La tercera Copa del Mundo lograda por la Selección Argentina cumplirá un año de su obtención el mes próximo, y ese aniversario tendrá un significado especial. La presencia en el país de los futbolistas que la consiguieron, era una buena oportunidad para integrarse a ese festejo.
El calendario determina que el conjunto nacional, no volverá a presentarse oficialmente en esta parte del mundo hasta septiembre del año que viene. Por ese motivo, el público buscó desde temprano hacerle llegar señales de cariño a los protagonistas, debido al largo tiempo que no podrá estar cerca de ellos.
El más observado volvió a ser el capitán Lionel Messi. El presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) Claudio Tapia, le entregó junto al vicepresidente de Boca, Juan Riquelme, una plaqueta al rosarino, con motivo del octavo Balón de Oro con el que fue galardonado.
El estadio de Boca le agregaba otro factor importante al ambiente. Riquelme, que se postula como candidato a presidente de la institución, se encargó de ser el anfitrión del evento, y cruzó algunas bromas con Messi en el centro del campo. El otro que también recibió un premio fue el arquero Emiliano Martínez.
El agregado era que del otro lado se encontraba Uruguay, uno de los clásicos sudamericanos más tradicionales. Los orientales llegaban con la impronta que transmite Marcelo Bielsa, el técnico que volvía a enfrentarse con el adversario que él mismo condujo.
La formación de Argentina no incluyó a Di María, quien probablemente no vuelva a vestir la camiseta nacional en su país, ya que anunció que dejará el plantel luego de la Copa América de Estados Unidos 2024. El lugar del hombre del Benfica de Portugal lo ocupó Nicolás González, y a diferencia de sus últimas presentaciones, el ex Argentinos no tuvo un buen rendimiento.
Argentina se vio sorprendida por el planteo de los uruguayos, que se ubicaron varios metros adelante con la intención de alejar a los locales del arco de Rochet.
El conjunto de Scaloni tenía la intención de hacer circular la pelota por abajo, utilizando el ancho del terreno, y de esa manera atacar por la zona de los laterales. Pero Molina y Tagliafico no tenían la precisión necesaria, y entonces el juego comenzó a volcarse por el centro.
El que hacía diferencia por esa zona de la cancha era Messi, que a través de sus amagues dejaba a un uruguayo en el camino, y probaba con remates de zurda para exigir al arquero.
Uruguay, en lo colectivo, era más armonioso que Argentina, con De La Cruz y Núñez como los más activos para desequilibrar. La iniciativa de los uruguayos provocó que llegaran al gol al final de la primera parte. La jugada comenzó por la izquierda, Molina recuperó la pelota pero luego la perdió y le permitió a Viña escaparse hacia el área. El lateral buscó a Ronald Araújo que aparecía por el otro lado, y éste convirtió con un tiro cruzado.
El técnico Scaloni buscó la reacción del equipo en la segunda mitad, con los ingresos de Lautaro Martínez primero y Di María después. El local se fue hacia el campo de los uruguayos, pero los visitantes se cerraban bien en el fondo y cortaban los circuitos de Argentina.
Messi hizo estrellar una pelota en el travesaño, y Lautaro Martínez estuvo después cerca de marcar el empate con un golpe de cabeza. Lo Celso y Acuña le imprimieron mayor agresividad al seleccionado, aunque le costaba tener claridad y profundidad al mismo tiempo.
El desenlace no pudo ser el esperado. Uruguay aumentó la ventaja con un contragolpe letal definido por Núñez, a tres minutos del final, y el seleccionado volvió a perder después de casi un año. La última vez había sido en el debut mundialista ante Arabia Saudita.