Joey Dillon jugó siete torneos profesionales en su carrera. Perdió en todos en el estreno y su balance de games es 0 ganados y 84 perdidos. De hecho, este estadounidense lleva la cuenta de cada uno de los puntos que gana en cada encuentro. Con estos datos sobre la mesa, lo sencillo es pensar que Joey Dillon es uno de los mayores perdedores de la historia del tenis, pero todo lo contrario: Joey es un ganador.

Porque hace dos años este tenista pesaba 90 kilos más que ahora. Un ‘bypass’, un par de operaciones para eliminar piel sobrante y mucho esfuerzo, gracias a un programa de control de peso de la WTA, ayudaron a que Dillon se viera con la posibilidad de cumplir su sueño de pequeño: imitar a las hermanas Williams.

“Tenía diez años. Un día estaba viendo las noticias y Serena venció a Venus y ganó Roland Garros. Nunca había visto antes tenis y como yo soy gemelo, pensé que ellas también, y eso me atrajo. Puedo ser como ellas”, le contó a la agencia EFE Dillon, que siempre tuvo la ambición de ser tenista, pero era consciente de que con su físico era muy difícil. Por eso, cuando su peso se estabilizó, le dio una oportunidad a este deporte a un nivel superior.

Su historia puede recordar a la de Artem Bahmet, el aficionado que apenas sabía agarrar la raqueta y que perdió los 48 puntos de un partido de tenis ITF en Doha en 2019. Esa fue una historia de amaños, ya que un amigo suyo se dedicó a apostar en su contra todo el encuentro, esta, en cambio, es una historia de amor por el deporte.

“Al menos no me hicieron ningún ‘Golden Set’ (perder todos los puntos del set)”, bromea Dillon, que esta semana se hizo viral en redes sociales cuando emergió un video suyo jugando en la fase previa de un ITF en Columbus. La gente se sorprendió al ver a un tenista ‘amateur’, lejos de los mejores estándares de un deporte tan técnico como el tenis, competir en un torneo profesional. Pero esa es la clave, cualquiera con 65 dólares en el bolsillo puede probar su suerte en el circuito ITF.

Solo hay que registrarse en el sistema IPIN, que permite gracias al pago de una licencia anual (65 dólares) anotarse en torneos ITF, y a partir de ahí hay que hacer como Dillon, aparecer en los torneos como ‘Alternate’ (Alternativo), es decir, confiar en que o no haya suficientes jugadores para completar el cuadro de la fase previa o en que haya alguna baja de última hora para poder participar. “Para el último torneo de Columbus, estaba a las 19:00 actualizando la página para ver el PDF con el cuadro y comprobar si había entrado”, relató Dillon.

“Yo no le quito el lugar a nadie, simplemente me aprovecho de una oportunidad que está ahí. Mucha gente dice ‘¿por qué está ahí, por qué lo dejan jugar, si no tiene el nivel?’, pero esa es la belleza de un deporte individual, todos pueden jugarlo”. Sus rivales, explica, van desde jóvenes promesas a otros tenistas recreativos de la zona, pero siempre le tratan con respeto y le ofrecen consejos. “Jugué contra Stefan Dostanic (579 del ránking), al que darán una invitación para Indian Wells”. 

“Ellos no me ven como un rival (risas), creo que lo ven como una oportunidad para probar cosas diferentes y para practicar para el siguiente partido. Ninguno de mis rivales fue maleducado, todos fueron amables y alguno incluso me escribió después al ver mi historia. Yo sé que no estoy al nivel, pero escuchar todas esas bonitas palabras me ayudan mucho y me quitan las inseguridades”, explicó Dillon.

De hecho, le cuesta encontrar a alguien con el que calentar antes del encuentro, porque es tímido a la hora de pedírselo a un profesional, por el miedo a que lo vea como una pérdida de tiempo. Por eso suele acercarse al club unas horas antes, teletrabajar mientras ve el resto de partidos, calentar y saltar a la cancha.

Gracias a una aplicación para el telófono celular, graba sus partidos y sigue sus puntos, lo que le permite rememorar con una memoria casi fotográfica lo que ocurre en cada encuentro. “En el último partido comencé con un golpe ganador, lo que me dejó sin palabras, porque solo en otros dos partidos había conseguido pegar un golpe ganador”, recordó. “Pero sinceramente, a veces vi a otros chicos como yo que salen a un partido de estos pensando que van a poder estar al nivel, competir e incluso ganar. Yo no soy así. Yo sé que es solo una oportunidad para probarme a mí mismo y para tomar una nueva lección de vida”.

No le sorprende, por lo tanto, haber perdido los siete partidos que jugó por el mismo resultado: 6-0 y 6-0, un doble rosco, y por eso su meta o su sueño, a sus 32 años, no está en ganar Wimbledon o Roland Garros. “Me encantaría ganar un ame. De hecho, un juego en cada set sería perfecto. O dos en un set, así no parecería tan terrible. Para ganar un partido… Tendría que tener la suerte de mi vida en el sorteo”, se sincera.

“Esta semana jugué 1.000 veces mejor que hace un año. Ver esa transformación en mi tenis es emocionante. Todo este proceso hizo que tenga más ganas de mejorar y tener la oportunidad de jugar contra estos tenistas es increíble. Lo bonito del tenis es que no hay techo, todos pueden jugar mejor que lo que jugaron hasta ahora, incluso Novak Djokovic”, agregó.

Dillon, que también participa en el circuito amateur GLTA, para la comunidad LGTB, recuerda con cariño la “vez que más rápido ganó dinero” en su vida. Fue después de un torneo individual, en el que también se anotó en dobles. “Gané 90 dólares porque jugamos el cuadro principal. Perdimos en media hora, así que fue el dinero que más rápido gané en mi vida, pero fue genial, porque pude cubrir los gastos y me llevé algo extra”.

Con una actitud más que positiva y un conocimiento espléndido de la categoría más baja de la raqueta, Dillon finaliza la llamada con una afirmación: “Como, duermo y respiro tenis. Amo este deporte mucho”.





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