Ya casi no hay conversaciones interpartidarias en Juntos por el Cambio. Excepto por algunos pocos que se conocen hace tiempo y levantan el teléfono para especular sobre el futuro de la coalición, en la alianza opositora predomina la desconfianza. Para la mayoría, la oficialización de la ruptura es cuestión de días. “Nadie dice nada. Nunca vi este estado de psicosis”, reconoce un diputado radical que observa, como casi todes adentro de JxC, un simulacro de reconfiguración interna en el tablero de la Cámara de Diputados. El interbloque, tal como se lo conoce hasta ahora, tiene poca expectativa de vida: el pacto sellado entre Mauricio Macri y Javier Milei terminó de apurar los cambios que se venían gestando hace años y, lentamente, la alianza opositora comienza a diluirse en dos conglomerados. Uno de “centro”, integrado por radicales, lilitos y “palomas” del PRO, y otro de “derecha”, compuesto por todo el PRO duro que salió alinearse detrás del pacto Mauricio Macri – Javier Milei.
La fractura todavía no está expuesta, pero los actores de Juntos por el Cambio ya se mueven como si el nuevo escenario político estuviese a la vuelta de la esquina (que lo está). “¿Para qué me voy a reunir con Ritondo? Después del balotaje hablaremos, ¿pero antes de qué vamos a hablar entre nosotros?”, desdeñó, con franqueza, un diputado de la Coalición Cívica para quien el raid interminable de acusaciones cruzadas que abrió el apoyo público de Patricia Bullrich a Milei el miércoles de la semana pasada debe quedarse en eso y nada más: dardos mediáticos que llenen el tiempo hasta que la elección del 19-N defina al futuro presidente y, con ello, el futuro de la coalición opositora.
A partir del 11 de diciembre, JxC pasará a tener un interbloque de 93 diputados y diputadas. Nadie, sin embargo, los cuenta ya como un todo. Antes que nada, se piensa en términos de bloques: 41 legisladores del PRO, 25 del radicalismo, 10 de Evolución Radical, 6 de la Coalición Cívica, 2 de Encuentro Federal de Emilio Monzó y, después, 2 de Republicanos Unidos y varios monobloques que, ideológicamente, están más cerca del PRO. Por estas horas, el único diálogo formal existente es al interior de cada bloque. Predominan las presiones y los golpes bajos y, a modo de autopreservación, los lazos comunicacionales cambiemitas se redujeron al mínimo. Sin hablarlo, solo una cosa es segura: JxC, como marca, no existirá más a partir del año que viene.
Las diferencias venían de hace años y se observaba en la mayoría de las votaciones de la Cámara de Diputados: universidades nacionales, Plan Nacional de Ciencia y Tecnología, Industria del Calzado, Empleo MiPyme. “Hasta el proyecto de Águila Arpía de Graciela Camaño lo votamos diferente”, se sincera un diputado cambiemita, para quien el alineamiento de Macri con Milei fue solo el empujoncito que faltaba para hacer estallar una alianza atada con alambres: “Y lo hizo a lo Macri, sin la mediación de Marcos Peña. Un Macri puro, llano, bestial, que aprovechó para darse dos gustos: intentar ganarle a Massa y, de paso, sacarse al radicalismo de encima. Frente a este escenario, en el PRO –que también tiene por delante su propia ruptura interna– esperan que JxC se diluya en los dos grupos que siempre estuvo destinado a dividirse: una oposición de centro-radical y una derecha macrista que podría funcionar como respaldo de Milei de ser electo presidente.
El primer grupo es el más numeroso e incluye al radicalismo unido –se descuenta que Evolución volverá al bloque radical después de diciembre, ya con Mario Negri y Emiliano Yacobitti fuera de la ecuación–, la Coalición Cívica y los dirigentes de Encuentro Federal, como Emilio Monzó, Nicolás Massot y Margarita Stolbizer. En el cálculo que la UCR y la CC ya están haciendo, se incluye también a Miguel Ángel Pichetto e, incluso, se especula con sumar a los cordobeses de Juan Schiaretti. ¿Quién falta? Los “díscolos” del PRO, como llaman hoy en el bullrichismo macrista a les diputades del ala larretista que, en la última semana, se negaron a manifestarle su apoyo a Milei. Esto incluiría a Silvia Lospennato y María Eugenia Vidal, pero también a diputades como el cordobés Héctor Baldassi, el pampeano Martín Maquieyra, la correntina Sofía Brambilla, el fueguino Héctor Stefani, entre otros.
Este sector es el que está furioso con Macri y lo acusa de haber orquestado toda la movida con Milei para sacárselos de encima. Varios vienen denunciando fuertes presiones internas (y externas) por no haberse posicionado a favor del libertario de extrema derecha. “Hay una estrategia muy agresiva que nos viene corriendo por ser ‘funcional a Massa’ por votar en blanco”, se queja un lilito furiosamente antikirchnerista. En el radicalismo coinciden: “Nadie se anima a decir nada. No podes ni pestañear que te dicen que estás a favor Massa”, afirma, agotado.
En el otro grupo, mientras tanto, se va conformando una minoría macrista e intensa que fantasea con que el “reordenamiento a los latigazos” de Macri permita terminar de conformar la coalición de derecha que siempre debería haber sido. Esto incluye a la gran mayoría del bloque PRO y está liderado por Cristian Ritondo, quien todavía ostenta la presidencia del bloque y que, de ganar Milei las elecciones, se convertiría en el presidente de la Cámara de Diputados. Son más de una treintena de diputades PRO duros –como Damián Arabia, Sabrina Ajmechet, Hernán Lombardi, Alejandro Finocchiaro– al que se le sumarían extrapartidarios como Ricardo López Murphy y José Luis Espert. Este grupo incluye también a Diego Santilli, una primera línea larretista que comenzó a volcarse hacia el macrismo.
En el caso de que Milei gane el ballotage, este grupo será una pata fundamental para sostener su gobernabilidad junto a los otros 38 diputades de La Libertad Avanza. En el caso de que gane Sergio Massa el panorama es más incierto: algunes especulan con que se podría intentar una reconversión de JxC, pero la mayoría considera que los puentes están muy rotos. “Macri jugó fuerte en un juego que se apuesta fuerte. La diferencia entre la genialidad y la estupidez es el éxito”, reflexiona, casi zen, un ala dura PRO.