Las especulaciones en torno a qué iba a pasar con el dólar a medida que se acercara la fecha de la definición electoral fue, durante meses, uno de los lugares más visitados en las conversaciones con inversores, ahorristas, empresarios, analistas y concurrentes a un bar o a cualquier otro espacio público donde hubiera dos o más personas interesadas en encontrar temas en común. “Revienta”; “llega a … (tanto) y se frena”; “se lleva puesto al gobierno”, o “no se llega a las elecciones”, eran respuestas o conclusiones que se podían escuchar, con frecuencia, de gente que podía tener mucho o ningún conocimiento en la materia, pero siempre dicho con la misma firmeza.
“¿Te imaginás el período entre la primera y segunda vuelta? Eso va a ser lo peor”, se escuchó seguramente por lo menos una vez en cada uno de los sitios y situaciones nombradas. “Yo conozco un tipo que está en…” se decía con la solvencia que da tener “una buena fuente”. Lo que seguía al “en…” podía ser un banco, la bolsa, una repartición pública, el contrabando, una línea aérea, la fuga de guita al exterior, o un taxi. Todo era válido para dar fuerza a la versión o pronóstico.
¿Y qué pasó? El dólar financiero, el que se opera a través de títulos que cotizan en la Bolsa, el “contado con liqui”, terminó el viernes 17, a dos días de la elección del nuevo presidente, en torno a los 870 pesos. El dólar futuro, es decir los contratos o seguros de compraventa de dólares oficiales para fin de año, terminó negociado a 683 pesos, bastante por debajo del valor que exhibía tres o cuatro semanas atrás. La apuesta sigue siendo a una fuerte devaluación antes de fin de año, pero ya de la mitad de la que se preveía menos de un mes atrás.
La aparente “calma cambiaria” o moderación en las cotizaciones refleja las perspectivas del mercado especulativo, que no siempre acierta. Al contrario, la mayor parte de las veces erra. Pero es una señal que todos los malos presagios que había con respecto a un fin de ciclo explosivo en los mercados financieros, no sólo que no se cumplieron sino que, tempranamente, se despejaron.
Recurriendo a la opinión del analista e investigador financiero Alejandro López Mieres, le solicitamos que nos acompañara a seguir el recorrido de las variables financieras en estos últimos meses de campaña.
Los financistas y especuladores en la plaza financiera y cambiaria local son gente que apuesta fuerte a hacer diferencias de plata rápidas. Por eso van cambiando constantemente de apuesta. Cada uno tiene su propio presentimiento, su propia sensación sobre las políticas por llegar, pero cuando más o menos queda manifestada una tendencia, todos suelen ir detrás del criterio que creen mayoritario. Por eso se dicen que actúan en manada: corren todos juntos para el mismo lado.
Y lo que ocurrió desde antes de las PASO hacia acá, así lo demuestra. “Recordemos lo que pasaba en ese momento político, previo a las PASO del 13 de agosto, en la plaza financiera la idea dominante era que ganaba Juntos por el Cambio, el que se impusiera en esa interna sería el o la presidenta; era la salida, suponen, más “amigable” con el mercado; preveían una devaluación moderada pero respetando los contratos de deuda en pesos y manteniendo tasas altas: todo ello se reflejó en el cierre previo a las elecciones con el CCL a 600 pesos, el dólar futuro del Rofex en 530 pesos para el 31 de diciembre, y los bonos soberanos en dólares, el GD30 por ejemplo, en su mayor valor histórico: 36 por ciento de su valor nominal. Es decir, un cuadro de calma”, describe con precisión López Mieres.
Pero el pronóstico fue errado. Milei fue la sorpresa y se perfilaba como el mejor colocado para octubre. Entonces, sucedió lo que antes no había pasado: dolarización de carteras de inversión para esperar el probable triunfo del candidato LLA con los activos en dólares. El viernes previo a las elecciones del 22 de octubre, el CCL cerró en 1110 pesos (85% más que setenta días antes), el dólar futuro a diciembre en 820 pesos (55% más que antes de las PASO), los bonos en pesos ajustables por CER en el piso y los ajustables por dólar linked volaban. Pero otra vez, “el mercado” se equivocó: Milei no repitió y el que ganó, era el que había salido tercero en las PASO.
Llegada la actual instancia del balotaje, lo que se observó entre jueves y viernes al cierre de los mercados, es que el “contado con liqui” quedó oscilando entre 870 y 877 pesos, que el futuro del Rofex para fin de año cerró la semana en 683 pesos, los bonos en dólares en una cotización muy poco por arriba del 30 por ciento del nominal y hasta con un repunte en la bolsa de las acciones argentinas el viernes.
¿Una apuesta a mitad de camino entre el “a todo o nada” de octubre, y la expectativa del “todo previsible” de agosto? El escenario financiero menos esperado terminó dominando en el mercado al cierre del ciclo electoral.
¿Qué es lo que pasó? Según señala López Mieres, “podría decirse que, con dos candidatos, para los especuladores del mercado hay cuatro escenarios posibles: dos con Milei ganando, y dos con Massa ganando. El Milei 1 es el duro, el que cumple sus pronósticos más audaces, el dolarizador con una previa devaluación terrible, el de la licuación de los activos en pesos; pero hay un Milei 2, el “intervenido” por Macri, suavizado, más parecido a las posturas de Juntos por el Cambio, el “más promercado”. Del lado de Massa, los financistas ven la alternativa de un Massa más duro, más intervencionista, más cercano a lo que ellos caracterizan como “kirchnerismo”; y un segundo Massa más moderado, con una gestión más amigable con el mercado. Entre los dos Milei y los dos Massa, yo diría que los apostadores descartan las alternativas más duras y piensan que, cualquiera que gane, va hacia la posición más moderada”, completó el juego López Mieres.
Una apuesta mucho menos audaz que las dos anteriores, pero con una explicación lógica: después de perder tanto por equivocarse en las dos anteriores, prefieren la moderación. Lo que predomina para las decisiones de los especuladores, vale volver a recordarlo, no es la ideología.