Bailar con los libros es una experiencia vertiginosa que nunca se sabe cómo va a terminar. Patricio Rago baila con sus libros. El escritor y librero invita a la última Francachela de Aristipo del año, una gran fiesta con vino, chori, libros y bailongo que se realizará este sábado a las 19 en Scalabrini Ortiz 605 (casi esquina Aguirre). Esta celebración, que empezó en 2017 y se hace cada tres meses, se propone desacartonar el mundo del libro. La Francachela –palabra que alude a una reunión de varias personas para divertirse sin moderación, una juerga o diversión desmesurada– cumplirá el próximo año 20 ediciones.
Rago, también conocido como “el Roberto Galán de la literatura” por la cantidad de parejas que se han formado en las francachelas, es el organizador de la Fiesta del Libro Usado (FLU), que en septiembre pasado, en la Biblioteca Nacional, reunió a más de 42 mil personas en dos días. “Lo de la FLU fue una locura -reconoce-. Todavía no termino de caer. Puede que tenga que ver con que el libro usado es más barato. Pero también creo que la gente busca el usado por la mística. El libro usado tiene un aura que el nuevo no tiene. El lector de usado se enamora de las ediciones, se ilusiona con encontrar una dedicatoria, un papelito, una carta de amor o un boleto de tranvía viejo, los seduce la experiencia de entrar a una librería de usados y entregarse a esa aventura hermosa que tiene que ver con encontrar esa joyita única pero también con conocer gente, con intercambiar ideas”. El librero y escritor revela que se está dando un recambio generacional en el mundo del libro usado, “libreros y libreras jóvenes que saben un montón, aman lo que hacen, y te atienden con toda la onda. Eso es algo que la gente valora mucho”.
El autor del libro Ejemplares únicos confirma que octubre fue un mes “raro”. Las ventas bajaron un poco, “seguro por la incertidumbre económica y electoral” como causas principales. “Si no se sabe qué puede llegar a pasar el mes que viene, es normal que la gente controle sus gastos”, explica Rago pero aclara que no se queja porque Aristipo, una librería de usados especializada en literatura, filosofía y ciencias sociales que abrió en 2015, tiene una comunidad muy consolidada y es “una especie de club social al que la gente viene no sólo a comprar, sino también a charlar, a encontrarse con otros lectores, a tomarse unos mates, y al final algo siempre se terminan llevando”.
¿Qué vínculos se puede establecer entre leer y bailar? ¿En qué sentidos el lector “baila” con los libros? “No tengo dudas de que leer y bailar son dos actividades que mejoran la vida de los seres humanos. Las dos son una fiesta. Nos mejoran el humor, nos hacen generar empatía, nos hacen perder la noción del tiempo, olvidarnos por un rato de este mundo infame en el que vivimos”, plantea Rago. “Yo bailo con mis libros. Muchas veces estoy en el living de mi casa, pongo música y me quedo un buen rato mirando mi biblioteca. Cada tanto agarro un libro, leo un rato, quizás encuentro algún subrayado o una anotación, después lo dejo y agarro otro. Todo eso lo hago bailando, obvio, siempre bailo un poquito con el libro en la mano”.
Hay un candidato de ultraderecha que compite en el balotaje por la presidencia del país a 40 años de democracia. “Estoy viviendo este momento con bastante angustia y preocupación. Pero la lectura y la escritura son un refugio”, afirma Rago y cuenta que hace la Francachela para generar “un espacio de encuentro, para romper con el individualismo, para reforzar la idea de que la vereda es nuestra y para que ese refugio que es la literatura sea compartido. Para que sepamos que no estamos solos, que hay comunidad, que nos tenemos. Esto, para mí, es fundamental. Nadie se salva nunca solo, la salida siempre es colectiva”.