Todos hacen números terminada la Copa Libertadores que tuvo 36.4 puntos de pico de rating en Telefé. Fluminense los hace y sabe que más allá del resultado de la final hizo mucho mejor los deberes que Boca. En esta edición de la Copa el equipo carioca jugó 13 partidos, ganó 8, empató 3 y perdió 2, con 24 goles a favor y 12 en contra. Y ninguna victoria por penales. Boca, en sus 13 encuentros ganó 4, empató 7 y perdió 2, con 13 goles a favor y 7 en contra. No era casual que Fluminense hubiera llegado a la final como favorito. Se dio el gran gusto, además de vencer a los dos más poderosos de Argentina en el Maracaná (5 a 1 a River, 2 a 1 a Boca).
Independiente hace números, sabe que siguen arriba en la tabla de conquistas (7 a 6 sobre Boca) y por eso los dirigentes en Tucumán se fotografiaron mostrando los dedos de una mano y dos de la otra. “Pobres triunfos pasajeros” les dicen los boquenses recordando la letra del tango “Mano a mano” y ellos, en la intimidad lo justifican con que cuando se está en la mala se festeja lo que venga. Cientos de memes siguen circulando en las redes de los odiadores seriales de Boca, parecidos a lo que ocurrió – pero al revés– cuando River perdió su final con Flamengo.
Amigos de los dirigentes de Independiente son Mauricio Macri y Javier Milei que además de los números de las encuestas para el 19, calculan cuántos votos pueden reunir para desbancar a Juan Román Riquelme en las elecciones de Boca. Lo van a culpar de no haber sabido administrar los números en la última etapa y no haber logrado los más de 30 millones que podían haber reunido si se alcanzaba el título. De todos modos Boca puede mostrar que por llegar a la final embolsó más de 16 millones de dólares; que en el partido decisivo jugaron cinco futbolistas criados en el club (Valentini, Pol Fernández, Equi Fernández, Medina, Barco y luego entraron otros dos: Langoni y Taborda, y que, en general, la gestión es irreprochable.
Boca vivió aferrado a la ilusión en los últimos meses y no le dio importancia a los números en rojo de la Copa de la Liga. Todas las fichas estaban puestas en lo que creían que el destino les tenía preparado a partir del dichoso número 7 que veían hasta en la sopa. Elegían creer y soñaban con que se repitiera lo de Qatar. Pero no. Lo que sí se asemejó a lo de Qatar fue lo de los hinchas.
No puede haber números precisos de la cantidad de boquenses que fueron a Río de Janeiro pero parece haber acuerdo en el estimado de 100 mil almas en la mayor movilización de hinchas de la historia, al menos de la Libertadores.
Claro que todos esos números tuvieron rápida fecha de vencimiento y ahora Boca pone el ojo en la Copa de la Liga y en la Copa Argentina para ver si consigue un lugarcito, de última, para la Libertadores del año que viene. En que te has convertido diría, maliciosamente, Macri.
Con la renuncia de Almirón en carne viva, en la Copa Argentina Boca debería consagrarse campeón y para eso debe superar primero a Estudiantes, el 15 de noviembre, y después al ganador entre Defensa y Justicia y San Lorenzo. En la Copa de la Liga debería estar entre los cuatro primeros. River y Talleres ya están adentro por lo que quedan dos plazas y 8 candidatos. El equipo xeneize, con el interinato de Mariano Herrón, debería ganar los tres partidos que le faltan (San Lorenzo, Newell’s y Godoy Cruz) y esperar que Godoy Cruz y Defensa y Justicia sumen poco. Muy difícil por cierto.
La cotización de los jugadores de Boca baja, claro, con el resultado de la final y se espera, además de la salida vertiginosa del DT, una depuración del plantel (de los que jugaron la final Fabra aparece en primera linea de salida) pero entre tanto cuestión y número negativo, uno de los motivos de orgullo para Boca en estos días vino por el lado de uno de los rivales: Felipe Melo, que se mostró feliz de haberle ganado “al equipo más grande de la Argentina y tal vez del continente”. Un premio consuelo para los boquenses en medio de tanta tristeza y desilusión.