El Festival Callejón ya tiene seis años de vida y en cada edición se propone habilitar un espacio para que las jóvenes creadoras de la escena muestren sus procesos y compartan sus prácticas en una maratón multidisciplinaria que incluye teatro, danza, música y –por primera vez en la historia del ciclo– video performance. La sede del encuentro será como siempre el emblemático Espacio Callejón (Humahuaca 3759) dirigido por Javier Daulte y Federico Buso; la grilla, con curaduría de Ramiro Bailiarini y Sebastián Francia junto a Zoilo Garcés en producción general, se desarrollará del 5 al 11 de noviembre.
Este año las propuestas se duplican con una programación de seis días consecutivos con triple programa diario, intervalos con música en el bar y una instalación inusual titulada Entrar Tarde, video performance de Damiana Poggi y Miguel Masllorens con fotografía de Nora Lezano e interpretación de Diana Szeinblum, Leticia Mazur y Federico Fontán. Página/12 habló con tres protagonistas de esta 6° edición: la actriz y directora Sofía Palomino, a cargo del work in progress titulado Cine herida; Mariana La Torre, artista escénica, intérprete y directora que presentará La victoria de lo incompatible; y Mía Miceli, actriz, directora y dramaturga que estrenará Subatómica.
Sobre el significado de estos espacios, Palomino dice: “Estoy súper agradecida, sobre todo en este momento de tanta incertidumbre social. Los espacios se valoran mucho más cuando no sabés qué va a pasar. Este es un lugar de resistencia y comunidad para las nuevas generaciones, de intercambios y cruces. Que se haga en esta sala con tanta historia para mí es muy significativo porque de chica me nutrí yendo a ver obras que me transformaron. Que Seba y Rami hayan armado esto me parece muy hermoso. No existen tantos espacios como estos: es fundamental que te co-produzcan, que te puedan devolver una mirada y brindar apoyo en el inicio”.
Mariana La Torre destaca que la curaduría del festival genera un espacio de visibilidad para las nuevas generaciones de mujeres creadoras y celebra que cada año se arme “una constelación muy interesante en cuanto a la diversidad de proyectos y formatos”. La coreógrafa participó en la edición anterior con un work in progress que estrenará este año y elogia las ventajas de esa dinámica: “Está bueno tener esas dos instancias porque te da la posibilidad de profundizar y lograr una primera versión del trabajo. Eso te organiza en relación al proceso y también te apura; a veces no es fácil la producción independiente y el Festival también aloja ese aspecto: te brindan el espacio, un seguimiento del trabajo y la mirada artística”.
–Este festival se caracteriza por lo multidisciplinario. ¿Cómo piensan esa dimensión desde sus propios trayectos y formaciones?
Sofía Palomino: –Mi búsqueda siempre fue instintivamente abierta y de mucha curiosidad. Empecé en la actuación pero no quise quedarme ahí: me metí en la danza, estudié cine, hice fotografía, ahora estoy experimentando por primera vez la dirección y siento que puedo hacer dialogar todos esos intereses para diseñar algo entre todos. El proyecto se fue armando de esa manera: la vestuarista es actriz y dirige, el productor es actor. Creo que la gente que conduce el festival también tiene esa porosidad para abrirse a otros lenguajes.
Mariana La Torre: –Yo pienso esto como un estado de situación del arte donde se borran los límites entre las disciplinas y eso mismo te invita a abrir la mirada por fuera del campo en el que te formaste inicialmente, en mi caso la danza. Cuando estás dirigiendo tenés una mirada más macro de la escena y ese cruce de lenguajes contribuye a la producción. Trabajar con diferentes creadores permite modificar la propia mirada y el Festival traduce algo de esto.
Mía Miceli: –En algún punto también se podría asociar a cierta precariedad que caracteriza a Buenos Aires. La precariedad permite un nivel de despliegue y el Festival es un ejemplo de eso. Para mí la multiplicidad tiene que ver concretamente con el cruce de personas, hay algo de eso que ensancha el trabajo en cada uno de los lenguajes. Yo vengo del teatro de texto pero la propuesta está atravesada por la mirada de todxs y eso abre un montón.
Al igual que La Torre, Miceli también fue parte de la edición anterior con un work in progress y habla de “un resultado muy inesperado” en relación a la idea inicial que había traído junto a su equipo. En 2021 Miceli estrenó en Callejón su primera obra, conoció a los curadores y la invitaron a hacer un work in progress en la 5° edición: “Esa invitación era lo que necesitaba para ponerme a trabajar en otro proyecto. Venía escribiendo Subatómica desde 2019 y es una obra bastante delirante: hay ciencia ficción, absurdo, tiene sus complejidades y en algún punto la propuesta era bastante ambiciosa. Siento que el work in progress era la única manera de hacer esta obra”.
Palomino, por su parte, cuenta que el proceso de Cine herida fue bastante largo. “Yo tenía ganas de dirigir hace tiempo pero no entendía bien qué. En el 2020 conocí a Max Suen, entonces había un actor con el que quería trabajar. Después fui a filmar una película a un pueblo como actriz y ahí había unos chicos que todo el tiempo boicoteaban el rodaje. Con eso empezó a gestarse la idea pero, como dice Mía, terminó en otra cosa porque en el camino te vas enterando lo que la obra te pide”. Ya hacia el final, al redactar la sinopsis, la directora terminó de ordenar la estructura de esta pieza protagonizada por un personaje que ama el cine y se respalda en un documental de Tarkovsky sobre las imposibilidades que aparecen a la hora de filmar una película.
La victoria de lo incompatible también es un proyecto extenso y tuvo varios formatos: durante la cuarentena de 2020, La Torre empezó a trabajar en espacios públicos y aquella intervención tuvo su recorrido por varios festivales. “El año pasado los curadores me convocaron y decidimos hacer una traducción de ese trabajo que hacíamos en el espacio público a una sala de teatro. Lo nombramos así: desvío del parque adentro del teatro, pero nos seguimos comportando como si estuviésemos en un afuera”, apunta la coreógrafa.
Las tres tienen un fuerte sentido de pertenencia con el circuito independiente –aunque advierten sobre los peligros de romantizarlo– y coinciden en la importancia de los públicos a la hora de completar el sentido de una obra. También reflexionan sobre la necesidad de generar una experiencia y destacan el valor de la cultura en tiempos de tanta imprevisibilidad. “Hoy más que nunca es necesario reafirmar la calidad de la cultura argentina”, subrayan, y apuestan a reforzar el carácter festivo del encuentro.
*Cine herida podrá verse este domingo a las 18, martes 7 y jueves 9 a las 19; La victoria de lo incompatible se presentará el domingo 5 a las 20, jueves 9 a las 21 y viernes 10 a las 20; Subatómica podrá verse el lunes 6 a las 20, martes 7 y jueves 9 a las 23. La grilla completa y las localidades se pueden consultar en Alternativa Teatral.