo que recuerda el momento en que Jesucristo caminó sobre el agua.
“Que nuestra mirada no esté puesta en otra cosa que no sea en los más pobres, en la fraternidad en la solidaridad, en la educación y en el trabajo. Quizás poniendo nuestra atención donde corresponde, igual que en aquel evangelio, el viento se calme y lleguemos a la otra orilla”, afirmó García Cuerva.
El arzobispo, previamente, explicó que “Pedro siguió a Jesús, quiso caminar detrás de él y empezó a hacerlo pero comienza a hundirse cuando ve la violencia del viento. Se hunde porque tiene la mirada puesta en la tormenta”.
“Estamos hoy viviendo un domingo de elecciones, podríamos preguntarnos si igual que esa barca nuestro país también está en la tormenta, si igual que esa barca está sacudido por las olas y estamos llenos de temor como aquellos discípulos, pero también podríamos pensar si no nos estamos hundiendo porque no tenemos la mirada donde la tenemos que tener”, apeló.
En este punto, García Cuerva recordó que “Pedro miró la tormenta y se comenzó a hundir, ¿será que no tenemos la mirada en los más pobres, en la educación como instrumento que nos puede sacar de la pobreza?”.
“¿Será que no tenemos puesta la mirada en el trabajo como gran ordenador social, será que tenemos puesta la mirada en las luchas mezquinas de poder, en la corrupción, en la grieta que nos hace creer que el otro siempre es mi enemigo porque piensa distinto, y será que por todo eso, nos seguimos hundiendo?”, preguntó.
En este punto, expresó su deseo de “orar mucho porque nuestro país camine sobre el agua, por renovar nuestra fe en Dios que pueda contra toda la fuerza del mal”, tras recordar que la metáfora del agua “no es casual, ya que en ese momento el agua significaba el mal en sí mismo, porque se creía que había monstruos debajo del mar e incluso mucha gente no sabía nadar”.
García Cuerva también destacó que la primera oración del evangelio leído convoca a la oración, “la oración es encuentro, es diálogo, es la posibilidad de abrir mi corazón y compartir lo que me pasa”.
“La segunda acción es caminar sobre el agua. El agua en aquella época significaba el mal, había fantasías de que en el fondo de los mares había monstruos y no era común que la gente supiese nadar. Se creía que las fuerzas del mal vivían en el agua y cuando Jesús camina sobre el agua está hablando de su poder sobre el mal”, dijo.
Y añadió: “Podríamos pensar si tenemos la fe de creer que nuestro Dios es poderoso cuando a veces parecen triunfar las fuerzas de la corrupción, del narcotráfico, de la venta de armas, de la guerra. Cuantas veces parece tan gigante el mal que parece que no podemos vencer, y hoy Jesús nos invita a a confiar en él, y con el poder de Dios camina sobre el agua”.
“La tercera acción de la que nos habla la lectura es la de saber ver. Jesús camina sobre el agua y uno de los discípulos le dice que quiere caminar en dirección a Jesús y lo hace hasta que la mirada la pone en la tormenta”, recordó.
La homilía correspondiente a este domingo en la palabra de San Mateo (25, 14-30) dice: “Después de la multiplicación de los panes, Jesús obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la multitud. Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo”.
“La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. ´Es un fantasma´, dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar. Pero Jesús les dijo: ´Tranquilícense, soy Yo; no teman´”, expresó el sacerdote.
Y dijo que, entonces, que Pedro le respondió: “´Señor, si eres Tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua´. ´Ven´, le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Él. Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: ´Señor, sálvame´. En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: ´Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?´”.
El sacerdote en su homilía señaló que “en cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en ella se postraron ante Él, diciendo: ´Verdaderamente, Tú eres el Hijo de Dios'”.