Vivian Silver, la activista por la paz canadiense-israelí que estaba desaparecida desde el ataque de Hamas del 7 de octubre en Israel y que se creía había sido tomada como rehén, fue declarada muerta después de que sus restos fueran hallados en su casa en el kibutz Be’eri.
La muerte de Vivian, de 74 años, fue confirmada a The Times of Israel por varios activistas que dijeron estar en contacto con su familia.
De acuerdo por la información difundida por el periódico, los restos de Vivian, asesinada por milicianos del grupo palestino, fueron identificados mediante pruebas de ADN.
Hasta este martes, se creía que Vivian se encontraba entre los 240 rehenes tomados por Hamas en su incursión en el sur de Israel, pero ahora se sabe que es una de las cerca de 1.200 personas asesinadas por el grupo en su ataque.
Los 2 hijos de Vivian, al igual que los familiares de muchos de los presuntos rehenes, presionaron ampliamente para su liberación, viajaron por el país y hablaron con periodistas de todo el mundo para llamar la atención sobre su historia.
Yonatan Zeigein, uno de los hijos de la activista, dijo que había aprendido de su madre a buscar la paz por sobre todas las cosas y por eso abogó por el alto el fuego de Israel en Gaza.
Vivian fue despedida con sentidos mensajes en redes sociales. “Una mujer de infinita, profunda y continua compasión, humanidad y dedicación a la asociación árabe-judía y a la paz. Sí. Paz”, escribió Anat Saragusti, escritora y activista feminista israelí.
Quién era Vivian Silver
Vivian Silver era una activista nacida en Winnipeg, Canadá. En 1968 se fue a estudiar psicología y literatura inglesa a la universidad de Jerusalén y desde entonces se quedó en Israel.
Dedicó su vida a liderar movimientos en favor de la paz, como “Mujeres que Trabajan por la Paz”, fundado después de la guerra de Gaza en 2014 y que promovía propuestas políticas para la resolución del conflicto entre Israel y Palestina.
Fue directora ejecutiva del “Instituto Negev para Estrategias de Paz y Desarrollo” desde 1998, y cofundadora del “Centro Árabe-Judío para el Empoderamiento, la Igualdad y la Cooperación”, un instituto que promueve el desarrollo humano sostenible para una sociedad compartida entre judíos y palestinos y era miembro de la dirección de B’Tselem, una organización humanitaria de Jerusalén que defiende los derechos humanos. En este contexto ella visitó varias veces los territorios palestinos y expresó su solidaridad con ese pueblo, ayudándolo en todo lo que podía.
El miércoles 4 de octubre, Vivian había organizado en Jerusalén una manifestación de mujeres por la paz, de la que participaron unas 1000 israelíes y 500 palestinas. “Debemos lograr un acuerdo político. Debemos cambiar el paradigma de siete décadas que nos dice que solo con la guerra se puede conseguir la paz. Nosotras no creemos en eso”, dijo en el encuentro.
Su familia se comunicó con ella por última vez el sábado 7 a las 11.07 de la mañana, cuando contó por mensaje telefónico que estaba encerrada en un armario en el bunker del kibbutz Be’eri donde vivía sola desde 1990, cerca de la frontera con Palestina, después de haber escuchado tiros y gritos en árabe.