El proyecto de un jardín de infantes de Alemania de renunciar al nombre de Ana Frank causó indignación, y el comité de Auschwitz expresó su desazón por la iniciativa en pleno “auge del antisemitismo”.
Frente a las numerosas reacciones críticas, el ayuntamiento de Tangerhütte (al oeste de Berlín) indicó en su página web que ninguna “decisión sobre el cambio de nombre estaba al orden del día”. “Las discusiones”, que empezaron a principios de año, cuando se empezó a reformar la guardería, “continúan”, precisó la alcaldía.
Según el diario local Magdeburger Volkstimme, la directora del jardín consideraba que la historia de Ana Frank era difícil de entender para los niños pequeños y prefería darle al centro un nombre sin ninguna “connotación política“. Una idea que el alcalde de la ciudad secundaría, según el medio.
Escondida de los nazis durante dos años en Países Bajos, Ana Frank escribió su famoso diario, uno de los relatos más trascendentales del Holocausto, antes de morir en el campo de concentración de Bergen-Belsen en 1945.
El proyecto de cambiarle el nombre al centro fue muy criticado por el Comité Auschwitz, cuyo vicepresidente ejecutivo, Christoph Heubner, tildó de “idiotas” los argumentos expuestos, en una carta abierta al alcalde y a los responsables de la guardería. “Si estamos dispuestos a olvidar nuestra propia historia tan fácilmente, precisamente en estos tiempo de auge del antisemitismo y de la ultraderecha, y si el nombre de Ana Frank se percibe como inapropiado en el espacio público, podemos preocuparnos sobre la cultura de la memoria en nuestro país”, recalcó Heubner.
La organización Miteinander (Juntos), que combate el racismo y el antisemitismo en la región de Sajonia-Anhalt (donde se encuentra Tangerhütte), dijo que el cambio de nombre enviaría una “mala señal”.